¿'Omitir intro’? La nueva edad dorada de los títulos de crédito llega a las discotecas y conquista TikTok
Desde que Netflix introdujo el botón de ‘omitir intro’ muchos vaticinaron su extinción, pero años más tarde series como ‘White Lotus’ demuestran cómo estas pequeñas piezas han logrado adaptarse a la época del maratón y del TikTok


¡De parte de la cadena, se hace saber que sus personajes favoritos están de vuelta! Durante años las cabeceras de las series desempeñaron el papel del antiguo pregonero. Emergían del barullo publicitario para anunciar la emisión del capítulo semanal y congregar a la familia frente al televisor. Luego llegó el streaming y en la era del maratón muchos pensaron que, como el oficio del pregonero, habían quedado obsoletas. Netflix incluso inventó un botón para saltarlas, omitir intro, que en su día incluso se implantó en películas, cabreando a muchos cinéfilos por el camino. Sin embargo, los últimos estrenos como The White Lotus demuestran que estas piezas de a penas un minuto han sabido adaptarse. Con ritmos pegadizos e imágenes crípticas, han encontrado en las redes sociales el mejor altavoz para su pregón.
Cuando hace tres semanas HBO estrenó la tercera temporada de The White Lotus, los fans quisieron quemar sus oficinas: les habían cambiado la canción de la cabecera, la popular creación del chileno-canadiense Cristóbal Tapia de Veer que incluso aquellos que nunca han visto ni un solo episodio conocen por su ubicuidad en Internet, redes sociales y publicidad. Ahora, después de repetirla con cada capítulo, ya están locos por ella. TikTok se ha plagado de vídeos con bailes para la nueva sintonía y teorías sobre lo que los créditos iniciales adelantan de cada personaje. Los culpables de gran parte de este furor son Katrina Crawford y Mark Bashore, creadores de la intro. “Nos gusta hacer puzles, condensar la serie en 90 segundos”, explica Crawford, doctora en Microbiología ahora dedicada por completo a las cabeceras.
Con esa pasión científica por los micromundos consigue que los fans ni se planteen saltar la intro: “Para recompensar el tiempo que nos dedican, les ofrecemos mucho material que solo se entiende con el paso de los episodios”. En la primera temporada utilizaron el papel pintado de las suites de un hotel hawaiano para plasmar los perfiles de los tiránicos huéspedes sospechosos de asesinato. En la segunda lo hicieron con frescos italianos y en esta última con murales religiosos tailandeses. Tardaron 10 meses y viajaron a los templos originales para recoger los símbolos que asocian con el nombre de los actores que interpretan a los posibles culpables. “De eso trata la serie. Es un whodunit (o sea, quién lo hizo, subgénero de investigación detectivesca) y en la intro también damos pistas para resolver el misterio”, resume.
Aún separado por miles de kilómetros, Javier Urosas, responsable de la intro de La casa de papel, comparte este modo de confeccionar las cabeceras. “Me gusta que no se entienda hasta el episodio final. Es algo que se ve muchas veces y tiene que estar lleno de detalles”, defiende el creador de la intro española más reconocida en el mundo. En su caso, la cabecera recorría la maqueta de la Fábrica de Moneda y Timbre y anticipaba los espacios clave en el plan de El Profesor. El estilo minimalista se convirtió en un icono de la serie que se reinterpretó para su versión coreana y el último spin off, Berlín (2023).
“Había una intención general de hacer las cosas distintas, en Estados Unidos ya empezaban a apostar por los motion graphics y por eso tiramos por ahí”, comenta. Con esa cabecera sentó un precedente en España y desde entonces no ha dejado de hacerlas. Por eso, es consciente de los efectos que ha tenido el cambio del consumo en maratón y el botón de ‘omitir intro’. “Antes era algo más social, se escuchaba la música y todos sabíamos que empezaba el episodio por el que habíamos esperado. Ahora hay una tendencia a saltarse los títulos de crédito que no viene bien. Las plataformas miden cuantas veces se hace y en muchas ocasiones prefieren encargar solo una cartela con el título”.
Aun así, Urosas defiende que este panorama provoca que las cabeceras se conviertan en un objeto de culto, una opinión que también comparte con la diseñadora estadounidense. “Para nosotros funciona como una barrera que potencia el talento. Si hacemos un trabajo lo suficientemente bueno, el público entenderá que forma parte integral de la experiencia. Las imágenes mezcladas con la música adecuada construyen un portal necesario para entrar en la ficción”, señala Crawford.
Del salón a la discoteca
Si las imágenes de la cabecera atrapan al espectador capítulo a capítulo, la música instala para siempre en su cabeza el sello de la serie. Ahora, además, en forma de remix: la muestra más evidente del éxito de una intro. La cadena empieza en las redes cuando los fans suben reels compartiendo su obsesión por los temas. Los DJ toman la tendencia y la llevan a las discotecas convertida en un hit bailable. La bola acaba en los compositores originales que, ante el movimiento desatado, le ponen el broche final con una colaboración oficial. The White Lotus lo hizo con Tiestö, The Crown con Faithless y son muchos los que se postulan para hacerlo con Severance, el drama kafkiano de oficinas cuya segunda temporada sigue en emisión.
@subtronics entirely too obsessed with the severance theme song not to play it the tune underneath is by COMBINE and CHINTU #edm #fyp
♬ original sound - subtronics
Para Jorge Carrión, autor de Teleshakespeare (Galaxia Gutemberg), ensayo pionero sobre series en España, esta última cabecera de Severance demuestra a la perfección la sofisticación actual de las cabeceras: “Es una de las mejores de la tercera edad de oro de la televisión: un precioso juego de surrealismo con una animación compleja”. Las secuencias de créditos, según Carrión, son indispensables para el éxito de una serie. “Las mejores son una frecuencia narrativa y mental. Suelen condensar la serie simbólicamente, pero también su potencia comercial: ese estilo marca, por ejemplo, el merchandising. Son parte de un proyecto creativo y comercial. Y son necesarias”.
Hace ocho años, sin embargo, no parecía tan claro. Al menos para Netflix. La plataforma estaba en auge y en su política de adictivos estrenos en maratón las cabeceras se convertían en una distracción y, supuestamente, una pérdida de tiempo. Todas las plataformas siguieron con el botón de ‘omitir intro’ al entonces líder. Según los cálculos de la empresa, el botón conseguía “ahorrar” unos 195 años a todos sus suscriptores. Pero desde entonces las cosas han cambiado mucho.
HBO ha conseguido volver a popularizar el estreno semanal de capítulo y ha mantenido su tendencia a elaborar verdaderas obras de arte en las cabeceras (Carrión destaca Los Soprano, Juego de Tronos o Succession). Por su parte, y ante la crisis de suscriptores, Netflix ha vuelto a ser pionera al extender planes más baratos con publicidad. Los anuncios ocupan casi más tiempo que la intro y para ellos, obviamente, no existe el botón de omitir. Esos 195 años los ocupa ahora el barullo publicitario. Ante esta regresión a la antigua televisión, el pregón de las cabeceras recobra aún más importancia. A problemas viejos, remedios viejos.
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