Rian Johnson: “Mi idea era trasladar las historias de Agatha Christie a la América de hoy”
Después de la polémica 'Los últimos Jedi', el cineasta recluta a un reparto estelar para modernizar el género de detectives y los 'thrillers' con sorpresa final
Un espacio cerrado, una muerte violenta, varios sospechosos con móvil y oportunidad para cometer el crimen, y un investigador algo excéntrico que, a base de deducciones brillantes, acaba encajando las piezas del puzle y desenmascarando al culpable. Son los mimbres del whodunit (contracción en inglés de ‘¿Quién lo ha hecho?’), el género literario y cinematógrafico del que el estadounidense Rian Johnson (Maryland, 45 años) se declara fan entusiasta. Su última película como director y guionista, Puñales por la espalda, es su personal homenaje a esas historias de detectives. “Crecí leyendo las novelas de Agatha Christie, y también me encantan las adaptaciones al cine que se hicieron de ellas, sobre todo Muerte en el Nilo o Muerte bajo el sol, con Peter Ustinov como Poirot. Esos filmes tenían un gran reparto repleto de estrellas, y un tono divertido y ligeramente autoconsciente, pero no llegaban a ser parodias o comedias; eran misterios. En mi película hay mucho de esas”, explicaba el cineasta en Londres. Resulta evidente que Johnson se lo ha pasado en grande actualizando un modelo que estaba algo apolillado. En su filme también se percibe la influencia de La huella y, sobre todo, de los thrillers de Hitchcock, con quien coincide en creer que “uno de los peligros del whodunit es que vas acumulando pistas hasta llegar a una gran sorpresa final, y eso no siempre es del todo satisfactorio”.
El reparto lo encabeza Daniel Craig, que aprovechó un retraso en el rodaje de Sin tiempo para morir para calzarse los zapatos de Benoit Blanc, el sabueso encargado de investigar la muerte de Harlan Thrombey (Christopher Plummer), un escritor de novelas de misterio millonario que había reunido a toda su familia en su mansión para celebrar su 85º cumpleaños. Michael Shannon y Jamie Lee Curtis (sus hijos), Don Johnson (el marido de esta), Toni Collette (su nuera, dueña de un imperio de estilo de vida) o Chris Evans (Ramson, el nieto de Harlan y oveja negra de la familia), son otros fichajes estrella. Por su parte, la cubanoespañola Ana de Armas encarna a la enfermera leal y confidente del anciano, Marta, que vomita de forma incontrolable cuando miente –un trastorno que Blanc utiliza como polígrafo siempre que puede–. “Aunque ahora nos parezcan antiguos, Agatha Christie escribía caricaturas de personajes muy presentes en la sociedad británica de su época. Mi idea era trasladar eso a la América de hoy. La gurú de lifestyle o el chaval que es un troll de derechas en Internet son los equivalentes en 2019 del aburrido coronel”, apunta Johnson.
El cineasta sabía que Blanc tenía que ser Craig. “Posee el magnetismo de las estrellas de cine y es tan buen James Bond que sería fácil pensar que es serio y atormentado como él. Pero, de hecho, es un tipo muy divertido”, afirma. A juzgar por la vehemencia de los “que te den” que Ramson le dedica a sus parientes, se diría que Chris Evans también ha disfrutado interpretando a un calavera después de años como el intachable Capitán América. “Se percibe lo delicioso que le resulta ser un capullo en pantalla”, señala Johnson. En cambio, con Ana de Armas (que volverá a coincidir con Craig en Sin tiempo para morir), el director no lo tuvo claro desde el principio. “Mi directora de reparto me dijo: 'Tienes que echar un vistazo a esta chica'. Pero cuando vi sus fotos, pensé: 'No, es demasiado glamurosa, Marta no tiene este aspecto'”. Cambió de opinión al conocerla en persona: “Comprendí que tenía la suficiente gravedad emocional para llevar el peso del filme”.
Johnson también moderniza los códigos del género al introducir el 'trumpismo' en la receta. Los Thrombey, blancos privilegiados de Massachusetts que se dividen entre conservadores alt-right y progresistas, litigan acaloradamente en sus reuniones sobre la política migratoria del presidente, y se creen modernos por haber visto Hamilton mientras son incapaces de retener de qué país es Marta. A la trama de comedia policiaca, el director añade una crítica sobre la polarización de la sociedad actual: “Era muy importante para mí ambientarlo en el presente. No es una película que te dé en la cabeza con un mensaje, ni apunta con el dedo a nadie; al final es entretenimiento. Pero, a la vez, tampoco es sutil en los temas que trata. Y, en 2019, las familias en América discuten sobre esto”.
Johnson debutó en 2005 con el neonoir adolescente Brick, y en su currículo como director también figuran Looper u Ozymandias, el episodio más aclamado de Breaking Bad. Pero el salto al vacío lo dio al escribir y dirigir Los últimos Jedi que, aunque arrasó en taquilla, se convirtió en uno de los episodios más controvertidos de Star Wars y, a él, en blanco de la furia en Twitter (donde suma casi un millón de seguidores) de haters y espectadores descontentos con su visión. “Siempre he sido fan de Star Wars y recuerdo que las precuelas también generaron mucha ira y debates. La diferencia es que entonces no existían las Redes. Creo que a todos nos ha pillado un poco desprevenidos el odio que hay en Internet, parece casi como si se estuviera gamificando ser troll –reflexiona–. Pero no pasa solo con Star Wars, está en todas partes. Seguro que hasta en las comunidades de repostería online hay haters de pasteles [risas]”. Pese a todo, asegura que el 95% de sus interacciones en Twitter son “enteramente positivas”. La pregunta final es una de esas que el periodista sabe que no le van a contestar, pero que tiene que hacer de todas formas: ¿hay algo, por mínimo que sea, que pueda avanzar sobre la nueva trilogía del universo Star Wars que le han encargado desarrollar? “No”, responde categórico, y se ríe. “Lo siento, no hay ninguna actualización de momento”.
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