Panda Bear: “Creemos que si hacemos las cosas bien podemos evitar el sufrimiento y no es verdad”
El componente de Animal Collective vive un periodo de cambios. Quizás por eso ha editado un álbum contradictorio: ‘Sinister Grift’ aspira a ser triste pero suena luminoso y esta semana lo presenta en España.

Está inquieto Noah Lennox (Baltimore, 47 años), el músico que se cobija bajo el seudónimo Panda Bear. Resulta que acaba de estrenar el videoclip de Ferry Lady, el segundo adelanto de su nuevo disco Sinister Grift —Estafa siniestra—. La canción es una delicia, dentro de un disco exquisito. Ha aplicado su clásica capa de electrónica orgánica a una melodía que recuerda a las del lovers rock, el reggae romántico de los ochenta. El único problema es que Danny Pérez, el director del vídeo, usó Inteligencia Artificial. Y eso no ha sentado nada bien a los fans. “Se han cabreado mucho”, reconoce Lennox en un hotel de Madrid. “Ver lo disgustada que está la gente me ha hecho reflexionar. Estamos al principio de un gran cambio que no sé donde nos llevará y entiendo que hay cuestiones éticas y medioambientales a considerar, pero Danny usó la IA como una herramienta, no es que le costara el trabajo a nadie. Y lo que me jode es que toda la conversación sobre la canción gira ahora sobre la IA, no sobre la música”, explica.
Está escaldadísimo y por eso no quiere entrar en ningún tema que pueda resultar polémico. Ni siquiera habla sobre Trump. “No era para nada mi opción como presidente. Pero de momento me limito a observar y a confiar en que todo vaya más o menos bien”, dice. En realidad está entrenado para obviar las polémicas. Noah Lennox se hizo conocido hace casi 20 años como componente de Animal Collective, un peculiar cuarteto, todavía en funcionamiento, que combina música experimental con pop hasta lograr una especie de psicodelia electrónica. Hace ahora 16 años, en plena eclosión del indie, publicaban Merriweather Post Pavillion, un disco que les sacó del nicho —o del gueto, depende cómo se mire— del avant-garde y les convirtió en un fenómeno: Llegaron al número 13 de los más vendidos en EEUU, algo que parecía impensable, hoy se sigue reeditando y llevan vendidas casi un millón de copias.
Aquel éxito inesperado hizo de ellos un grupo polarizante: se les amaba o se les odiaba. Si eran genios o estaban sobrevalorados fue un tema muy discutido durante años en blogs, revistas y charlas de bar de melómanos. Para demostrar que estabas en el ajo era obligatorio tener una opinión sobre Animal Collective. Mientras, ellos eran cabeza de cartel de los festivales más importantes del mundo. “A mí lo que me asombra es seguir aquí haciendo música. Siempre hemos tenido seguidores que aprecian lo que hacemos y eso es un lujo. Recuerdo aquellas discusiones, pero siempre las ignoramos, como tampoco hicimos mucho caso al éxito. En realidad tengo mucho cariño a ese disco. La mayoría de las veces que haces algo todo son problemas. Pero este fue un momento en el que todo encajó”.
Siendo justos, la presidencia de Trump le pilla un poco lejos. Él es un estadounidense instalado en Lisboa hace dos décadas, cuando la capital lusa no era todavía una de las ciudades de moda en Europa y mantenía una mezcla de decadencia y derrotismo. “Lisboa ha cambiado mucho, hubo un momento en el que parecía que todo el mundo quería vivir allí. No quiero llorar por lo que ha desaparecido, pero mentiría si dijera que no echo de menos cosas de la vieja ciudad. Personalmente, no puedo quejarme, por fin he construido mi pequeño estudio de grabación, no es gran cosa, pero ha sido mi sueño desde que era un crío”.
A Portugal le trajo la diseñadora Fernanda Pereira, con la que se casó y tuvo dos hijos. La mayor, Nadja, compone a medias con su padre Praise, una de las canciones del nuevo disco, donde además recita en portugués. “Escribió un poema, que es el que aparece en la canción. Fue muy profesional. Lo clavó en un solo día. Pero no quiere escuchar el resultado”. Al parecer, ni Nadja ni el pequeño, Jamie, le han salido artistas. “Yo creo que como su madre y yo trabajamos en el campo de las artes, ellos tienen algo dentro. Pero también que, como les pasa a muchos críos, quieren diferenciarse de sus padres, y por eso siguen un camino distinto”.
No le gusta demasiado hablar de su familia. La ventaja es que, a veces, sus discos parecen hacerlo por él. Por ejemplo, su segundo álbum, Young Prayer (2004), era un homenaje a su padre, que acababa de morir de cáncer. en 2015 publicó Panda Bear meets the Grim Reaper, que gira sobre la paternidad. En 2022 editó un precioso disco firmado a medias con otro expatriado residente en Portugal, el británico Sonic Boom. De su título, Reset, se podía deducir que ese “reiniciar” se refería a la vida tras su divorcio de Fernanda Pereira. El nuevo disco, publicado el 28 de febrero, lo ha titulado Sinister Grift. ¿A qué se refiere con “siniestra estafa”? “Es esa mentira que nos contamos según la cual si somos listos, tenemos cuidado y hacemos las cosas bien podemos evitar el sufrimiento, el arrepentimiento o hacer daño a otras personas o a nosotros mismos. Y no es verdad”.
Escuchado esto, uno creería que es un disco triste, que habla de traumas sin superar, pero no lo es, suena hasta alegre. Dentro de la intrincada discografía de Panda Bear es uno de los más bonitos. La portada es una obra de su actual pareja, la artista y componente de Spirit of The Beehive, Rivka Ravede y el contenido es ensoñador y atmosférico, casi vintage en el uso de los efectos y casi psicodélico en el ritmo hipnótico, tiene momentos tristes, pero en general suena reconfortante. Entre las colaboraciones, además de Cindy Lee o Cass McCombs ha contado con los otros tres componentes de Animal Collective, algo que no había hecho hasta ahora. Esta semana lo presenta en España. Hoy toca en Zaragoza, mañana en Barcelona, el miércoles en Valencia y el jueves en Madrid. “Yo lo veo como que empieza optimista, pero hay un personaje central que va derrumbándose hasta chocar contra el suelo. Pero no quería dejarlo ahí, así que que el disco termina con él encontrando una salida”. ¿Hay siempre una salida? Piensa un momento antes de contestar: “Hay que creer que sí. Míranos, somos gente afortunada”.
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