El dolor (y la esperanza) de una madre: “Yo echo de menos a mi niña, a mi Ana. Pero Gata Cattana es una forma de tenerla”
Ana María Llorente, la madre de Gata Cattana, habla de la pérdida pero también de la esperanza. La artista fallecida a los 25 años ha dejado una legión de fans, una beca con su nombre en la Universidad de Córdoba y una antología de obra, ‘Poesía completa’
“Mi hija podría haber llegado a donde quisiera. Aún estaban empezando a escucharla. Cuando alguien tiene una experiencia, el conocimiento y la calidad aumentan. La tristeza más grande es que ella no pudiese apenas disfrutar de ese camino. Se fue en el momento que empezaba a andar. Pero Gata Cattana sigue avanzando sola”. Ana María Llorente, la madre de Ana Isabel García Llorente (Adamuz, 1991-2017), más conocida como Gata Cattana, fallecida con apenas 25 años en 2017 a causa de un shock anafiláctico en Madrid. La Gata tenía muchas facetas: era rapera, politóloga, activista y poeta. Fue de las primeras mujeres en abrirse un hueco en España en el cambio que dio la música urbana a la industria musical en 2016. Su leyenda no ha hecho más que agrandarse y el eco de su voz sigue sonando.
Su madre, junto a su hermano Antonio y su padre Andrés, han recopilado toda la obra literaria de Gata Cattana por primera vez en un solo volumen, publicado por Aguilar. Juntan La Escala de Mohs y No vine a ser carne, pero también dos poemas inéditos y algunos manuscritos a puño y letra. “Lo encontramos de casualidad. Estaba arreglando una estantería y en mitad de una enciclopedia había un folleto. Había dos poemas que estaban muy bien y fue como, ¿por qué no los subimos?”, relata Ana María Llorente. “Es muy triste que una persona así de joven que está casi en el inicio ya tenga una obra completa. Está como diciendo: hola, aquí estoy yo, pero a la vez se despide”.
“Nací vieja”, escribía Gata Cattana en su relato literario Juventud. Ana Isabel Llorente tenía una visión amplia de la historia. Sus referencias iban de Fidias y Platón a Rosa Luxemburgo o a la rapera Keny Arkana. Era consciente de la importancia de trascender por las ideas y conectar el pensamiento actual con el clásico. “Siempre fue muy madura para su edad, iba con un libro y una libreta bajo el brazo. Amaba hablar con sus abuelos y la gente mayor”, recuerda su madre. Estudió Ciencias Políticas, un Máster en Política Internacional y era experta en la Guerra Civil. Desarrolló una mirada de análisis hacia el pasado, pero con el foco en el futuro: era rebelde y reivindicativa y con la esperanza de cambiar las injusticias sociales.
“Ana murió poco antes del 8M. Cuando salí a la Gran Vía aquel año me encontré con una manifestación enorme de mujeres. Empecé a ver las pancartas con la cara de Ana, altavoces donde sonaba Lisístrata… [suspira] Me quedé alucinada”. Hoy esa canción es todo un himno feminista. ¿Ayuda esto a sobrellevar el duelo? “Yo… echo de menos a mi niña, a mi Ana. Su risa, su bronca, su jaleo. Ella se ha ido, pero Gata Cattana, pues… Es una cosa más grande que yo. Eso me reconforta. Es una forma diferente de tenerla, de levantarme con ella y enfrentarme al día juntas”.
Entre 2016 y 2017 su música corría por las redes y grupos de WhatsApp. “Esta tía va a cambiar el panorama”, se lee al revisar comentarios antiguos en sus temas de YouTube. Toda la escena del hip hop español la respetaba como a pocas mujeres se ha respetado en el machista mundo del rap. “Sin ser mainstream llegaba a una cantidad de gente a la que nunca se había llegado de esa forma”, defiende el rapero Juancho Marqués, amigo de Gata Cattana. “Es una sensación de pena artística infinita. Vuelvo a ella y sigo encontrando cosas nuevas”, asegura. “Vine de la tierra y a la tierra voy, más que agradecida”, cantaba la Gata en De la tierra, precisamente con Juancho.
Murió antes de publicar Banzai, su primer álbum. Nunca pudo defenderlo en directo. Durante estos años ha conseguido más de 30 millones de reproducciones solo en Spotify. Hasta 70.000 personas las siguen escuchando cada mes en la plataforma. Y una curiosidad: la gente sigue pidiéndole colaboraciones. “Llevo sus redes desde hace tiempo y hay artistas de latinoamérica e incluso marcas que le piden colaborar”, desvela Ana madre. “Es la mayor prueba de que su obra sigue viva. Me da mucha alegría ver que tanta gente la escucha. Ella fliparía, tenía un humor muy sarcástico y diría: madre mía, la que he montao”.
El ejército de la Gata
“10.000 oyentes bien usados son un ejército”, rapea en uno de sus versos más icónicos de Banzai. Siempre fue consciente de la capacidad de los productos culturales para influir en las ideas de una sociedad. ¿Qué queda de aquella armada? “Sigue viva, pero por ellos mismos. Ana ha ayudado, pero solo en poner palabras a los pensamientos”, continúa su madre. Gata Cattana describía el sentir colectivo de la época. Tan solo soy el medio, reconoce con el título de otro de sus poemas. “Algunas veces también me pegaba algunos zascas buenos. ¡Me ponía a caldo!”, reconoce su madre, riendo. “Y Ana, hija, qué poco sabes de la vida / Todo eso es verdad. Que no hemos trabajado / ni un solo día / Lo dices como si fuera el progreso [...] Somos jóvenes pero no somos idiotas”, escribe Gata Cattana como si hablase con su madre en el poema Todo lo demás, no.
“La entiendo, ella estaba en contra del poder. Y yo era el poder en ese momento. A veces, le preguntaba que por qué iba a las manifestaciones, que iba a pasarle algo”. “Tengo que estar allí, no estoy feliz con lo que está pasando. Si no nos movemos no va a cambiar nada”, le respondía su hija. Ahora, Ana madre reconoce que este poema es uno de sus favoritos, junto a A Madrid. “Me encantaría que estuviera aquí para saber qué pensaría sobre el mundo actual”.
Su influencia es tal que la Universidad de Córdoba ha querido honrar una beca con su nombre: UCO Gata Cattana, un programa e inclusión social para las personas en situación económica precaria. “Una vez llegó a casa enfadadísima porque una amiga suya tuvo que dejar la carrera porque no tenía para estudiar. Creo que lo de la beca es lo más bonito que podían haber hecho en su nombre”, opina su madre.
“Aprendí a implicarme con los otros, los que no son como yo, a implicarme hasta el fondo, hasta donde duele. Aprendí incluso a ser simpática y a aproximarme al dolor ajeno”, escribe Gata Cattana en Vivir no es sólo respirar. “Es una como yo cada dos siglos, ¿sabes?”, cantaba con su chulería en Banzai. Gata Cattana fue única, inspiradora e irrepetible, pero artistas mujeres como Tribade, Las ninyas del corro, Sara Socas, Free Sis Mafia, Huda, Sofía Gabanna o las poetas Noelia Cortés y Jara López la reivindican constantemente. El legado es innegable. Tanto, que antes de morir ella pidió que donasen sus órganos. “Su corazón aun vive, pero en el cuerpo de otra persona. Era generosa hasta para eso”, sentencia Ana madre.
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