“Ya está, no volveré a trabajar”: Kyle MacLachlan, la enigmática estrella que lleva 40 años aprovechando su última oportunidad
El muso de David Lynch ha interpretado a todo tipo de personajes oscuros y a la vez encantadores en cine y televisión y tiene en su haber varios tótems de culto, de ‘Dune’ a ‘Twin Peaks’ pasando por ‘Showgirls’. Desde ayer ha añadido otro: la esperada adaptación de ‘Fallout’
Una botella de vino tinto selló su entrada en el cine. Se la envió David Lynch a la habitación del hotel en el que Kyle MacLachlan (Washington, 65 años) descansaba tras una jornada en la que su papel de Paul Atreides en Dune parecía a punto de volatilizarse. Su pelo no encajaba, era demasiado lacio, no era el de un líder. La presión era inmensa, Dune era una adaptación esperadísima y MacLachlan era un enamorado de la obra original, pero el poderoso productor Dino De Laurentiis no estaba convencido de que fuese el adecuado. Sí lo estaba David Lynch, el director de moda gracias a las ocho nominaciones al Oscar de la extraordinaria El hombre elefante(1980). Lynch lo tuvo claro desde el principio, aquel era su chico e iba a serlo durante muchos años.
Aquella película monumental y fallida marcaría el inicio de una amistad que aún perdura. Además de Dune, Terciopelo azul y la serie Twin Peaks original, MacLachlan ha aparecido en la película de Twin Peaks, Fuego camina conmigo, y su secuela televisiva 2017, Twin Peaks: El retorno. Antes de Dune solo había aparecido como extra sin acreditar en la inquietante Al final de la escalera (1980). Su experiencia era teatral. Unos meses antes de recibir aquella botella de vino estaba en el escenario, interpretando al Damis de Tartufo. Un agente de casting de Dino de Laurentiis que rastreaba escenarios en busca de un nuevo rostro al que encumbrar (algo similar a lo que había hecho para encontrar a la protagonista de King Kong, Jessica Lange) lo vio y lo demás es historia. Tenía 20 años y aquel fue el primero de una larga lista de papeles que le han otorgado un lugar en el olimpo del cine y de la televisión. Por encima de todos, el agente Cooper de Twin Peaks.
Hay rasgos comunes en todos sus papeles: son seres con una apariencia tan impoluta que roza la parodia, pero con una vida interior exuberante, “como un boy scout que navega por el inframundo”, han escrito de él. “Kyle interpreta a inocentes interesados en los misterios de la vida”, afirmó David Lynch. “Es la persona en la que confías lo suficiente como para adentrarte con él en un mundo extraño.” Hay mucho en él de galán clásico: su pelo perfecto, su mandíbula cuadrada, su aire patricio. Es fácil ver en él a un James Stewart que hubiese abrazado su lado oscuro. Para Lynch es un Errol Flynn moderno y en Un toque rosa (2004) interpretó a Cary Grant.
Desde ayer suma un nuevo papel de culto a su filmografía: es uno de los protagonistas de Fallout, la adaptación del videojuego superventas que acaba de desembarcar en Amazon Prime Video. Una serie que también muestra un mundo idílico que es una mera fachada, un futuro postapocalíptico disfrazado de los apacibles años cincuenta en el que trozos de cuerpo vuelan por la pantalla.
Un barco se hunde
No iba para actor, sino para cantante. Fue su madre, directora de un programa de teatro juvenil, quien le inculcó el amor por las tablas. MacLachlan, hijo de un abogado y un ama de casa, es el mayor de tres hermanos, la perfecta familia republicana de clase media. Un buen hijo y un compañero intachable para los alumnos de la escuela de teatro de Seattle, todos celebraron la suerte que tuvo al cruzarse con Dune. Su formación le encaminaba hacia el teatro clásico, pero de pronto se encontró cabalgando sobre un gusano gigante al lado de Sean Young y Sting en taparrabos. Su debut en el cine fue todo menos pacífico. Dino De Laurentiis quería poner superar a La guerra de las galaxias, pero David Lynch tenía muchas ideas propias respecto al universo de Frank Herbert y Dune acabó convertida en uno de los mayores fiascos de Hollywood. El montaje final duraba cinco horas, pero los productores la redujeron a la mitad y la volvieron incomprensible. Fue un fracaso de crítica y público y supuso un lastre para la carrera de MacLachlan. Terciopelo azul, también dirigida por Lynch y producida por De Laurentiis, iba a ser su siguiente proyecto y quedó postergado tras el fracaso de Dune. Puede que sólo su madre se sintiera aliviada; se oponía tajantemente a que su hijo aceptase un papel en una película que, en su opinión, banalizaba el maltrato a las mujeres.
Cuando el teléfono dejó de sonar se mudó a Los Ángeles, veía como su carrera se desvanecía. “Era como un barco, podías sentirlo hundirse. Me dije: todo irá bien, tengo dinero para vivir y mi trabajo en Dune estuvo bien, solo necesito hacer otra película”. Pero esa segunda película no llegaba. Pasó de audición en audición sin ningún resultado positivo. “Me levantaba, iba al gimnasio, hacía ejercicio, volvía a casa, usaba hilo dental, limpiaba el apartamento, hablaba por teléfono. Fue un mal momento”, confesaría años después instalado ya en el éxito. “Los actores tenemos un sentido del humor oscuro”, confesaría a The Guardian. “Siempre que acabamos un proyecto decimos: ‘Bueno, ya está, nunca trabajaré otra vez”. El chiste casi se le cumple. Estuvo a punto de colarse en Top Gun (1986), pero aquello nunca llegó a puerto. Apenas llevaba cinco minutos en Hollywood y ya era mercancía dañada.
Sí contó con él Oliver Stone, que le ofreció el papel que acabaría interpretando Charlie Sheen en Platoon (1986). Pero MacLachlan no se sintió cómodo con la violencia y la oscuridad del guion y desechó el papel. Entonces Di Laurentiis ofreció a Lynch un presupuesto ínfimo para rodar Terciopelo azul y los amigos volvieron a juntarse. “David Lynch me sacó de la oscuridad”, reconoce, aunque si atendemos a criterios puramente cinematográficos, realmente lo sumió en ella: el de Jeffrey Beaumont es el papel más inquietante de su carrera. “Sí, las cosas que hice con Isabella (Rossellini) fueron enfermizamente eróticas”, reconoce.
La película recibió un fuerte varapalo del crítico Roger Ebert, que la consideró degradante para Rossellini. Recientemente la actriz, que por entonces era pareja de Lynch, ha reivindicado su papel como la decisión de una actriz adulta que sabía lo que iba a interpretar. Durante el rodaje, MacLachlan también estaba preocupado por cómo se vería una película sobre una mujer maltratada. “Confiaba en que David lo haría de tal manera que esas escenas fueran realmente ofensivas y no eróticas, que fueran horribles. Esa era mi única preocupación: que no pareciera que el trato cruel a las mujeres es bueno”.
Stone no había logrado convencerle para ser uno soldado en Vietnam, pero sí para ser el Ray Manzarek de The Doors (1991). El actor se aprendió todas las canciones de The Doors y confiesa que fue uno de sus rodajes favoritos. Y entonces su amigo David Lynch le habló de Twin Peaks, una prolongación del universo de Terciopelo azul. Todos pensaron que sería un piloto que se acabaría convirtiendo en una película (eso pasaría años después con Mulholland Drive). Después de todo, ¿qué pintaba un tipo tan raro como Lynch en televisión? Pero FOX se entusiasmó con el proyecto. Twin Peaks se convirtió en un fenómeno de culto y a la vez en una rompedora de audímetros. Los acordes de la hipnotizante banda sonora de Angelo Badalamenti resonaron en medio mundo y sus actores, la mayoría desconocidos, se convirtieron en estrellas. Y al frente estaba Dale Cooper, el atildado agente del FBI fascinado por el café, la tarta de cereza y los abetos Douglas, alguien que puede mantener una conversación seria y respetuosa con una mujer que acuna un leño.
Se entregó en cuerpo y alma al personaje, aunque afirmó estar algo perdido con la trama. “No entiendo todo Twin Peaks. ¡Los fans lo entienden mucho más que yo! Cuando David te dirige, a veces es difícil seguir todo lo que intenta decir”. El actor reconoció en The Guardian que en su personaje más célebre hay más de Lynch que de él mismo. “Hay mucho de mí en él y es absolutamente mi personaje favorito. Soy una persona bastante positiva, tengo buen carácter, disfruto mucho de las cosas o momentos sencillos, ya sea un café o una tarta. Pero agregué muchos de los rasgos de David al interpretarlo, ya sean vocalizaciones o frases particulares que dice David. En realidad, Dale Cooper es David, no yo.”
Aunque en la serie mantenía una intensa tensión sexual a ritmo de discos de jukebox y chasqueos de pulgares con Audrey Horne, no fue de su intérprete, Sherilyn Fenn, de quien se enamoró, sino de Lara Flynn Boyle, la actriz que interpretaba a Donna. Se convirtieron en la pareja de moda y los tabloides hicieron el agosto con las supuestas tensiones entre Boyle y Fenn. No era la primera vez que mantenía una relación con una de sus coprotagonistas: durante el rodaje de Terciopelo azul se había enamorado de Laura Dern. Pero ninguna de sus relaciones fue tan mediática como la que mantuvo con la modelo Linda Evangelista. Se conocieron en una sesión de moda en 1992, él acababa de romper con Boyle y ella se había divorciado tras cinco años casada con Gérard Marie, entonces jefe de la sucursal parisina de la agencia Elite. El actor y la modelo llegaron a comprometerse, pero cuando aparecieron unas imágenes de ella con el portero de la selección francesa Fabien Barthez, el portavoz de la modelo se vio obligado a reconocer que la pareja “se había distanciado lentamente”.
Hay algunos personajes disonantes en su carrera. Fue el malvado de Los Picapiedra (1994) y el chulesco Zack Carey de Showgirls (1995), uno de sus grandes aprendizajes. Interpretó un papel previsto para Dylan McDermott y durante el rodaje sintió que todo funcionaba, que estaban haciendo un espectáculo grandioso... hasta que la vio. “Fui a verla y me quedé atónito. Dije: ‘Esto es horrible. ¡Horrible!’ Es una sensación parecida al hundimiento cuando estás viendo la película y aparece la primera escena y piensas ‘Es mala, pero la siguiente será mejor’. Y de alguna manera intentas convencerte de que todo va a mejorar... y simplemente empeora”. Había aceptado el papel en Showgirls por su profunda admiración por el director Paul Verhoeven, pero el resultado no se ajustó a lo que esperaba. “No lo vi venir.” reconoce. “Fue simplemente el material equivocado, el director equivocado y el reparto equivocado”. También hubo películas que merecieron más suerte como El efecto dominó, una de las primeras películas que mostró el camino al cine de catástrofes cotidianas del presente, en la que la humanidad muestra su verdadera cara sin necesidad de un monstruo infrahumano como amenaza.
El regreso a la televisión
Los guionistas de Sexo en Nueva York, Michael Patrick King y Jenny Bicks, se acercaron a él como fanáticos de Twin Peaks. Consideraban que era perfecto como pareja de Charlotte, el personaje de Kristin Davis. Sobre el papel cuesta pensar en alguien más perfecto para encarnar a Trey. Era el año 2000, la serie de moda y en ese momento estaba empezando su relación con la productora televisiva Desiree Gruber (siguen casados y tienen un hijo), que vivía en Nueva York. Era el trabajo perfecto, aunque su personaje no lo era tanto. “Tenía la esperanza de que estuviesen trabajando en un tipo viril, una especie de John-John Kennedy. Pero luego me dijeron: queremos que tenga problemas maternos y de impotencia”.
Si era el marido ideal para la perfecta Charlotte, ¿cómo no iba a serlo para la pluscuamperfecta Bree Van de Camp? Marc Cherry le regaló un maravilloso papel en otra de las series que definiría la televisión de los 2000: Mujeres desesperadas. Llegó para un par de capítulos y se quedó hasta el final de la serie. Que la mitad de los que escribían en las salas de guión idolatrasen Twin Peaks permitió que su agenda no estuviese nunca vacía. Ni siquiera sabía que era Portlandia, pero cuando Fred Ardmisen y Carrie Brownstein lo llamaron aceptó convertirse en el alcalde de la localidad más hipster de la televisión. También dijo sí a ser El Capitán en Cómo conocí a vuestra madre. En todos los papeles que le ofrecían había algo del incontenible entusiasmo infantil de Dale Cooper. Era el candidato perfecto para interpretar la clase de varón heterosexual que sabe que el tónico se aplica antes que la hidratante.
Y en 2017 los sueños de los fans de Twin Peaks se hicieron realidad: la serie volvió con nuevos capítulos y él se encontró interpretando a cuatro personajes, el mayor reto de su carrera. “Tuve miedo, pero estaba David. David no va a dejar que fracases. Él te dejará hacer lo que tengas que hacer”. Los seguidores de Lynch y MacLachlan siguen esperando una nueva colaboración e indagan en las muchas publicaciones del actor en su cuenta de Instagram buscando mensajes ocultos. No hay nada previsto, pero cuando el director se acerque con una propuesta, MacLachlan sabe que, sea lo que sea, le dirá que sí.
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