Alizzz, rey del nuevo pop español: “Vivo muy bien, pero sé lo que es ir pelado. No estoy desconectado del mundo”
El cantante catalán ya ha firmado todos los éxitos posibles de la música reciente. Ahora quiere llegar aún más lejos en su carrera en solitario con su nuevo disco, ‘Boicot’, publicado el pasado viernes
El sándwich mixto (bikini, en Cataluña) del hotel en el que se hace esta entrevista está rico, pero no tan rico como el que Alizzz comió justo una semana antes, preparado por el chef personal de Alejandro Sanz, en la casa del músico. Alizzz, que en realidad se llama Cristian Quirante (Sant Boi de Llobregat, 38 años), lo recuerda como una cosa epifánica. “Estaba increíble… llevaba como una especie de virutas y se deshacía en la boca”. Si el autor del Corazón partío ha contado con la mano de este productor en lo próximo que vaya a sacar, está de suerte. Últimamente, a Quirante le cuesta más meterse en la piel de otros. En 2021 sacó su propio disco, Tiene que haber algo más, y en 2022, se dedicó a presentarlo en directo. Dejó de ser el ingeniero que se sienta en el estudio haciendo brillar la música de los demás —con Antes de morirme, la canción que lanzó al mainstream a C. Tangana y Rosalía, marcó cómo sonaría el pop español del futuro inmediato— y pasó a ser el cantante que defiende lo suyo en el escenario.
Además, se metió en varios charcos con toda la intención, como cuando publicó su primer tema en catalán, Qué pasa nen, días antes de su macroconcierto gratuito en las fiestas de la Mercè de Barcelona. Ahí canta “burguesia intel·lectual, podeu menjar-me la polla”, que mucha traducción no necesita, y reclama su orgullo de pertenencia al Baix Llobregat, la comarca que concentra gran parte de la periferia urbana de Barcelona. Ahora que ha dejado un poco la fiesta, ha incorporado la protesta social. “Escupe a tu jefe, quémale el carro, vuelve al tabaco” canta en Todo está bien, un tema que pide ser coreado a gritos en sus conciertos.
En una entrevista dijo que los famosos son egocéntricos y que se detecta esas ya esas trazas. Cuando tienes tu proyecto, en el que eres el centro, el cantante, el compositor, el que esta ahí dando la turra con el micrófono, te vuelves más egoísta. Yo antes era muy generoso: hacía canciones para los demás. Ahora soy mas celoso de mi tiempo y me cuesta hacer el esfuerzo de meterme en la piel de otro, pensar en lo que le está pasando. Al estar mas focalizado en yo, yo, yo, porque estás hablando de ti todo el rato, te hacen fotos… he perdido un poco esa generosidad. Estoy menos involucrado en proyectos de otros, soy más picky [selectivo]. Ahora si me sale un temazo, no se lo doy a nadie, me lo quedo yo.
Todo está bien tiene aires de villancico. ¿Qué pasó con la electrónica? Me quedó una canción de más de seis minutos, muy rara de escuchar ahora. He publicado más de 200 canciones y ninguna se le acerca. Es una crítica a la hiperproductividad y a los problemas cotidianos que tenemos todos: por discurso, me entraba dentro de Boicot, el EP que voy a sacar, que es de canción protesta. Es un tiro en el pie hacer una canción así ahora, porque la gente no está acostumbrada. Es remar a la contra y boicotearme a mi mismo.
¿No teme que le digan: “Y usted qué sabe, que toma bikinis en casa de Alejandro Sanz?”. ¡Joder! Yo he tenido problemas de pasta. Ahora no, vivo muy bien, pero sé lo que es ir pelado. Y no estoy desconectado del mundo. A mi alrededor hay gente con problemas de todo tipo.
En Berlín, donde vivió de joven, llevaba una doble vida. De día trabajaba de ingeniero, con camisa y pantalones chinos, y luego se cambiaba y salía a pinchar. Ahora llevo solo una vida, excepto los días de los conciertos, que son una burbuja. Sales ante miles de personas y luego te vuelves en la furgoneta tú solo con tus pensamientos a tu casa a hacerte una pasta con tomate. Eso pasa factura. A mí, todavía no. Me siento bien siendo querido por muchos pero no necesito el amor de fanático.
¿Se esperaba todo lo que ocurrió con Qué pasa nen? Una diputada [Mar Garcia Puig, de UP] la recitó en el Congreso de los Diputados y en Cataluña no se habló de otra cosa durante días. Estoy contento de que mucha gente cogiera el guante y el bolígrafo y se pusiera a escribir. Cada día me levantaba por la mañana, entraba en Twitter y tenía cuatro o cinco notificaciones de artículos sobre la canción. Era mi primer pollo mediático y me gustó vivirlo. Creo que lo llevé bien.
¿Qué tiene la palabra charnego, que utiliza en la canción, que pone tan nervioso a todo el mundo? Hay veces que cuando pasa algo así que se vuelve mediático o viral es mejor no aportar el matiz y que la gente hable. Hay un matiz que no aporté: cuando yo digo que soy charnego, no lo digo con orgullo, no reivindico el charneguismo. Es como adoptar un insulto que te lanzan. Si me preguntas, no me considero charnego, porque mis padres son catalanes. Mi madre habla en catalán con acento de Girona, mi abuela materna es de Vilacolum de Dalt. Yo he sido castellanoparlante en casa, pero no me considero charnego.
En esa canción también habla de los trenes de cercanías, de la experiencia de vivir en la periferia. Yo he cogido el tren toda la vida, cuando estudiaba en la universidad, cuando trabajaba en Barcelona de programador y cuando salía de fiesta. Todo el que es del Baixllu conoce lo que es coger el primer tren de la mañana a las seis y media y volver destruido. Y el bus nit [nocturno], una experiencia peor que la del Cercanías, con gente vomitando, borrachos que te hablan… intentabas ir a la última fila a ver si podías dormir. Es un imaginario que todos los de periferia tenemos.
En sus canciones ha estado muy presente el imaginario del after, de la fiesta química y de la posfiesta. ¿Le da miedo perder eso con la madurez? Desde la pandemia, estoy en un periodo mucho mas tranquilo. Vivo una vida mucho más normie y escribo sobre otras cosas. En Boicot ya no hablo de la fiesta y muchas canciones van sobre espacios comunes, amor y desamor. Las escribo desde otro prisma, sin el punto de la vulnerabilidad del fiestero.
Se ha pasado a la canción protesta. Entre comillas. No me voy a hacer cantautor. Son canciones que critican diferentes cosas y en casi todas me incluyo. Tengo un tema que habla de la superficialidad de la sociedad y me tiro piedras a mí mismo. También en las estructuras musicales, intento pasar de cómo debe ser una canción. Estamos en un punto aburrido de cómo se hace música.
Hacer un hit ya sabe. Tiene muchos. Me aburre un poco componer siempre igual. Hay gente que puede tirarse todos los días haciendo algo muy parecido, los compositores que trabajan para distintos artistas: me parece admirable. O la gente que siempre hace lo mismo pero lo va perfeccionando. Como el reguetón como género, siempre es reguetón pero siempre le van dando una vueltecilla: el patrón rítmico, las baterías, la manera de producir. Dentro de un género muy estanco hay una evolución.
No se sabe mucho de su vida personal. No gano nada aireándola. Cuando pones tu nombre en Google ves lo que la gente busca: Alizzz pareja... edad... altura. Mantener eso para ti es bueno para la salud mental. Para la popularidad y estar en el candelero, para ser tema de conversación, cuanto más enseñes, más se habla de ti pero lo que me aportase eso lo perdería por otro lado.
Escribe desde una óptica masculina y heterosexual. ¿Le da vueltas a eso? Las cosas las escribo como me salen. Creo que tampoco soy políticamente incorrecto, no son cosas cancelables. Pero sí que me parece curioso que, más de una vez, bastantes veces, me han dicho mujeres, personas del colectivo LGTBQ, que escribo desde un punto de vista de tío hetero pero con una masculinidad mas vulnerable.
Ha trabajado con muchos artistas y dice que a menudo no se reconoce el trabajo técnico de las cantantes. Hay un sesgo respecto a la capacidad técnica de las mujeres artistas. Hay gente que no se acaba de creer que haya artistas mujeres que forman parte del proceso de producción, como Ariana Grande. Ella se edita sus voces, que es un proceso muy técnico de estar en el ordenador dale que dale, pero nadie cree que lo haga ella.
A Rosalía sí se le reconoce. Ella lo ha tenido que explicar, y mucho, y seguro que hay gente que aún cree que es marketing. Nathy Peluso también.
Se dice que Antes de morirme es el big bang del nuevo pop. ¿Eran conscientes? En ese momento era imposible, pero sí tenía la sensación de que estábamos aportando algo realmente interesante, no solo por juntar a los dos artistas más importantes de los últimos diez años en España en el primer tema que consigue romper la barrera de lo que era una música de nicho y qué era mainstream. Podríamos haberlo hecho nosotros o podrían haberlo hecho otros. Rick Rubin, el productor, dice que los grandes inventos ya están entre nosotros, y solo esperan a que alguien los materialice. Cualquiera lo puede hacer, el que esté más atento al universo o a la oportunidad es quién lo logrará.
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