El cerebro en la sombra del nuevo pop español
El barcelonés Alizzz, que está detrás del éxito de C. Tangana, tiene un plan para que su vanguardia musical conquiste las masas. El número uno ‘Tú me dejaste de querer’ es su última maniobra
El visionario de la nueva ola del pop español estuvo a punto de cargarse, involuntariamente, la carrera de Rosalía. Para iniciar esta historia hay que dirigirse a una canción, Antes de morirme, de 2016. C. Tangana y Alizzz estaban trabajando en ella, en su anhelo por tender un puente entre la vanguardia y el pop masivo. Salir de su madriguera para conquistar el mundo. “Cuando ya casi la teníamos terminada C. Tangana me dijo: ‘He conocido a una chica que canta flamenco y puede encajar’. Yo le intenté convencer para que lo hiciese solo. ‘¿Seguro que quieres involucrar a otra persona?’. Él insistió, así que al final lo hicimos. Está claro que él tenía razón”, cuenta Alizzz mientras ríe, sentado en un sofá de un estudio de grabación madrileño. Rosalía tenía 22 años e iba a empezar a ser conocida a partir de entonces.
Si trazamos una línea que una Antes de morirme (121 millones de escuchas en Spotify) con la canción que acaba de publicarse, Tú me dejaste de querer (la pieza de C. Tangana con La Húngara y El Niño de Elche producida y musicada por Alizzz, número uno en España), tendremos el trayecto de lo que es el nuevo pop español, algo que se ha ido fraguando en los últimos tres años y que no ha parado de expandirse. El cerebro de todo esto, que ha permanecido en un segundo plano, se llama Cristian Quirante, artísticamente Alizzz. Ahora da un paso al frente.
Alizzz acaba de llegar a Madrid desde Barcelona, donde vive. Está cansado. Lleva varios días de gestiones. Se ha convertido en un tipo ocupado y reclamado: lleva un sello discográfico, planea construirse un estudio de grabación, acelera con el nuevo álbum de C. Tangana, promociona una canción con Amaia Romero (El encuentro), prepara su disco en solitario, trabaja con Jorge Drexler, con Andrés Calamaro… “Hay dos cosas que me fascinan de Cristian: que es muy instintivo y hace las cosas como le late el corazón, y que ha decidido vivir como un artista, sin plan b”, señala por teléfono el músico madrileño C. Tangana. “Crea cosas con sentido de manera rápida y natural”, añade Amaia Romero desde su confinamiento, después de dar positivo por coronavirus.
Cristian/Alizzz habla con tranquilidad y prudencia, a mucha distancia de las bravuconadas de algunos protagonistas del género urbano. Es compositor y productor musical, un hombre orquesta que está consiguiendo que los ordenadores con los que fabrica sus canciones lloren, sientan y se estremezcan. “Los prejuicios van en contra del arte. Si no disfrutas un concierto de Rosalía porque no lleva músicos es una cuestión de prejuicios, porque es un espectáculo maravilloso. El autotune [un procesador para afinar y distorsionar voces] es una herramienta para hacer música. Es absurdo ser negacionista. Es como ir en contra de las guitarras”, explica con un tono más didáctico que provocador para a continuación desvelar la historia de su nombre artístico: “Hay un dj que se llama Actress. Siempre estaba en la sombra en los conciertos. Me gustaba eso de ser esquivo, el no saber si es un hombre o una mujer. Me quería poner un nombre de chica, para despistar. Como me gustaba el grupo Alice In Chains decidí algo parecido. Puse las ‘z’ para hacerlo más personal: Alizzz”.
La biografía de este músico barcelonés de 36 años contiene detalles que pueden diseñar el perfil de un joven de este tiempo. Nacido en Castelldefels (Barcelona), estudió Ingeniería de Telecomunicaciones y cuando acabó consiguió un empleo de programador. Seguidor de Blur, Oasis o The Cure, en un Festival de Benicàssim vivió una epifanía durante una sesión de electrónica. “Flipé. Desde ese momento, yo quería hacer eso. Me bajé un programa de Internet y empecé a crear música”, explica. Descubrió la plataforma de Internet SoundCloud y expuso sus creaciones. Hijo único de familia trabajadora (su padre tiene un taller de reparación de camiones y su madre trabaja en casa), se independizó a los 19 años.
Harto de su trabajo oficinesco se marchó a vivir a Alemania después de un desamor. “Recalé en Berlín con 26 años. Hice unas prácticas en una empresa tecnológica. No me gustó, así que me dediqué durante un año a ir mucho de fiesta y a tener mis primeras experiencias pinchando”. Cuando se quedó sin dinero volvió a Barcelona “con el rabo entre las piernas, a retomar el trabajo de programador”.
Su primer disco, Whoa! (2013), le permitió pinchar en Japón, Estados Unidos, Europa o Australia. En 2014 intima con C. Tangana, que buscaba socio para pulir su propuesta musical. El movimiento de la música urbana (trap, reguetón, hip hop… con la calle como generador de estilos y mezclas) bullía en ese momento, pero no salía de su nicho. “Coincidí con C. Tangana en un festival en Santander. Nos pusimos súper pedo. Estuvimos hablando mazo. Le dije que me gustaría hacer algo con él, pero con intención pop, que rompiese la barrera del underground y que lo escuchase todo el mundo. De esa conversación de borrachos salió Antes de morirme”.
Llegaron otras producciones, como Becky G (el exitazo Booty), Javiera Mena, Lola Índigo, Cupido, Aitana… y todo lo de C. Tangana. ¿Las claves de este nuevo pop? La consistencia sonora de la electrónica anglosajona mezclada con cierta simbología española, el extrarradio, la rumba, los jaleos, el chándal de Gucci, los enjambres de pisos, los relojes de oro falso, Los Chichos, el autotune, la guitarra española… Todo tiene su hueco, pero con cuidado: la línea que separa lo hortera de lo elegante es tan fina que hay que ser extremadamente personal para no cruzarla. “Creo que se ha abusado de imitar modelos de fuera: Estados Unidos, Francia, Latinoamérica... Siempre me han interesado los artistas que indagan en lo español”, aporta C. Tangana.
Las canciones no suelen durar más de tres minutos y desempeña un papel primordial el vídeo. “Todo el rato tienen que pasar cosas. La tecnología nos ha jodido la cabeza y no somos capaces de atender si no es con estímulos constantes. Ahora es más complicado hacer una canción larga. Por ejemplo, Whole Lotta Love, de Led Zeppelin, que es un temón, dura más de cinco minutos. Ese tipo de ideas dentro de lo que es la música popular actual cuesta más que funcionen”. Aunque su apariencia sea sosegada, reflexiona: “Tengo un aspecto relajado, pero no soy una persona tranquila. Hago todo el rato cosas, tengo cinco conversaciones abiertas a la vez: por mail, por whatsapp... Mi cabeza va muy rápido. Tengo una necesidad de estímulos, bastante acorde con los tiempos que vivimos. Estoy necesitado de hacer cosas constantemente. No soy muy tranquilo, no”.
Alizzz confiesa una influencia del pop clásico español. “Los Secretos y Antonio Vega son fundamentales en mi formación. Y una canción como Lobo hombre en París, de La Unión, es genial. El otro día hice una versión. Pero mi grupo favorito es Los Planetas. También Extremoduro, por supuesto. Vuelvo continuamente a discos como Deltoya o ¿Dónde están mis amigos? Robe Iniesta es un genio. No habría cosa que más me gustara que trabajar con él”, comenta.
Tras la entrevista asoma por el estudio Jorge Drexler. Luego llegará C. Tangana. Los dos van a pasar la noche grabando con Alizzz. Terminarán a las ocho de la mañana. Mientras el mundo del entretenimiento camina tambaleante, sin saber qué camino seguir, noqueado por el devastador golpe de la pandemia, un grupo de gente ha aprovechado para posicionarse en la primera línea.
Babelia
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