Ni Rocky basta: así se recicla una leyenda del cine de acción clásico en superhéroe
Sylvester Stallone protagoniza y produce ‘Samaritan’, donde, a sus 76 años y con la ayuda de varios dobles, claudica ante las convenciones digitales del género de los superpoderes
Un misterioso y solitario basurero defiende a un niño de unos matones, y este empieza a perseguirle y suplicarle que le enseñe a pelear como él. Podría ser el argumento de una película clásica de Sylvester Stallone, pero estamos en 2022, así que ese basurero no es un hombre cualquiera: el niño cree que podría tratarse de Samaritan, un superhéroe desaparecido hace 20 años. La película Samaritan, estrenada el viernes 26 en Amazon Prime Video, es el nuevo intento de la estrella de Rocky (1976) por acercarse al público juvenil en plena era Marvel. Y no es, ni mucho menos, el primero: está presente también en el universo de la compañía, interpretando a Stakar en la segunda entrega de Guardianes de la Galaxia (2017), y en el universo de DC, dando voz al tiburón Nanaue de El Escuadrón Suicida (2016). También en los noventa, antes de que llegara el auténtico bum de los superhéroes en la pantalla, tanteó el terreno con Juez Dredd (1995), a la sazón uno de los grandes fracasos de su carrera.
Lo interesante de Samaritan, que el propio Stallone ha producido a través de su sello Balboa Productions, es que, junto al componente superheroico, hay también un halo de las añejas historias de vigilantes callejeros y el punto social que siempre ha dado personalidad a la filmografía del actor: un entorno vecinal y una familia desestructurada ocupan el centro de la narración. Lleva a los superhéroes al terreno de Stallone. Otra peculiaridad es que no se trata exactamente de una adaptación, puesto que el tebeo previo es un derivado que realizó el propio autor del guion, Bragi F. Schut, antes de que esta se produjera.
Stallone, que esta semana ha sido también noticia por divorciarse de Jennifer Flavin, la mujer con la que llevaba 25 años casado, ha demostrado a lo largo de su carrera gran sagacidad para entender las modas. Aunque el experimento de Juez Dredd no le funcionó, el movimiento tenía sentido en un contexto donde habían triunfado los dos Batman de Tim Burton (1989 y 1992) y estaban anunciados los proyectos, nunca llevados a cabo, de un Spider-Man de James Cameron y un Superman de Burton con Nicolas Cage. Que los superhéroes eran un potencial nicho para las estrellas de acción era algo que también veía Schwarzenegger, entonces su gran competidor, que estuvo interesado en el mismo papel. Y el intérprete de origen italiano fue, sobre todo, una de las estrellas que mejor se anticiparon a la nostalgia ochentera: recuperó los icónicos personajes de Rocky Balboa en 2006 y de John Rambo en 2008 y, con ellos, propició su resurgir comercial.
La convicción con la que el actor ha apostado en estos últimos años por los superhéroes no es, tampoco, algo insólito. Actores procedentes de la lucha libre como Dwayne Johnson (que estrena en octubre Black Adam), John Cena (El Pacificador) o Dave Bautista (Drax en las sagas marvelianas de Guardianes de la Galaxia, Thor y Vengadores) se han integrado en el ecosistema aportando su condición de forzudos. Vin Diesel, voz de Groot también en Marvel, lo intentó en 2020 con Bloodshot. Estrellas femeninas de acción como Angelina Jolie y Michelle Yeoh igualmente reciclaron sus conocimientos de artes marciales en Eternals (2021) y Shang-Chi: La leyenda de los diez anillos (2021). Y el contrapunto lo pone Jason Statham, que en 2015 expresó de manera elocuente al medio italiano I 400 Calci su desinterés en este cine: “Cualquiera puede hacerlo. Podría llevar a mi abuela, ponerle una capa, le colocarían unos cromas detrás y después unos dobles entrarían a hacer toda la acción”.
Jugarse el tipo por el espectáculo
¿Puede alguien que ya era una estrella en los ochenta hacerse el superhéroe más de tres décadas después? Aquí entran los dobles. “Es normal que actores como Statham vean limitados sus movimientos con las técnicas con las que se ruedan estas películas”, dice a ICON el especialista español de cine Ángel Plana. “Pero hay otros a los que les potencian, sobre todo, si hablamos de gente tan mayor como Stallone o Harrison Ford”. En Samaritan, donde la acción es puramente fantástica y los esbirros salen volando a mamporrazos, las principales llaves y los movimientos más complejos que se ve hacer a Stallone, de 76 años, tienen lugar con él de espaldas, embutido en un abrigo con capucha; si bien, en otros momentos aislados, sí se le puede ver esforzándose en completar alguna coreografía. “Cuando no ves la cara al actor, no es él, es el doble. Obviamente todos van a tener que falsear si hace falta que el superhéroe pegue un salto de 30 metros o vuele, pero, en general, los sistemas modernos les han facilitado mucho el trabajo”, explica Plana.
Un actor popular por su incondicional defensa de implicarse en el plano físico es Tom Cruise, que nunca ha participado en una película de superhéroes. Durante el homenaje que le rindieron en la última edición del Festival de Cannes, donde se le entregó la Palma de Oro de Honor, Cruise justificó su afán en tomar parte en los movimientos de riesgo diciendo que siempre piensa “en el público y en su experiencia”. Para evitar el mayor número posible de efectos digitales, el protagonista de Top Gun: Maverick, aprendió, y enseñó a sus compañeros de reparto, a pilotar, según contó en The Graham Norton Show. Esto le permitía “poner la cámara en lugares donde normalmente no se puede”. Esta mentalidad es ya su marca personal: Cruise cuenta con un colaborador propio en el diseño y la ejecución, Wade Eastwood, con quien ha trabajado en todas sus películas de la última década.
“Tom Cruise vende muy bien esa imagen de actor al que no hay que doblar, pero es precisamente uno de los que más dobles tienen”, aclara Plana. “Él es muy bueno, porque no tiene miedo y puede llevar a cabo muchas de las acciones, lo que ayuda a que se le pueda doblar mejor. Te puede hacer un derrape, un trompo, salir a toda velocidad… pero luego el especialista es quien va a ir hasta el final la mayoría de veces, quien va a hacer el accidente o a conducir de forma estupenda”.
El propio equipo de Cruise distribuye vídeos de rodajes donde se le ve colgado de aviones en marcha o en lo alto de rascacielos de 800 metros. “Todo es absolutamente seguro, si lo hacen es porque lo han probado mil veces con sus sistemas de seguridad y con otros especialistas de su peso. Una producción no puede arriesgarse a que Tom Cruise sufra el más mínimo percance. En la famosa escena de Misión imposible: Nación secreta [2015, donde Cruise se cuelga de un avión en pleno vuelo], él va con un arnés completamente atornillado al fuselaje. Y de Top Gun he visto un vídeo y está todo tan sumamente bien hecho que parece que lo pilota él, pero el caza tiene dos asientos. El comandante despega y aterriza, pero puede dejarte pilotar a cierta altura sin problema, que es algo que además se oferta a precios accesibles”.
El especialista, con gran trayectoria en el cine español y al frente de una escuela con su nombre, la Escuela de Especialistas Ángel Plana, no cree que la hegemonía del cine de superhéroes o la intensificación de los efectos digitales tenga que ir necesariamente a la contra del espectáculo auténtico, la acción o la aportación de su gremio. Plana, que tiene el dicho de que “gracias a los especialistas existen los superhéroes en el cine”, considera que las técnicas modernas pueden contribuir a mejorar el nivel de lo que se ofrece, recordando que “en algún punto queda mejor no usar tanta ayuda digital y volver a la acción pura”. Y como ejemplo de sana convivencia en el moderno cine de acción entre las grandes hazañas físicas y el CGI, no duda en su referente: la saga Fast & Furious, con Vin Diesel, el propio Jason Statham, Dwayne Johnson o John Cena. “Son la prueba de que no se está perdiendo la espectacularidad. Tú miras las películas y no hay nada más impresionante. Es gracias a toda la tecnología que tienen detrás”.
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