La esposa de Sylvester Stallone, Jennifer Flavin, le pide el divorcio después de 25 años de matrimonio
La exmodelo ha puesto una demanda de separación en Florida. La pareja lleva junta desde 1988, casada desde 1997 y tiene tres hijas en común
Se le acabó el amor a Sylvester Stallone. Jennifer Flavin, exmodelo y esposa del actor, ha interpuesto una demanda de separación del intérprete de Rocky y Rambo, tal y como ha dado a conocer ella misma a la revista People. Flavin, de 54 años, y Stallone, que en julio cumplió 76, llevaban 25 años casados.
La pareja se conoció a finales de los años ochenta. Ella tenía apenas 19 y fue a Hollywood para visitar a una amiga. Entonces vio por primera vez a Stallone en un restaurante. Era 1988 cuando empezaron a salir. Él tenía 42 años y ya se había casado (y divorciado) en dos ocasiones. De su primer matrimonio, con Sasha Czack, tuvo dos hijos, Sage (que falleció en 2012 a causa de una arteriosclerosis, a los 36 años) y Seargeoh, que sufre autismo. La pareja rompió en 1994, y pocos días después ella se enteró de que él tenía una aventura con una modelo, Janice Dickinson, que unos meses después anunció su embarazo.
Al nacer Savannah, la hija de Dickinson, a principios de 1995, Stallone se sometió a un test de paternidad, por el que supo que la niña no era hija suya, e inmediatamente rompió con la modelo para, poco después, volver con Flavin. La pareja tuvo a su primera hija, Sophia, en agosto de 1996, y se casaron menos de un año después, en junio de 1997. Justo un año después llegó su segunda hija, Sistine, y en mayo de 2002 la tercera, Scarlet. Las tres jóvenes comparten, además de la S inicial de su nombre y apellido, su segundo nombre, Rose. El pasado mayo, la pareja celebró sus 25 años de matrimonio y dieron muestras de su afecto en las redes sociales.
Sin embargo, apenas tres meses después ha llegado la ruptura. Flavin ha sido la primera en contarlo: “Siento gran tristeza de anunciar que después de 25 años de matrimonio he pedido el divorcio de mi esposo, Sylvester Stallone. Aunque no seguiremos casados, siempre atesoraré los más de 30 años que relación que hemos compartido, y sé que los dos estamos comprometidos con nuestras hermosas hijas. Pido privacidad para nuestra familia mientras avanzamos de forma amistosa”. Además, en su perfil de Instagram (con 400.000 seguidores), Flavin posaba junto a sus tres hijas y decía: “Estas chicas son mi prioridad, nada más importa. Las cuatro, para siempre”. Horas después, era el propio Stallone el que hacía una declaración pública. “Adoro a mi familia. Estamos resolviendo estos asuntos personales de forma amistosa y privada”. El actor estrena precisamente el 26 de agosto Samaritan (Amazon Prime Video), la primera película que protagoniza en tres años.
Además, Stallone ha hablado con la página de noticias estadounidense TMZ para explicar que el motivo de la separación era que ambos habían tomado “diferentes direcciones”. El motivo de su declaración es que, en un primer momento, ciertos tabloides apuntaron a que la separación se debía a una fuerte pelea a causa de un perro de raza rottweiler que compartía la pareja, llamado Dwight. “Nuestra relación no ha acabado por una cuestión tan trivial”, declaró Stallone al tabloide, aunque sí explicó que la pareja mantenía diferentes puntos de vista sobre “los cuidados del perro”. “Siento el mayor de los respetos por Jennifer”, ha asegurado Stallone en ese medio. “Siempre la querré, es una mujer increíble, el mejor ser humano que jamás he conocido”.
Según la web de noticias Page Six, Stallone no estaba enterado del divorcio cuando Flavin puso la demanda, la pasada semana, porque estaba en Oklahoma grabando una serie, y que se quedó “en shock” tras conocer la noticia. En la petición de divorcio a la que ha tenido acceso ese medio, Flavin alega que su esposo había “agotado y desperdiciado de forma intencional los bienes maritales”, y exigía que el actor no pudiera vender ni transferir ningún activo durante el proceso de divorcio. La pareja vendió hace unos meses su gran mansión de Beverly Hills a la cantante británica Adele, una transacción de casi 60 millones de euros.
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