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“Horrible”, “una tontería” o “genuinamente buena”: Tom Hanks se sincera sobre sus películas

El actor, que interpreta por primera vez a un villano en ‘Elvis’, ha repasado en una larga entrevista algunos de los papeles clave no solo de su filmografía, sino de la memoria sentimental de los espectadores de los últimos 40 años

Tom Hanks
El actor Tom Hanks, en una fotografía de 2022.Getty Images / Pepa Ortiz (Collage) (Getty Images)

En la gala de los Globos de Oro de 2020, Tom Hanks (California, 65 años) bromeó con la prensa acerca del mayor lugar común de su carrera: que siempre hace papeles de buena persona. “Mi plan actual es ir a Australia a trabajar con Baz Luhrmann”, anunció sobre su fichaje para la película biográfica de Elvis Presley. “Interpretaré al coronel Tom Parker y silenciaré todas vuestras estúpidas preguntas sobre por qué nunca hago de malo”. Dos años después, a punto de estrenarse la película (será el 24 de junio en España), Hanks tiene un matiz importante sobre su personaje, considerado el villano en la sombra de la vida del cantante: “No es malvado, solo está equivocado”, declaró en una entrevista con David Marchese en The New York Times que, por su honestidad, está dando mucho que hablar estos días en las redes. Se diría que, incluso cuando le da un giro a su imagen asumiendo el papel de un manipulador, Tom Hanks acaba resaltando del personaje los rasgos más humanos, aquellos con los que es posible identificarse.

Es lo que lleva haciendo casi toda su carrera. Frente a los actores camaleónicos, él es una estrella a la vieja usanza, una de esas celebridades en las que personaje e intérprete son indistinguibles. Esos a los que el público desea ver en un registro mantenido a lo largo del tiempo asumiendo que los actores eran exactamente como aparecían en pantalla. John Wayne siempre representaba el mismo tipo de masculinidad a la vieja usanza; Bette Davis era la mala a la que el público le encantaba odiar; Cary Grant, el seductor humilde que derrochaba encanto; Katharine Hepburn, la mujer independiente; James Stewart, el honrado vecino de al lado con el que todo el mundo podía identificarse.

Con quien más se ha comparado a Hanks es precisamente con James Stewart. Ambos son el hombre común, el ciudadano medio en su versión más idealista y positiva. El espectador se identifica con ellos, son lo que el público querría ser. En épocas más cínicas esto no es tan bueno: esa imagen impecable se ve con cierta condescendencia. El patriotismo y la querencia por contar historias de una época concreta, la de la infancia de la generación boomer, como reaccionaria y conservadora. Ser el yerno ideal y el padre perfecto parece menos interesante que ser un antihéroe.

Pero en tiempos de crisis moral, los arquetipos de “el bueno” y “el malo” se han subvertido de nuevo. Bill Cosby, el padre de América, resultó ser un monstruo. Kevin Spacey, el actor de carácter, un sátiro. Frente a esto, Tom Hanks tiene una imagen pública a prueba de bombas. No existen quejas por “comportamiento equívoco” en platós, ni compañeros despechados que le critiquen, ni escándalos económicos ni morales. Lleva casado con la directora Rita Wilson desde 1988 y no ha habido sombras públicas en su matrimonio más allá de que uno de sus cuatro hijos ha salido un poco conflictivo. Se diría que Hanks es, pese a todo, justo lo que parece: un tipo decente, un gran actor que sabe ser humilde y se resta importancia en unos tiempos en los que la honestidad y la integridad que desprenden tanto él como sus personajes son ya no solo deseables sino subversivas.

Tom Hanks, en una imagen promocional tomada en 1980 para la serie de ABC 'Bosom Buddies' (emitida en España con el título de 'Amigos del alma').
Tom Hanks, en una imagen promocional tomada en 1980 para la serie de ABC 'Bosom Buddies' (emitida en España con el título de 'Amigos del alma').Walt Disney Television Photo Archives (ABC)

Esta carrera llena de hitos se fue construyendo y definiendo poco a poco. Empezó siendo un chaval con debilidades, muy al estilo del cine de los ochenta. En la actualidad es un héroe sin mácula pero realista. Repasamos la carrera de Tom Hanks a través de algunas de sus películas más icónicas y de sus propias palabras.

Despedida de soltero (1984)

Con una humildad poco frecuente en su profesión, en una entrevista en Playboy en 1989, reconoció que sus primeros éxitos lo hubieran sido igualmente sin él. “No puedo atribuirme el éxito de Splash y Despedida de soltero, aparte de haber estado en el lugar correcto en el momento correcto y haber obtenido el trabajo”.

Big (1988)

La película de Penny Marshall sobre un niño de 13 años que pide hacerse adulto repentinamente y lo consigue supuso su primer éxito de crítica y público, su primera nominación al Oscar y le confirmó como estrella taquillera capaz de liderar proyectos ambiciosos (para su papel se habían barajado los nombres de Harrison Ford o Robert De Niro). En su día, la presentó con sencillez: “Es una película genuinamente buena que creo que es honesta de verdad y toca conciencias”.

La hoguera de las vanidades (1990)

Para la adaptación cinematográfica de la novela de Tom Wolfe, decidieron convertir al personaje de Hanks en un tipo simpático. El resultado fue un fiasco fascinante al que todavía hoy se dedican podcasts. Hanks no tiene piedad consigo mismo: “¡Es una de las películas más horribles jamás hechas!”, dijo a Oprah Winfrey. “Todo el mundo fue un error de casting, especialmente yo”.

Tom Hank, en el Festival de Berlín de 1993 promocionando 'Philadelphia', la película con la que ganó su primer Oscar.
Tom Hank, en el Festival de Berlín de 1993 promocionando 'Philadelphia', la película con la que ganó su primer Oscar.Ronald Siemoneit (Sygma via Getty Images)

Philadelphia (1993)

Hanks consiguió su primer Oscar por interpretar a un abogado enfermo de sida al que despedían por ello en una época en la que la enfermedad conllevaba un tremendo estigma social. En el documental El celuloide oculto (1995), Tom Hanks habló sobre el impacto de ese papel y esa película en la percepción de la enfermedad: “Mi personalidad en pantalla no era amenazante. Ese hombre gay con sida no daba miedo en parte porque el pequeño Tommy Hanks interpretaba el papel”. Sin embargo, reconoce en The New York Times que las circunstancias actuales harían imposible esa película: “¿Podría un hombre heterosexual hacer lo que hice en Philadelphia ahora? No, y con razón. El objetivo de Philadelphia era no dar miedo. Una de las razones por las que la gente no le tenía miedo a esa película era que yo estaba interpretando a un hombre gay. Hemos superado eso y no creo que la gente aceptara la falta de autenticidad de un hombre heterosexual interpretando a un hombre gay”.

Forrest Gump (1994)

Convertida en artefacto pop, la película fue una de las más taquilleras de su año y arrasó en los Oscar (Hanks se llevó su segunda estatuilla). Con una nutrida legión de detractores, Forrest Gump es a menudo considerada sensiblona y, sobre todo, inferior a Pulp Fiction, su principal competidora en los Oscar, que sí encarnaba el cine moderno de la época. Así lo reconoce su protagonista: “El problema con Forrest Gump es que ganó mil millones de dólares. Si hubiéramos hecho una película exitosa, Bob [Zemeckis, el director] y yo habríamos sido unos genios. Pero debido a que hicimos una película tremendamente exitosa, éramos genios diabólicos. ¿Supone un gran problema? No, pero hay libros de las mejores películas de todos los tiempos, y Forrest Gump no aparece porque, ¡oh!, es ese festival de nostalgia cursi. Todos los años hay un artículo sobre ‘el film que debería haber ganado ese año el premio a la mejor película’ y siempre es Pulp Fiction. Que es una obra maestra, sin duda”.

Tom Hanks posa con el Oscar que ganó en 1995 por 'Forrest Gump'.
Tom Hanks posa con el Oscar que ganó en 1995 por 'Forrest Gump'.Barry King (Getty Images)

The Wonders (1996)

El debut como director de cine de Hanks partió de un guion que él mismo escribió durante la época de promoción de Philadelphia y Forrest Gump. “Había hablado de mí mismo durante un año seguido, así que comencé a escribir para mantener algo de cordura creativa”, reveló a Deadline. Años después, cuando se le preguntaba su parecer acerca de la película, su comentario era “me encanta” y, pese a que no tuvo el favor del público y de la crítica al que estaba acostumbrado, la define como la mejor experiencia de rodaje de su vida.

Salvar al soldado Ryan (1998)

En la épica obra de Spielberg sobre la II Guerra Mundial, el propio director pareció tener un conflicto con la idea de poner al actor en situaciones de grises morales, pero él se rebeló. “Steven Spielberg me dijo: ‘No creo que el público quiera ver a [su personaje] John Miller disparar y matar alemanes’. Le respondí: ‘Lo siento, Steven. No vas a traerme hasta aquí y convertir el personaje en otro, solo porque no quieres que Tom Hanks mate soldados”

Tienes un e-mail (1998)

Nora Ephron, Tom Hanks y Meg Ryan volvían a reunirse tras el éxito de Algo para recordar (1993) en una nueva versión de El bazar de las sorpresas, una película de 1940 protagonizada, claro, por James Stewart. La comparación entre Hanks y Stewart no se obvió durante la promoción: “Decidí ignorar ese asunto. Quiero decir, nunca me verán rehacer Caballero sin espada o ¡Qué bello es vivir! Pero El bazar de las sorpresas es muy diferente. Este es un Jimmy Stewart muy joven. Es Jimmy Stewart antes de que Jimmy Stewart fuera Jimmy Stewart”.

Tom Hanks, de espaldas a la cámara, posa para la prensa en Cannes durante una proyección de 'El Código Da Vinci', en 2006.
Tom Hanks, de espaldas a la cámara, posa para la prensa en Cannes durante una proyección de 'El Código Da Vinci', en 2006.Pool BENAINOUS/CATARINA/LEGRAND (Gamma-Rapho via Getty Images)

El código Da Vinci (2006)

Habla Tom Hanks en The New York Times: “Las secuelas de Robert Langdon [su personaje, y el protagonista de la saga inspirada en los best sellers de Dan Brown] son una tontería. El código Da Vinci era una tontería. Esas deliciosas búsquedas del tesoro son tan fieles a la historia como las películas de James Bond lo son al espionaje. Todo lo que estábamos haciendo era prometer una distracción. No hay nada de malo en un buen trato, siempre que sea un buen trato. Cuando hicimos la tercera película [Inferno, 2016], probamos que no era tan buen trato. Pero déjame decirte algo más sobre El Código Da Vinci. Era mi cumpleaños número cuarenta y tantos. Estábamos rodando en el Louvre de noche. ¡Me cambié los pantalones frente a la Mona Lisa! ¡Me trajeron un pastel de cumpleaños en el Gran Salón! ¿Quién puede tener esa experiencia?”.

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