Punta Mita, la península privada donde se han confinado los más ricos del mundo
En este apartado rincón de México, se levanta un conjunto de villas y dos hoteles inspirados en la tradición arquitectónica de los indígenas, pero con lujos y comodidades inaccesibles hasta para algunos millonarios
Es el lugar en que la absoluta élite se ha refugiado de la pandemia. Una península privada con dos hoteles de lujo y residencias accesibles solo a los más privilegiados que se ha convertido en el retiro dorado en una de las costas más protegidas y saludables del litoral Pacífico mexicano. Está en el extremo norte de la bahía de Banderas, a apenas un cuarto de hora del jolgorio y el bullicio de Puerto Vallarta, uno de los principales destinos turísticos de México. Desde el célebre Malecón vallartense, frente a la también muy popular isla Iguana, una carretera recorre la costa en dirección norte atravesando pintorescos vecindarios como Mezcalitos, Villas de Vandera, Los Amores o Mesa Quemada y asomándose a la deliciosa playa La Manzanilla. Al final del breve trayecto, en un recodo del camino que conduce a los condominios y arenales de Punta Negra y Playa Lobo, ya en el estado de Nayarit (Puerto Vallarta está en el estado vecino, Jalisco), se encuentra la península de Punta Mita, el lugar que el legendario golfista Jack Nicklaus definió en su día como “el paraíso en la Tierra”.
Nicklaus estaba aún en activo cuando empezó a frecuentar la península, a finales de los noventa. Años después, ya en 2005, los promotores locales le invitaron a diseñar en este lugar el que muchos consideran uno de los mejores campos de golf de América Latina. Pusieron a su disposición 200 acres de tierra con vistas al mar en los que el golfista de Ohio diseñó dos circuitos gemelos, de 18 hoyos cada uno, bautizados como Bahía y Pacífico. Cinco de ellos se encuentran a la orilla del océano, a muy pocos pasos de El Faro, majestuosa playa frecuentada por surfistas y muy popular en Instagram. Otros dos están en lo alto de una suave colina, un lugar con magníficas vistas desde el que, en los meses de invierno, es posible contemplar el paso de las ballenas jorobadas en su ruta migratoria hacia el sur.
Además de diseñar un campo de par 72 apto tanto para principiantes como para jugadores avanzados, Nicklaus se permitió un capricho: el hoyo 3B, también conocido como Cola de Ballena, es el único green del mundo situado en una isla natural. Con marea baja, es posible acceder a él por un estrecho sendero. En cuanto suben las aguas, toca remar para concederse el lujo insólito de jugar al golf rodeado por las aguas del océano Pacífico.
En este año de pandemias, los campos gemelos de Nicklaus, de acceso exclusivo para los residentes y sus invitados, han estado más activos que nunca. El complejo turístico ha albergado estos meses a una comunidad más numerosa de lo habitual. Huéspedes, en su mayoría, procedentes del sur y el oeste de los Estados Unidos que han optado por confinarse en este exclusivo rincón del Pacífico mexicano, aprovechando sus comodidades, su programa de actividades de ocio saludable al aire libre y su relajado pero muy eficaz protocolo de distanciamiento social. El complejo cuenta incluso con un hospital privado, inaugurado en junio de 2017 y que, según uno de sus responsables, el doctor Sam Najmabadi, “es uno de los centros médicos más avanzados no solo del Estado de Nayarit, sino de todo México, una instalación de vanguardia a la altura de los mejores hospitales de Estados Unidos”.
Punta Mita es una península privada que alberga dos hoteles, el Four Seasons y el St. Regis, de la cadena Marriott y un total de 54 villas agrupadas en 16 comunidades residenciales exclusivas. Algunas de sus residencias de lujo, como Casa Aramara o Villa Tesoro, están solo al alcance de estrellas de Hollywood, altos ejecutivos de Sillicon Valley y demás integrantes de la absoluta élite económica estadounidense, mexicana y global. Un reducidísimo grupo de multimillonarios que se reparte los algo más de seis kilómetros cuadrados en que está asentado el resort, compartiendo calas de acceso restringido como La Solana o Playa Cuevas y disfrutando de una casi inverosímil concentración de infinity pools y demás piscinas y albercas de lujo.
No al alcance de cualquier millonario
Las parcelas de este paraíso no están al alcance de cualquier millonario. El pasado mes de julio, la pareja que forman la modelo Chrissy Teigen y el músico John Legend hizo público en redes sociales que habían alquilado la muy codiciada Villa Tesoro, un complejo de siete suites adosadas que cuesta alrededor de 8.500 dólares por noche en temporada baja.
En cuanto a Casa Aramara, propiedad del polémico productor de cine Joe Francis, ha albergado desde su apertura a huéspedes tan ilustres como Eva Longoria, Demi Moore, Jennifer Aniston o varios miembros de la familia Kardashian, empezando por Kim, que celebró en ella su luna de miel junto con Kanye West en la primavera de 2014. La modelo y empresaria californiana ha contribuido a popularizar tanto la villa como su atractivo entorno al convertirla en uno de los escenarios de Kim Kardashian: Hollywood, un juego para móviles que supone, para el común de los mortales, la mejor (o, al menos, la más barata) oportunidad de asomarse a la belleza y la opulencia de Punta Mita.
Según explica por correo electrónico Miguel Peregrina, director de relaciones públicas y comunicación del hotel Four Seasons de Punta Mita, en los últimos meses, el complejo se ha especializado en clientes de alto poder adquisitivo que buscaban un lugar saludable en el que refugiarse de la covid-19: “La estancia promedio en nuestras instalaciones ha pasado de alrededor de nueve días a más de 23”.
El hotel mantuvo sus puertas abiertas incluso en los peores momentos de la primera oleada de contagios gracias a su muy completo programa de residencias privadas: “Algunos de los huéspedes han pasado en nuestras instalaciones todo el periodo de confinamiento. En concreto, tenemos a una residente que se estableció en una de nuestras residencias en febrero de este año. Padece esclerosis múltiple y ha encontrado aquí las condiciones de seguridad, salubridad y atención sanitaria que buscaba, por lo que de momento ha decidido quedarse”.
Según destaca la periodista californiana Sheila Marikar, Four Seasons ha ofrecido también un completo programa educativo, bautizado como Schoolcations (un juego de palabras entre vacaciones y escuela) abierto a los hijos de todas las familias residentes en Punta Mita. Lo coordina Stephanie Coufal, una pedagoga que lleva 10 años residiendo en la península, y se basa en la filosofía holística de Rudolf Steiner. Más de 30 alumnos se han enrolado en este programa de clases presenciales con un alto grado de interacción y que se han desarrollado preferentemente al aire libre y con un respeto escrupuloso a las normas de distanciamiento social.
Gracias a él, los niños han dedicado parte de su tiempo a familiarizarse con las variedades de tortuga locales o a aprender técnicas de pesca artesanal en las Marietas, un pequeño archipiélago de islas volcánicas a apenas un cuarto de hora en bote de la península que despertaron en su día el interés del explorador e investigador marino Jacques-Yves Cousteau y se convirtieron hace cuatro años en parque natural de acceso restringido.
Tal y como explica Miguel Peregrina, hasta hace apenas 20 años, Punta Mita era un tramo de costa casi virgen en el entorno de Puerto Vallarta que albergaba una pequeña aldea de pescadores. En ella se estableció “la primera comunidad de lujo de Latinoamérica”. Four Seasons se instaló en este entorno porque buscaba “emplazarse en algún lugar de México seguro, atractivo, aislado y con suficiente potencial para atraer a un grupo de huéspedes regulares”. A la marca hotelera con sede central en la ciudad canadiense de Toronto le atraía, sobre todo “la posibilidad de establecer allí una comunidad cerrada con espacio suficiente para acoger a medio plazo más resorts de lujo”.
Una quinta mexicana integrada en un paisaje misterioso
En menos de una década, entre la llegada a la península de los primeros promotores inmobiliarios y la inauguración, en 2009, del campo de golf diseñado por Nickalus, Punta Mita se había dotado de una instalación deportiva puntera y algunas de las villas de lujo más atractivas del litoral mexicano sin sacrificar por ello la belleza y exuberancia de su entorno natural, “con vistas gloriosas al Pacífico mexicano”, según nos cuenta Peregrina.
El lugar donde se ubican tanto el Four Season como el St. Regis es, tal y como lo describe el director de comunicación, “la sección de la península más escarpada y de topografía más interesante, ya que el resto son planicies”. La zona ofrece acceso directo a tres grandes arenales impecablemente conservados, Playa Cuevas, Playa Manzanillas y Playa La Solana.
El Four Seasons tiene aspecto de fastuosa quinta mexicana, perfectamente integrada en el paisaje. El proyecto fue inspirado por el mexicano Diego Villaseñor, al que Forbes considera uno de los mejores arquitectos residenciales del mundo. En el proyecto han trabajado también profesionales de la arquitectura y el interiorismo como el tándem que forman las mexicanas Ofelia Uribe y Erica Krayer o los estudios Kollin Altomare Architects, Vita Planning & Landscaping Architecture y Anderson Miller.
Villaseñor tuvo muy presente en su plan de desarrollo general del resort la tradición de las dos etnias indígenas más representativas del estado de Nayarit, los Cora y los Huichol, así como un entorno natural definido, en su opinión, “por la belleza, la magia y el misterio”. El veterano arquitecto, diseñador y paisajista se mantuvo fiel a su apuesta por “un estilo de construcción de sensibilidad contemporánea, pero que se deje guiar por la naturaleza, por el entorno físico, sus alrededores, su clima y su atmósfera estética”.
La suya es una arquitectura “con raíces” que pretende resistir “a la tendencia actual hacia un mundo más homogéneo rescatando y reinterpretando las identidades locales, nuevas y viejas, sin por ello conformarse con las respuestas del pasado a los problemas del presente”.
Artesanía indígena para un ‘resort’ de lujo
En la actualidad, el resort está embarcado en un proceso de renovación gradual que está previsto que concluya, según Peregrina, “dentro de cuatro veranos”. Los meses entre junio y septiembre son los que se dedican a esta reforma en profundidad de las instalaciones, dado que “el verano es temporada baja en Punta Mita, al tratarse de una estación muy cálida y húmeda en el Pacífico mexicano”.
El resort se está transformando de manera plenamente coherente con las líneas maestras marcadas por Villaseñor hace 20 años: “Estamos apostando no solo por materiales, sino también por procesos constructivos locales”, explica Peregrina, “con uso preferente de maderas como la partota o el huanacaxtle, trabajos en cobre muy típicos de la región, vidrios locales y demás técnicas con profundo arraigo local”. Four Seasons completará así “cinco edificios adicionales, una nueva piscina principal y una renovación de dos de las cuatro suites presidenciales, que hoy se presentan como Beach Houses”.
El otro hotel de la península, el St. Regis, se asocia también con el alto grado de exclusividad y de lujo un tanto excéntrico que caracteriza a Punta Mita. Sheila Marikar destaca que ofrece a sus residentes “los servicios opcionales de un mayordomo particular”. El St. Regis se inauguró en 2008 y recibió dos años después los 5 Diamantes de la prestigiosa AAA (Asociación Automovilística Americana), que premia desde hace décadas la excelencia hotelera.
También en 2010, la revista Arquitectural Digest destacó el trabajo de su arquitecto e interiorista, el mexicano Roy Azar, definido como “osado, ecléctico y vanguardista”, ganador de un galardón Iconos del Diseño, por un concepto de decoración definido como “un cruce entre influencias provenzales y mexicanas”. El mobiliario es una combinación singular de diseños exclusivos comprados en la región francesa, España y Bélgica, y piezas singulares de artesanía tradicional mexicana. El estilo rústico sofisticado lo aportan el uso de telas tradicionales como el lino, el algodón y la seda, así como los cojines bordados a mano del restaurante Las Marietas.
En ese entorno de un lujo exquisito y sin estridencias, la absoluta élite de los refugiados de la pandemia disfruta estos días de su campo de golf y de una muy completa oferta de ocio activo. Entre las actividades más frecuentes, destacan las tablas de ejercicios al aire libre, la exploración del entorno, la pesca en caladeros cercanos, la liberación de tortugas marinas, el aprendizaje de técnicas de conservación del coral o los avistamientos de ballenas.
La oferta gastronómica incluye, solo en el entorno del resort de Four Seasons, 14 bares y cantinas y un total de cinco restaurantes que abarcan tanto la cocina tradicional del Pacífico como la comida asiática, los snacks, las carnes y pescados a la parrilla o las opciones veganas. Peregrina menciona también la posibilidad de explorar el entorno de la Riviera Nayarit, con visitas a las ya citadas Marietas o a las aldeas de Sayulita o San Francisco (San Pancho, para los locales), muy valorados por surfistas y fotógrafos virales por sus espléndidas olas. Un paraíso exclusivo, en fin, en el hogar ancestral de los Huicholes.
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