Así son las mesas de Carabanchel que unen a Chiquito de la Calzada con la Bauhaus
La línea que une al humorista con la escuela artística más influyente del siglo XX es tortuosa, pero queda patente en ‘The Table Project’, el proyecto donde 14 artistas han realizado 21 mesas partiendo del diseño original de Arcadio Blasco
“Físicamente, moralmente y diplomáticamente” no es la coletilla más popular de Chiquito de la Calzada –cómo rivalizar con “hasta luego, Lucas” o “cobarde pecador”-, pero sin duda sí una de las más poéticas y misteriosas. Tanto es así que el pintor Miguel Fructuoso la ha elegido para incorporarla, traducida al inglés, a una de sus obras más recientes: una mesa de café en perfectas condiciones de uso. La reflexión que hay detrás es que nuestro humorista más querido también puede formar parte de una obra de arte. Y que, del mismo modo que resulta arbitraria la separación entre alta y baja cultura, también lo es la que divide arte y diseño, arte y vida al fin y al cabo. Algo que ya tenían muy claro en la Bauhaus, la escuela artística más influyente del siglo XX.
La línea que une a Chiquito con la Bauhaus es tortuosa, pero ahí está. Pasa por el barrio madrileño de Carabanchel y también por Alicante. Todo comenzó el verano pasado, cuando el artista Isidro Blasco (Madrid, 59 años) llegó a la casa-taller alicantina de otro artista, su padre, Arcadio Blasco (Mutxamel, Alicante, 1928-Madrid, 2013). Después de un cuarto de siglo viviendo en Estados Unidos, Isidro tenía el propósito de volver a sus raíces para levantar una fundación dedicada a Arcadio, un artista perteneciente a la generación de Canogar, Genovés o Lucio Muñoz –con todos ellos y muchos otros mantuvo una relación de amistad e intercambió obra– que también destacó por su faceta de diseñador de vidrieras para iglesias y mobiliario doméstico.
Entre los objetos arrumbados en la casa le llamó especialmente la atención una sencilla mesa cuadrada de 60 por 60 centímetros con sobre de azulejos que Arcadio realizaba y vendía por encargo, pero de la que se había quedado con un ejemplar, seguramente debido a algún pequeño defecto de producción. “Pensé en reproducir la mesa en una serie limitada con el fin de recaudar fondos para la futura fundación”, explica desde Nave Oporto, el estudio madrileño en el que ahora trabaja. “Al cabo de un tiempo haciendo pruebas descarté la idea por el momento, pero entonces surgieron otras posibilidades”.
Más a mano no podían quedar esas posibilidades. Nave Oporto es uno de los estudios artísticos que en los últimos años han florecido en el barrio de Carabanchel, al calor de unos alquileres relativamente moderados y la disponibilidad de edificios industriales con espacios generosos en metros y luz. Isidro es algo así como el artista oficial en residencia del estudio, donde comparte espacio una veintena de creadores, catorce de los cuales se embarcaron junto a él en The Table Project. Las premisas del proyecto eran muy sencillas: cada uno de ellos realizaría una mesa partiendo del diseño original de Arcadio Blasco, al que aportaría el ingrediente de su creatividad. El resultado son veintiún mesas (hay quien ha realizado más de una), y los connaisseurs del medio artístico podrán identificar sin dificultades la mente creativa que hay detrás de todas ellas.
El caso de Miguel Fructuoso es uno de los más evidentes. Pero también está, por ejemplo, Virginia Frieyro, que abrió el fuego con la primera pieza de la colección. Como en una de sus pinturas abstractas, sobre la superficie cerámica de su mesa se extiende un vibrante remolino cromático. Y eso que mientras trabajaba no tenía tan claro el efecto final. “Cuando pintas sobre la cerámica sin cocer los tonos son mucho más apagados, casi grisáceos”, recuerda. “Por eso al ver cómo se potenciaban después de salir del horno, yo misma me quedé sorprendida”. El reto fue entonces reconstruir un rompecabezas de 225 azulejos que le habían devuelto en desorden. Le ocupó más de cinco horas, y ahora sabe que hay que numerarlos en el reverso.
Todos los artistas han puesto mucho de sí en las mesas, pero también han aprendido algo con su proceso de producción. Incluso los que, como Jimena Kato, Miki Leal o Sonia Navarro, ya habían trabajado con cerámica de manera habitual. O FOD (Francisco Olivares Díaz), que con sus ingeniosos muebles realizados a partir de restos y materiales de desecho está acostumbrado a difuminar la línea que separa lo artístico y lo funcional. Por decisión propia, una de sus dos mesas está compuesta de recortes sobrantes de azulejos de distintos tamaños sobre los que el esmalte se fija con mayor o menor intensidad, produciendo un efecto entre constructivista y brut.
Aunque todas las mesas se han producido en Nave Oporto, los azulejos se hornearon en el antiguo taller de Arcadio Blasco en Majadahonda, que Isidro ha vuelto a poner en funcionamiento. “Allí trabajaron mis padres en los años sesenta”, recuerda el artista (su madre es la escultora Carmen Perujo). “Y después yo mismo antes de irme a Estados Unidos”. Su regreso a España se ha producido a pleno rendimiento: el año pasado debutó con una exposición individual en la galería Ponce + Robles, y ahora acaba de inaugurar en uno de los patios del centro cultural Conde Duque No Place Like Home, una instalación integrada en el programa del festival de cultura y sostenibilidad MadBlue Summit que estos días se celebra en Madrid.
El precio fijado para cada una de las mesas es de 1.350 euros. Parte de este importe se destina a sufragar la producción, y el sobrante se reparte entre el propio artista y el pago del alquiler del estudio. Se comercializarán directamente a través de Nave Oporto y quien desee verlas puede concertar una cita privada a través del contacto de su página web. Si la experiencia sale bien, este podría ser el inicio de una línea estable de actividad para los artistas del estudio. “La idea es sacar otros productos de diseño práctico a un precio más reducido que nuestras obras artísticas”, anuncia Isidro Blasco. “Hay un potencial enorme en este grupo de artistas que se ven a diario, que discuten sus ideas y se ayudan constantemente, así que queremos poner en marcha esta riqueza y que cada cual aporte su parcela de experiencia y conocimiento”. Como una pequeña Bauhaus en Carabanchel.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.