Las claves de las piezas de arte digital que puedes encontrar proyectadas en pantallas repartidas por Madrid

Después de mucho tiempo sin salir de unos círculos muy especializados, el arte digital ha empezado a interesar al público general al ritmo de los precios extravagantes alcanzados por los NFT (non-fungible tokens, activos digitales no fungibles), un modo de expresión artística asociado al ámbito de los criptoactivos. Así que el terreno estaba abonado para la primera edición de MMMAD, el festival urbano de arte digital que durante todo el mes de mayo tendrá lugar en distintos puntos de Madrid. Y en el espacio virtual también, por supuesto.

En realidad, el año pasado ya se realizó un primer ensayo, en una iniciativa que Diego Iglesias, Aida Salán y Cristóbal Baños, componentes del estudio creativo Hyper Studio y codirectores de MMMAD, llaman su edición beta. Coincidiendo con la semana de ARCO –apenas quince días antes de que se declarara el estado de alarma por la pandemia-, y bajo el epígrafe Acciones Urbanas de Arte Digital, organizaron un conjunto de actividades en colaboración con la feria de arte urbano Urvanity. “Nuestro objetivo era abrir espacio para los artistas digitales en Madrid, que no existía en ARCO ni en las otras ferias”, explican. Ahora vuelven con el mismo propósito, pero ya por su cuenta y con un enfoque mucho más ambicioso.

A través de sus distintas iniciativas, el festival exhibirá la obra de 54 artistas de 15 nacionalidades. Dentro del amplio programa destacan las proyecciones de piezas de arte digital en pantallas diseminadas por distintos puntos de la ciudad, que hasta ahora tenían un uso exclusivamente publicitario y de las que se reapropiará el arte. Es el caso de quince de las marquesinas digitales de JCDecaux, las pantallas de Roca MadridGallery o la del Palacio de la Prensa en la plaza de Callao.

También se ha sumado a la programación DOMO360, una estructura geodésica surgida como proyecto conjunto entre la Universidad Politécnica de Madrid y la empresa privada NewMedia Creative Technology Studio, que abrió sus puertas hace más de un año pero que hasta el momento casi no había desarrollado actividad. Durante el festival proyectará trabajos digitales de artistas consagrados como Marina Núñez o Daniel Canogar, pero también de los emergentes Peru Medem, Amaya Hernández y Teresa Rofer. En el espacio multimedia Taller de Ideas se exhibirá entre otras una pieza del neoyorquino Zach Lieberman, uno de los creadores internacionales más reconocidos de esta disciplina. Tampoco conviene perderse los talleres y encuentros que tendrán lugar en La Casa Encendida y el Espacio Fundación Telefónica.

Todo esto nos recuerda hasta qué punto vivimos rodeados de imágenes y datos sin ser conscientes de ello. Los gestores del festival quieren visibilizarlo mientras cuestionan la supuesta brecha entre el plano digital y el material. “Los dos mundos son el mismo, es una tontería creer que están separados”, resumen. “Nuestra idea es presentar pequeñas ventanas a esa realidad, porque creemos que a través de ellas se abren muchas vías de futuro”.

Poner el arte digital en el mapa no es su único objetivo. Hay también una apuesta por el arte en el espacio público, capítulo que una ciudad del tamaño de Madrid ha descuidado. Aquí pueden citarse iniciativas muy aisladas (la escultura de Jaume Plensa cedida temporalmente por la Fundación María Cristina Masaveu Peterson para la plaza de Colón) o que recurren a la coartada artística cuando se trata de acciones publicitarias de gusto discutible (los mupis de Meninas Madrid Gallery).

Sin embargo, en esta ocasión se han aprovechado las oportunidades que ofrecen los elementos del paisaje urbano, al alcance de todos, de una forma novedosa y creativa. “Tanto Diego como yo somos arquitectos y siempre nos ha interesado el espacio urbano para mostrar arte y cultura”, afirma Aida Salán. Diego Iglesias añade: “La idea era abrimos un hueco en un espacios no concebidos para el arte. Y ver qué pasa por ejemplo cuando encuentras obra de gente como Filip Ćustić o Claudia Maté en una parada de autobús. Que posiblemente en el 90% de los casos no pase nada, pero quizá en el resto sí”.

Las instituciones públicas que han apoyado esta primera edición de MMMAD son el Ministerio de Cultura e Injuve, dependiente del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, a los que accedieron tras presentarse a las correspondientes convocatorias de ayudas. “Sí que tuvimos contactos con el Ayuntamiento, pero las cosas no salieron adelante, quizá por plazos y burocracia”, explica Iglesias. “Pero volveremos a intentarlo en el futuro. Es importante sumar financiación pública, entre otras cosas porque eso da un sello de calidad que permite atraer también apoyos privados”.

Otro reto pendiente consiste en expandir el ámbito geográfico del festival, que en esta primera edición se desarrollará sobre todo en el centro de la ciudad, con unas pocas sedes en barrios más periféricos como Habitación Número 34 (en Usera) y Casa Antillón (Carabanchel). Así lo cree Iglesias: “Nos interesa no solo salir del centro, sino incluso de la capital. Eso visibilizaría más este tipo de arte en otros ambientes. Lo intentaremos en las próximas ediciones. Y ojalá lo consigamos”.