Diseñar para la vida: las casas que los arquitectos crearon para sí mismos y sus familias
Para el ruso Melnikov, su vivienda se convirtió en su cárcel. Philip Johnson exhibió su día a día en la Glass House y Le Corbusier eligió para él la cabaña más pequeña que jamás había diseñado. Así es la casa ideal de los constructores más famosos
El edificio de viviendas sociales de El Ruedo (Madrid, 1986-1990) junto a la M-30 es una de las obras más importantes de Francisco Javier Sáenz de Oiza. También una de las más polémicas. Las formas curvas de algunas de las viviendas y el tamaño de las habitaciones prendieron la mecha del descontento de sus residentes, 346 familias de vecinos realojados del poblado chabolista del Pozo del Huevo de Vallecas. Lejos de amilanarse, Sáenz de Oiza decidió ir a escuchar sus críticas en persona. Lo que comenzó como un encuentro casi divertido, en el que el arquitecto sonreía y bromeaba mientras resistía con estoicismo una lluvia de quejas, fue tensándose hasta que el maestro perdió la paciencia e interpeló a uno de los vecinos: “Deja la casa y hazte arquitecto, a ver si las haces mejor”.
Independientemente de lo acertado o no del proyecto de Sáenz de Oiza, la historia de El Ruedo sirve para recordarnos que al público en general le cuesta mucho conectar con un diseño que se aleje de los cánones convencionales. En el negocio de la vivienda, los arquitectos se ven obligados en demasiadas ocasiones a sacrificar sus ideas para satisfacer a un cliente al que se le ha hecho creer que siempre tiene la razón.
Pero, ¿qué pasa si el cliente desaparece? O mejor aún: ¿qué pasa si el cliente es el propio arquitecto? ¿Cómo es la vivienda ideal cuando la diseña para sí mismo? A continuación, recordamos 17 casas en las que grandes maestros de la arquitectura tuvieron que lidiar con su cliente más exigente: ellos mismos.
Un refugio a salvo de la industria
William Morris. Red House (Bexleyheath, Inglaterra, 1859-1860)
William Morris (1834-1896) era un espíritu contrario al progreso desbocado de la Inglaterra victoriana. Diseñador, pero también pintor, escritor y activista político, su firme rechazo hacia los métodos de producción industriales del siglo XIX y la reivindicación de la labor del artesano medieval apuntalaron los cimientos del movimiento Arts and Crafts. Su propia casa a las afueras de Londres, la Red House (Bexleyheath, Inglaterra, 1859-1860), constituye un claro manifiesto de su filosofía creativa.
Concebida como un esfuerzo cooperativo con el arquitecto Philip Webb, Morris se centró en el diseño de un interior acogedor y flexible que permitió a la Red House servir tanto de residencia familiar para los Morris como de taller de trabajo. Artistas y artesanos enriquecían la casa con murales y vidrieras con historias de mitos artúricos, muebles pintados a mano y telas estampadas con motivos florales, haciendo realidad el sueño de Morris de habitar un lugar idílico alejado del ruido de la gran ciudad donde poder “transformar el mundo en belleza”.
La casa y cárcel de un revolucionario confinado
Konstantin Melnikov. Casa Melnikov (Moscú, 1929)
La Casa Melnikov (Moscú, 1927-1929) fue proyectada por Konstantin Melnikov (1890-1974) como un modelo experimental de vivienda cuya producción debía resultar económica y sencilla. Su imagen radical, fiel reflejo de la vanguardia constructivista soviética, esconde un edificio humilde hecho de simple ladrillo cuyos métodos constructivos se basaban en los sistemas tradicionales rusos. El resultado es una vivienda eficiente y creativa, de aspecto contemporáneo, producida con recursos limitados, y para todos los públicos. “La escasez de medios nos hace buscar nuevas soluciones”, dijo Melnikov.
Desafortunadamente, la casa nunca llegó a producirse en masa. La deriva totalitaria de Stalin y su cruzada contra la arquitectura moderna apartó a Melnikov del ejercicio profesional en 1937 y lo condenó a vivir bajo arresto domiciliario. El arquitecto, reconvertido en pintor de retratos, vivió recluido en aquella casa hasta su muerte en 1974.
Un oasis hecho de piedra
Frank Lloyd Wright. Taliesin West (Scottsdale, Arizona, 1937-1959)
Frank Lloyd Wright (1867-1959) llegó a Arizona escapando del frío y las tragedias de Taliesin, su casa estudio en Wisconsin. En pleno desierto de Sonora adquirió un terreno ideal para su nuevo cuartel general, Taliesin West (Scottsdale, Arizona, 1937-1959). La construcción evoca la de los pueblos nativos americanos para adaptarse al lugar climática y simbólicamente.
Mucho antes de que estos temas estuvieran de moda, Wright concibió sistemas de refrigeración pasiva y natural que mantuvieran su casa confortable frente a un entorno hostil. Muros gruesos de mampostería de piedra como aislante, grandes aleros y pérgolas para crear sombras, techos de vigas de secuoya cubiertos con lonas blancas para permitir la circulación de aire y la implantación de un estanque adosado al edificio para combatir la sequedad ambiental, establecen un diálogo fluido de la arquitectura con el lugar. “Nuestro nuevo campamento del desierto pertenece al desierto de Arizona como si hubiera estado allí desde su creación”, escribió el arquitecto.
Autoconstrucción y supervivencia en una cabaña mínima
Ralph Erskine. The Box (Lissma, Suecia, 1940-1942)
El estallido de la Segunda Guerra Mundial forzó a Ralph Erskine (1914-2005), su esposa y su hija pequeña a abandonar Estocolmo para comenzar una nueva vida en los bosques suecos. En un terreno cedido por un granjero local, los Erskine recogieron piedras del lugar, ladrillos de un antiguo horno abandonado y demás materiales de desecho para construir con sus propias manos una modestísima cabaña de 6 x 3,6 metros (21,6 metros cuadrados) y dos metros de altura, que bautizaron como The Box (Lissma, Suecia, 1941-1942).
Constaba de cocina y una única habitación, que hacía de sala de estar, dormitorio y despacho de trabajo. La cama, que también servía como sofá, podía ocultarse en el techo mediante un sistema de poleas. No había cuarto de baño ni agua corriente, y la tienda más cercana estaba a tres kilómetros. The Box funcionó como vivienda familiar durante cuatro gélidos inviernos bálticos, hasta 1946. Aquella experiencia marcó la dilatada trayectoria profesional posterior de Erskine, caracterizada por un firme posicionamiento ético y una búsqueda constante de lo mínimo y esencial.
“Tómate tus placeres en serio”
Ray y Charles Eames. Casa Eames (Pacific Palisades, California, 1945-1949)
Ray y Charles Eames (1912-1988 y 1907-1978) demostraron que los nuevos materiales y procesos de fabricación desarrollados durante la guerra podían llenar de felicidad los hogares de la clase media en tiempos de paz. Cuando la Segunda Guerra Mundial terminó, los Eames eligieron una preciosa parcela repleta de eucaliptos y con unas vistas impresionantes sobre el océano Pacífico para establecer su lugar de residencia, trabajo y ocio, tres conceptos que, en su caso, se fundían en un mismo modo de vida.
Icono del diseño moderno y hedonista de la California cool de mitad del siglo XX, la Casa Eames (Pacific Palisades, California, 1945-1949) está construida con materiales prefabricados y componentes estándar. Su armazón estructural fue erigido por cinco operarios en 16 horas, un prodigio técnico que marcó un hito en la época.
Al exterior, la casa se muestra como dos cajas de vidrio y acero negro, con paneles de madera contrachapada de colores que componen un juego abstracto de inspiración neoplasticista. En el interior, un bodegón de muebles de formas sexis diseñados por los propios Eames, alfombras estampadas, plantas, cuencos con fruta, faroles japoneses suspendidos del techo y piezas de arte étnico demuestran que, como dijo Charles Eames, “al final, todo se conecta: personas, ideas, objetos”.
Espiritualidad a todo color
Luis Barragán. Casa-Taller Luis Barragán (México, 1948)
Uno de los grandes logros que condujeron a Luis Barragán (1902-1988) a alzarse con el Premio Pritzker, conocido como el Nobel de la Arquitectura, fue su hermosa capacidad de combinar el lenguaje del racionalismo más puro y funcional de la vieja Europa con el carácter colorido y alegre de su orgulloso México natal. Su Casa-Estudio Barragán (Ciudad de México, 1948) es un ejemplo brillante de esta aleación arquitectónica. La casa se presenta al exterior sobria e impenetrable, como una muralla blanca, que custodia el festín de colores, luces, reflejos y texturas existente una vez se cruza el umbral de entrada.
Paramentos rosas y lienzos dorados, suelos de piedra volcánica negra, alfombras espesas de lana y muebles de maderas nobles trazan un recorrido cromático y sensorial que desemboca en un impresionante jardín privado trasero. Espacios a doble altura, como la biblioteca o la sala de estar, contrastan con dormitorios pequeños y desnudos, celdas monacales que expresan el carácter introspectivo y espiritual de un arquitecto irrepetible.
Nada que esconder
Philip Johnson. Glass House (New Canaan, Connecticut, 1949)
Excéntrico. Provocador. Culto hasta la erudición. Inmensamente rico y poderoso. Gay. Patológicamente promiscuo. Con un pasado filonazi. Valiente. Una contradicción en sí mismo, Philip Johnson (1906-2005) fue un personaje fundamental en la historia de la arquitectura contemporánea, aun cuando solamente firmó unas pocas obras verdaderamente destacables. Su vivienda particular, la Glass House (New Canaan, Connecticut, 1949), que ICON DESIGN visitó junto a su última pareja, fue una de ellas. En su extrema sencillez reside un acierto radical: la casa no es más que una cajita de 32 x 56 pies (9,8 x 17 metros; 166 metros cuadrados) de vidrio y acero negro.
En su interior no hay prácticamente nada: un cilindro de ladrillo que aloja el cuarto de baño y una chimenea, y unos pocos muebles que ayudan a cualificar el espacio sin compartimentarlo. Más elegante que cómoda, su total transparencia conecta la casa con un entorno natural delicioso y cuidadosamente diseñado por Johnson. “La gente dice que era fría, indiscreta y ruidosa”, contaba en nuestra visita Robert Melik Finkle, uno de los muchos amantes de su autor, “pero un día de lluvia en su interior era una absoluta belleza”.
Habitar el horizonte
Lina Bo Bardi. Casa de Vidrio (Morumbí, Brasil, 1949-1951)
La Casa de Vidrio (São Paulo, 1949-1951) fue la residencia familiar y primera obra construida de Lina Bo Bardi (1914-1992). Ubicada en plena selva tropical de la periferia paulista, el proyecto surgió del respeto al entorno existente y del deseo de su dueña y diseñadora de “vivir en extrema aproximación con la naturaleza”. Como si fuera un árbol, se separa del suelo sobre unos esbeltos pilares cilíndricos pintados de gris, que se camuflan en la sombra para crear la sensación de que la vivienda flota en el denso follaje selvático de la finca. Una fina escalera de acero y hormigón guía al visitante en un recorrido ascendente hasta el espacio principal que da nombre a la casa: una enorme sala de estar con un acristalamiento continuo de suelo a techo que regala unas vistas panorámicas de infarto. Interior y exterior se diluyen, permitiendo que el paisaje fluya dentro de la casa.
Un castillo de 16 metros cuadrados
Le Corbusier. Cabanon de Vacances (Roquebrune-Cap Martin, Francia, 1951-1952)
Aunque Le Corbusier (1886-1965) adquirió fama y prestigio internacional durante el periodo de entreguerras gracias a las opulentas villas de estética mecanicista construidas para acaudalados empresarios, cuando llegó el momento de diseñar una vivienda para sí mismo, optó por una solución radicalmente distinta. El Cabanon de Vacances (Roquebrune-Cap Martin, Francia, 1951-1952) es una minúscula casita hecha con paneles prefabricados de madera y recubierta con corteza de árbol de aspecto rústico. La puerta, las dos ventanas o el escaso mobiliario en su interior se adaptan cuidadosamente a un espacio mínimo diseñado de acuerdo al Modulor, un sistema de medidas relacionadas con el cuerpo humano ideado por el maestro suizo. “Tengo un castillo en la Costa Azul que tiene 3,66 metros por 3,66 metros”, dijo Le Corbusier. “Lo hice para mi mujer y es un lugar extravagante de confort y gentileza. Está ubicado sobre un sendero que llega casi al mar, incrustado debajo de los viñedos. Solamente el sitio es grandioso, un golfo soberbio con acantilados abruptos”.
La casa como laboratorio
Alvar Aalto. Casa Experimental Muuratsalo (Isla Muuratsalo, Finlandia 1952-1953)
Abatido después de la muerte de su primera esposa, Alvar Aalto (1898-1976) decidió construirse un lugar de retiro en una pequeña isla deshabitada del lago Päijänne. Lo que comenzó como un plan de evasión, pronto se tornó en un concienzudo proyecto de investigación aplicada sobre materiales de construcción. La Casa Experimental Muuratsalo (Isla Muuratsalo, Finlandia, 1952-1953) es una construcción sencilla en forma de L que se abre a un patio central con un fogón en el centro.
Desde los bosques de pinos que rodean la casa, la tapia que delimita la propiedad se ve de un blanco uniforme. Una vez dentro, sin embargo, el suelo y los muros del patio se despiezan en más de 50 combinaciones de ladrillos en todas las formas, colores y texturas imaginables. Perforados, refractarios, macizos, cuadrados, rectangulares, crudos o a medio cocer. De terracota y esmaltados. Bloques de barro dispuestos en un espectro cromático que abarca desde un rosa pálido a un rojo profundo, aparejados de todas las maneras posibles con un completo catálogo de juntas y morteros.
Como si fuera el laboratorio de un científico, cada verano Aalto regresaba a su casita para tomar nota del comportamiento de todas estas soluciones ante un clima extremadamente duro, así como para analizar su resistencia a plantas y musgos. “Cuando se utilizan adecuadamente los ladrillos se convierten en oro”, escribió en su diario.
El Mediterráneo en Harvard
Josep Lluís Sert. Casa Sert (Cambridge, Massachussets, 1955-1957)
Josep Lluís Sert (1902-1983) huyó de la dictadura franquista y se exilió en Estados Unidos, donde desarrolló una carrera profesional y académica extraordinaria que le llevó al decanato de la Escuela de Diseño de la Universidad de Harvard. La universidad le cedió un solar para que erigiera su Casa Sert (Cambridge, Massachussets, 1955-1957), una construcción que aunaba la modernidad americana con la tradición mediterránea.
En una clara apuesta por la privacidad del arquitecto y su familia, la vivienda se esconde detrás de unos muros ciegos de ladrillo que delimitan la parcela y la protegen de los curiosos y de los gélidos vientos de Nueva Inglaterra. En el interior, sin embargo, se descubre que más de la mitad de la superficie del terreno se dedica a tres grandes patios, que sirven como elementos de conexión con los espacios interiores y como estancias al aire libre de derecho propio. Para Sert, su vivienda era “como un queso gruyer: con más agujeros que queso, más patios que casa”.
Piedra mallorquina para olvidar Sídney
Jørn Utzon. Can Lis (Porto Petro, Mallorca, 1971-1972)
La ópera de Sídney fue un quebradero de cabeza para el autor de su diseño, Jørn Utzon (1918-2008). Incapaz de soportar el conflicto y la presión a los que estaba sometido, el arquitecto decidió abandonar Australia y aislarse del mundo en la cima de un acantilado en la costa sur de Mallorca. De aquel retiro surgió Can Lis (Porto Petro, Mallorca, 1971-1972), un conjunto de cuatro pabellones independientes unidos por patios y galerías abiertas que prolongan los espacios interiores hacia unas vistas del Mediterráneo que parecen postales.
Para su construcción, Utzon colaboró estrechamente con operarios y contratistas de la zona, lo que resultó en una reinterpretación de los sistemas constructivos y el empleo de materiales locales, entre los que destaca la arenisca amarillenta del marés, la misma que se utilizó en la Catedral de Santa María de Palma de Mallorca o en el Palacio de la Almudaina, presente en toda la vivienda, mobiliario incluido. La casa, cuyo nombre se debe a la esposa de Utzon, constituye un bello homenaje a la arquitectura popular de una isla que, para el arquitecto, fue una verdadera tabla de salvación.
La cueva de la creación
Fernando Higueras. El Rascainfiernos (Madrid, 1972)
“Me he pasado la vida diseñando casas para mis amigos artistas y yo, sin embargo, tengo que vivir en una cueva bajo tierra”, le gustaba a decir en broma a Fernando Higueras (1930-2008). El Rascainfiernos (Madrid, 1972) es una reinterpretación de las arquitecturas populares subterráneas del sur de España trasladada al jardín trasero de la residencia familiar de Higueras en el barrio de Chamartín. La vivienda se excava en un patio cuadrado de nueve metros de lado y ocho de profundidad y se organiza a su alrededor.
Al estar enterrada, el aislamiento acústico y climático son magníficos, lo cual mantiene una temperatura casi constante a lo largo de todo el año que permite superar el tórrido verano madrileño sin necesidad de aire acondicionado. Cuatro lucernarios permiten la entrada de una hermosa luz cenital en un gran vacío central ocupado por una hamaca y multitud de plantas.
La imagen es extrañamente placentera, como si se tratara de las ruinas de un templo de hormigón olvidado en un lejano paraíso tropical. Atestada de cuadros, libros, esculturas y otros objetos personales de Higueras, la casa revela la personalidad de un arquitecto moderno, culto y polifacético, desafortunadamente en demasiadas ocasiones más conocido por los excesos de su propio personaje de enfant terrible que por su fantástico legado arquitectónico.
Esto sí que es industrial
Ricardo Bofill. La Fábrica (Sant Just Desvern, Barcelona, 1973-1975)
“Encontramos enormes silos, una chimenea, cuatro kilómetros de galerías subterráneas y salas de máquinas en buen estado”, cuenta Ricardo Bofill (1939) sobre su primer encuentro con la antigua fábrica de cemento que convertiría en su hogar y oficina de trabajo. Literalmente envuelta en un exuberante jardín de palmeras, eucaliptos, olivos y cipreses, La Fábrica (Sant Just Desvern, Barcelona, 1973-1975) encarna el brutalismo más crudo y desnudo que, a su vez, se deja hechizar por una fantasía surrealista de formas extrañas, escaleras que no conducen a ningún sitio y grandes espacios vacíos llenos de magia.
Más allá de sus cualidades escultóricas, el proyecto es una sabia lección de arquitectura que desmonta el principio de que “la forma sigue a la función”. Bofill demuestra en su propia casa que un espacio con unas cualidades ambientales, materiales y dimensionales adecuadas, puede adaptarse al uso que se desee con una intervención mínima. “Actualmente aquí vivo y trabajo mejor que en cualquier otro lugar”, afirma el arquitecto. “Tengo la impresión de vivir en un universo cerrado que me protege del mundo exterior y el día a día”.
La reforma que nunca acaba
Frank Gehry. Casa Gehry (Santa Mónica, California, 1977-1979)
Cuando Berta se quedó embarazada de Sam, los Gehry comprendieron que necesitaban una casa más grande, por lo que se compraron un viejo bungaló de estilo colonial en un barrio residencial de Santa Mónica (California, EE UU). “Podríamos haber vivido en lo que era. La parte de arriba era lo suficientemente grande para nuestro dormitorio y un cuarto para el bebé”, recuerda Frank Gehry (1929). “Pero se necesitaba una cocina nueva y el comedor era tan pequeño como un armario”.
Gehry aprovechó la excusa de la ampliación para dar comienzo a un proceso de investigación formal con materiales industriales de bajo coste que acabaría por cristalizar en todo un símbolo de la arquitectura deconstructivista. La Casa Gehry (Santa Mónica, California, 1977-1979) se compone de un amasijo de placas de chapa ondulada, madera contrachapada y enrejado metálico que envuelve, perfora y secciona la construcción antigua para generar nuevos espacios interiores. Los vecinos odiaban aquella casa que parecía estar permanentemente en obras, pero los Gehry se salieron con la suya: la cocina nueva les quedó preciosa.
No hace falta más
Ryue Nishizawa. The Weekend House (Gunna, Japón, 1997-1998)
Apartada en un bosque a unas dos horas de Tokio, la Weekend House (Gunna, Japón, 1997-1998) es un pequeño refugio que Ryue Nishizawa (1966) diseñó para sus escapadas de fin de semana. En consonancia con el sobrio minimalismo nipón, la casa se reduce a una cajita negra modulada de acuerdo con las medidas del tatami tradicional. Estructura, paredes, suelos y techos de la casa fueron concebidos para su montaje a base de piezas estandarizadas con unas dimensiones y peso mínimos, lo que facilitó las tareas de prefabricación, transporte y manipulación para una puesta en obra rápida y eficaz. Por dentro, y con la única excepción del cuarto de baño, la vivienda no cuenta con ninguna pared o elemento de compartimentación. Tres patios ajardinados de distintas dimensiones establecen conexiones visuales con la naturaleza exterior, a la vez que sirven para organizar un espacio interior totalmente flexible que permite que la vivienda también pueda utilizarse como sala de exposiciones para la hija del arquitecto.
Una habitación con vistas al mar
David Chipperfield. Casa de Vacaciones (Corrubedo, Galicia, 1996-2002)
Cada verano, David Chipperfield (1953) y su familia se trasladan a un pequeño pueblo de pescadores en la costa gallega donde el arquitecto pasa ochos semanas ocupándose de recibir visitas de amigos, trabajar por el día y navegar por la tarde. El amor incondicional de la familia hacia el lugar condicionó el diseño de su casa de vacaciones (Corrubedo, Galicia, 1996-2002), que paradójicamente funciona justo al revés que el resto de los edificios del pueblo. A diferencia de sus vecinos, que dan la espalda al puerto para resguardarse de las inclemencias marítimas y abren sus ventanas al frente urbano, Chipperfield ofrece una fachada prácticamente ciega hacia la calle y explota al máximo su ubicación disponiendo todos sus espacios interiores orientados directamente al mar. Elegante y sensible, la casa se diseñó teniendo en cuenta las costumbres y rutinas de la familia, como tomar el desayuno, leer un libro o prepararse una taza de té, lo que convierte esta obra en una celebración de la intimidad doméstica.
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