Fantasía, excentricidad, distorsión (e incluso humor): el surrealismo se cuela en casa

Hace unos días comenzó la temporada de ferias con la primera edición del año de Maison & Objet. El evento parisiense escogió una temática que aborda una tendencia que desde hace tiempo se advierte en el mundo del diseño y que cuesta definir, porque se manifiesta de maneras y en creadores muy dispares, muchos de ellos trabajando de un modo híbrido entre el diseño y el arte. La denominaron Sur/Reality, una especie de nuevo surrealismo que, cien años después, vuelve a explorar la irracionalidad a través de la fantasía, la excentricidad, la distorsión, la aleatoriedad, el humor y la poesía buscando expandir los horizontes y las narrativas creativas. Quizá el diseño necesitaba del surrealismo para sacarnos de la anestesia de la perfección y lo sensato; también de nuestra incapacidad para sorprendernos.

Este neosurrealismo se materializa en objetos y espacios que resultan tan sorprendentes como deseables, dirigidos a un consumidor con apetito por lo extraño y lo inesperado, según apuntaba la propia feria. Algunos de estos diseños parecen generados por una IA, y en ciertos casos lo son, empleada como una herramienta de creación más. Pero, sobre todo, el punto en común que tienen es el deseo del creador por expresarse al margen de la estética preestablecida, ya sea a través de lo digital, de una producción industrial o manual. Por eso tiene lugar en esa esfera que se mueve entre el diseño y el arte, de hecho, sus principales exponentes se identifican más como artistas que como diseñadores. Sin embargo, la mayoría de sus creaciones no son específicamente obras de arte sino utilitarias, aunque muchas se venden a través del canal de galerías. Se trata de un nuevo surrealismo aplicado al mundo de los objetos, el mobiliario, la iluminación o el diseño de espacios. Una tendencia en el ámbito del diseño, que se apoya en el surrealismo como motor creativo.

Como exponente de esta tendencia, Maison & Objet otorgó a la inglesa Faye Toogood la distinción de Diseñadora del Año. Una creadora que no se define a sí misma como diseñadora sino como artista que se expresa a través del mobiliario, la escultura y la moda, aunque la mayor parte de sus propuestas se manifiestan en el campo del diseño, los interiores y los objetos. La creadora de la famosa butaca Roly Poly para Driade, con sus patas de elefante, suele tender a las formas orgánicas y a propuestas formales llamativas, sorprendentes y esculturales que huyen del racionalismo o la lógica de lo industrial, incluso tratándose de piezas altamente industrializadas en algunos casos. Uno de sus últimos diseños, el asiento Squash para Poltrona Frau, resume su estilo a la perfección.

Otro gran exponente de esta tendencia es otra mujer: la eslovena establecida en Londres Lara Bohinc. Ella representa la expresión máxima de la distorsión, la expansión formal y la fantasía. Un viaje a través de sus piezas, que produce y vende ella misma o en galerías, supone adentrarse en un universo estético nuevo, con excéntricas formas nunca antes vistas que consigue a través de una manera magistral de abordar la manufactura de los materiales con los que trabaja, entre los que destacan, en especial, el mármol y los metales.

En los ámbitos de la fantasía, la distorsión y la aleatoriedad aplicada al diseño espacial, el creador Andrés Reisinger es un artista visual que se mueve entre lo físico y lo digital, lo imaginado y lo tangible, la función y la ilusión, lo familiar y lo de otro mundo. Su trabajo se enfoca específicamente en cuestionar la naturaleza de la realidad, generando nuevos paisajes y posibilidades espaciales u objetuales a través de la creación digital. Es a menudo surrealista, explorando los orígenes de la creatividad a través de la psique o de lo onírico para conseguir superar o evadir el alcance de la lógica y el control. Hasta el 7 de julio podrá verse en el museo Moco Museum Ámsterdam la muestra Dreams, donde se integra la instalación Take Over Elastic, entre otras obras suyas. Unas monumentales estructuras inflables de color rosa, con formas biomórficas que buscan sugerir perspectivas espaciales más fluidas, flexibles y cósmicas.

Otro especialista en crear espacios que son pura fantasía es el del arquitecto Carmelo Zappulla, del estudio External Reference. Con un enfoque basado en la innovación e investigación tecnológica, e inspiraciones que proceden del mundo del arte, la biología y la filosofía, sus interiores resultan una experiencia emocional, cautivadora y envolvente, en ocasiones con un punto surrealista. El diseño de la tienda de la marca de joyería La Manso, en Barcelona, es un claro ejemplo por sus elementos de formas fluidas elaborados con impresión 3D. Una reinterpretación de las ornamentaciones orgánicas clásicas de su fachada que fluctúan entre lo pétreo, lo glacial y lo derretido pareciendo, incluso, inquietantes seres vivos. Una mezcla de impresiones opuestas que cortocircuitan su percepción e interpretación.

Toques de aleatoriedad, humor y poética los encontramos en diseños como las lámparas Fran, del estudio alemán con marca propia Llot Llov. Los flecos de rafia que conforman sus pantallas parecen pelos, sobre todo en el modelo de mesa, tanto humanos como de perro e, incluso, de fregona. Este tipo de asociaciones divertidas y chocantes hasta rozar lo surrealista siempre han estado presentes en el mundo del diseño, no es algo específicamente nuevo, pero cada vez son más habituales. La afamada diseñadora Kelly Wearstler ha hecho también un ejercicio similar de asociación chocante con su reciente colección Nudo para Arca: una serie de piezas de mobiliario inspiradas en el mundo de los tejidos, que parecen grandes madejas o volumétricas hebras entrelazadas, solo que son de mármol. El contraste entre la solidez del material y la maleabilidad de su inspiración formal produce un choque mental.

Referencias que destaquen específicamente por su sentido del humor las encontramos en piezas como los taburetes Nigiri, diseño de Dibloo Estudio para la firma .annud, con su asociación formal tan clara y evidente a la pieza de sushi de la gastronomía japonesa de la que toman su nombre; también en la consola Weaver, diseño de Elliat Rich para Design by Them, con sus flecos de nailon en lugar de frentes de armario, que recuerdan al Cousin Itt de los Adams. Otros diseños abordan el factor sorpresa y el humor de una manera mucho más sutil. La firma Tacchini acaba de recuperar un diseño de 1967 de Joe Colombo, Additional System, en el que, de primeras, lo que más sorprende es cómo sentarse en unas ranuras. Se trata de un sistema modular de asientos a base de cojines de seis tamaños diferentes con los que se puede crear diferentes composiciones (sillón, puf y diván) generadas a partir de estudios ergonómicos de los años sesenta.

Muchas de estas piezas tienen cierta poética detrás. Las lámparas de Pia Maria Raeder de la serie Sea Anemone para Galerie BSL podrían ser la pareja perfecta del Teléfono Langosta de Salvador Dalí, con su cautivadora y a la vez desconcertante apariencia de inspiración marina. Forman parte del design lounge de la exposición Eccentric, una muestra que explora la excentricidad como fuente de creatividad, que se podrá ver hasta el 27 de abril en la Pinakothek der Moderne de Múnich.