_
_
_
_

Qué tiene de especial la Casa Gomis (y por qué ha costado siete millones de euros al Estado español)

La adquisición de esta joya de la arquitectura por parte del Ministerio de Cultura reconoce su valor comprometiéndose con un modelo de desarrollo que respeta la cultura, el medio ambiente y la historia

Casa Gomis, ubicada en el Prat de Llobregat.
Casa Gomis, ubicada en el Prat de Llobregat. Nomad Studio (MANIFESTA 15)
Daniel Díez Martínez

Los amantes de la arquitectura empezamos bien el año. Muy bien, de hecho. El pasado 7 de enero supimos que el Ministerio de Cultura ha adquirido la casa Gomis, también conocida como La Ricarda, por un importe de 7,2 millones de euros. Según declaró el ministro Urtasun, “el objetivo es protegerla, conservarla y convertirla en un gran centro cultural 100% abierto al público cuya temática gire en torno al diálogo entre arte y naturaleza”.

Proyectada por Antonio Bonet Castellana entre 1949 y 1956 y construida entre 1957 y 1963 para la familia Gomis Bertrand en un pinar frente al mar unos pocos kilómetros al sur de Barcelona, La Ricarda es algo más que una joya del patrimonio arquitectónico contemporáneo español. También simboliza la defensa de la memoria histórica y cultural y de la cordura ecologista frente a los peligros de un mal llamado progreso, insostenible y cortoplacista, que cabalga a lomos de un urbanismo tan miope como voraz.

La decisión tomada por el ministerio es una excelente noticia que debemos celebrar.

Casa Gomis, imagen cedida por el ayuntamiento del Prat de Llobregat.
Casa Gomis, imagen cedida por el ayuntamiento del Prat de Llobregat.Ajuntament del Prat de Llobregat

Una obra maestra del racionalismo

La casa Gomis combina funcionalidad, integración con el entorno y una sensibilidad extraordinaria hacia el uso de los materiales y la luz natural. “Es muy clara en sus planteamientos”, explicaba Marita Gomis, una de las hijas de la familia Gomis Bertrand, para El País en 2021. “La casa se extiende por el territorio como se extienden las raíces de los pinos”. No es (sólo) una metáfora. Bonet proyectó una malla de módulos espaciales de 9 x 9 metros que repitió doce veces y los distribuyó por el terreno de manera orgánica y dislocada siguiendo las vistas hacia el mar y la orientación del sol.

El resultado es una sola planta en la que las piezas públicas (vestíbulo, salón y comedor) se sitúan en el centro, y sirven como espacio de transición y encuentro con las habitaciones de los padres, las de los niños, y el ala de servicio, emplazados en los extremos. Cada detalle, desde el mobiliario hasta la iluminación natural, está pensado para potenciar la armonía entre la arquitectura y su entorno. Así, un hermoso catálogo de terrazas, porches, estanques, patios, celosías cerámicas, contraventanas de madera y ventanales de suelo a techo permiten definir un interior en conexión continua con el espectacular paisaje circundante. El resultado es una vivienda que respira, que se adapta al ritmo de la naturaleza y que ofrece una experiencia espacial única. “Es una casa muy espaciosa y luminosa; muy fácil de entender y muy fácil de vivir”, considera Gomis.

Bonet Castellana utilizó elementos prefabricados y materiales locales para lograr un perfecto equilibrio entre modernidad y tradición. Cada uno de los módulos cuadrados consta de cuatro pilares metálicos que están pintados de negro para confundirse visualmente con los troncos de los árboles de la parcela. Sobre ellos se apoyan unas vigas de hormigón y unas bóveda cerámicas a la catalana, que le confieren su característico perfil ondulado. La colaboración con expertos locales en cerámica, carpintería y vidrio fue esencial para dotar a la casa de un carácter único. El blanco de las paredes contrasta con el color terroso de los alicatados cerámicos del suelo, o con los textiles crema y burdeos del mobiliario, que todavía se conserva original.

La Ricarda es un brillante ejemplo de cómo la arquitectura puede ser a la vez funcional y poética. Su diseño responde a las necesidades concretas de los Gomis, pero también invita a la reflexión sobre la relación entre habitante, espacio y naturaleza. Es, en definitiva, una casa que trasciende su función para convertirse en una obra de arte habitable.

Jardín de la Casa Gomis, también conocida como La Ricarda.
Jardín de la Casa Gomis, también conocida como La Ricarda.Lluís Casals

La Ricarda y El Prat: arquitectura y medioambiente en peligro

Más allá de la casa, está el lugar. La casa Gomis se sitúa en un paraje de excepcional belleza y alto valor medioambiental: la laguna de La Ricarda, en el delta del Llobregat. Este entorno natural es vital para el equilibrio ecológico de la región y, de hecho, está protegido por la red ecológica europea Natura 2000. Sin embargo, en 2021, el anuncio de la ampliación del aeropuerto de El Prat colocó la obra de Bonet Castellana en el ojo del huracán. La propuesta, que incluía la construcción de una nueva pista que invadiría el espacio natural de La Ricarda, despertó una oleada de críticas de ONGs, expertos y ciudadanos preocupados por las graves consecuencias medioambientales y patrimoniales.

Lo cierto es que El Prat estaba ahí antes que la casa. “Cuando mis padres la construyeron, el aeropuerto de Barcelona era un aeródromo pequeño para aviones de hélice”, recordaba Marita Gomis. Sin embargo, las sucesivas ampliaciones multiplicaron el tráfico de vuelos y sustituyeron las hélices por los motores de reacción. Hoy, los aviones surcan el aire a unos pocos metros de la cubierta de la casa. El ruido es insoportable, tal como puede escucharse en la entrevista concedida por Marita Gomis en pleno pulso con Aena, constantemente interrumpida por el rugido de los aviones.

Sin embargo, las consecuencias del nuevo proyecto de ampliación iban más allá del ruido: la casa Gomis no sólo se enfrentaba a un impacto físico directo, sino también a la posibilidad de quedar aislada y descontextualizada de su entorno natural, un elemento inseparable de su concepción arquitectónica. El conflicto desatado alrededor de los planes de la ampliación aeroportuaria sirvió para reavivar el debate que enfrenta a los partidarios del beneficio económico inmediato derivado de la explotación turística e inmobiliaria contra los que defienden la preservación de un legado cultural y ambiental de valor incalculable. En esta ocasión, el David de la mesura venció al Goliat de las plusvalías, y la presión social y las reivindicaciones lograron frenar el proyecto de ampliación del aeropuerto, devolviendo a La Ricarda una tranquilidad que entonces se percibió como frágil y momentánea.

Interior de la Casa Gomis.
Interior de la Casa Gomis.ALBERT GARCIA

Un pedazo de nuestra historia reciente

Aunque fuera concebida como la lujosa villa de retiro veraniego para una familia culta y acomodada, la casa Gomis representa mucho más que eso. En cierto modo, es también un testimonio de la historia reciente de España.

Por un lado, es importante destacar la figura de su autor, Antonio Bonet Castellana. Formado profesionalmente en los estudios de Josep Lluís Sert en Barcelona y en el de Le Corbusier en París, Bonet emigró a Argentina tras el estallido de la guerra civil española. Desde Buenos Aires primero, y desde Punta del Este (Uruguay) después, el arquitecto contribuyó de manera decisiva a la definición de la modernidad arquitectónica sudamericana. La Casa de Estudios para Artistas (Buenos Aires, 1938), el edificio Terraza Palace (Mar del Plata, 1957-1960) y la casa Berlingieri (Punta Ballena, Uruguay; 1947), son solo una pequeña muestra de su capacidad para hibridar el puro racionalismo corbusierano con guiños a la cultura, el clima y la tradición material locales. El genio creativo de Bonet también participó en el diseño de una de las piezas de mobiliario más bellas que existen: la silla BKF.

Los casi quince años transcurridos entre el inicio del proyecto de la casa Gomis y el final de su construcción son el resultado de las dificultades de levantar una obra de arquitectura tan singular desde el exilio, a miles de kilómetros. Se proyectó por carta, en un constante intercambio colaborativo entre Bonet y la familia Gomis, y con algunas visitas puntuales. Fue un proceso largo y complejo. Lo más cómodo habría sido conformarse con otro arquitecto local, pero Ricardo Gomis e Inés Bertrand eran cualquier cosa menos conformistas.

Así, en una España marcada por la ausencia de apoyo público y la falta de espacios adecuados, los Gomis convirtieron su propia casa en un lugar de reunión para intelectuales y artistas. Organizaron conciertos y recitales, y abrieron sus puertas a invitados como John Cage, Joan Miró, Antoni Tàpies e integrantes del Club 49, una asociación de artistas concebida para rescatar el espíritu creativo que había germinado durante la Segunda República y que el estallido de la guerra había interrumpido abruptamente. Los encuentros que se producían en La Ricarda eran el reflejo de una época en la que el arte y la resistencia se daban la mano frente a la opresión franquista.

Obra de la artista Francesca Llopis, en la Casa Gomis.
Obra de la artista Francesca Llopis, en la Casa Gomis.

Preservar el pasado para mirar hacia el futuro

Como sucede con otras tantas manifestaciones artísticas, la arquitectura también es parte de la memoria colectiva de un país. Por eso, debemos mirar más allá de sus cualidades arquitectónicas, indiscutiblemente soberbias en el caso de la casa Gomis. La obra de Bonet es un claro ejemplo de cómo la arquitectura puede ser mucho más que una construcción de hormigón, acero y ladrillos: puede ser un manifiesto, un legado y un puente entre la historia y el futuro.

La arquitectura nos ayuda a tomar medidas ante un contexto de cambio climático y urbanización descontrolada. Optar por salvaguardar el patrimonio natural y arquitectónico de La Ricarda frente a las amenazas de un mercado que reduce los edificios y los terrenos en los que se levantan a su valor comercial, define una posición política valiente y admirable. Además de ser el hogar de numerosas especies protegidas, la laguna de La Ricarda es también el escenario de cómo la arquitectura puede integrarse con el paisaje sin perturbarlo. La decisión del ministerio de adquirir no sólo la casa, sino también toda la finca familiar, representa un compromiso firme con este equilibrio y con la valoración del entorno como parte indivisible del patrimonio cultural.

Por otro lado, y especialmente en el mismo año que se cumple medio siglo de la muerte de Francisco Franco, debemos aprovechar todas las oportunidades que se nos presenten para recordar la pérdida de talento que sufrió nuestro país debido a la guerra y a la dictadura franquista. Bonet fue afortunado y pudo regresar a España. Otros muchos, no. Proteger su trabajo, especialmente si se encuentra en el territorio español como sucede en este caso, es una forma de reparar esa injusticia histórica y de reivindicar el legado de quienes tuvieron que huir por sus ideas. La Ricarda no es solo una casa: es un homenaje a la resiliencia y a la capacidad del arte para sobrevivir incluso en las circunstancias más adversas.

La adquisición de la casa Gomis envía un mensaje claro sobre nuestras prioridades como sociedad. Al reconocer su valor, no solo salvaguardamos un edificio, sino que también afirmamos nuestro compromiso con un modelo de desarrollo que respeta la cultura, el medio ambiente y la historia. Ahora, La Ricarda estará a salvo para seguir siendo eso y mucho más.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Daniel Díez Martínez
Es doctor arquitecto, profesor en la Escuela de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid y especialista en la divulgación de la arquitectura y en su puesta en relación con otras disciplinas y lenguajes de la cultura popular contemporánea. Antes de ICON, escribía para la edición española de 'The New York Times Style Magazine'.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_