El misterioso club creado por David Lynch que ya llegó a España recala en Nueva York
Tras su éxito en París e Ibiza, la nueva sede en la Gran Manzana ideada por Crosby Studios le sitúa como un referente mundial del diseño de interiores
Hace poco más de una década, el empresario francés Arnaud Frisch tuvo una visión. En el número 142 de Rue de Montmartre, sede de la prensa más comprometida del país durante los siglos XIX y XX, haría realidad su sueño más personal, un club en el que dar rienda suelta a las fantasías de un público sediento de una noche diferente y en la más estricta intimidad. “Silencio es un refugio donde el ruido de la vida cotidiana se desvanece para dar paso a encuentros artísticos y culturales auténticos, además de momentos de reflexión y creatividad”, explica Frisch a ICON Design por correo electrónico.
El mismo edificio donde se imprimió J’Accuse, el famoso artículo de Émile Zola contra el antisemitismo, se convertiría en manos de Frisch y su socio Antoine Caton en una oda al entretenimiento y la evasión para una generación hastiada por la crisis mundial que se gestaba a su alrededor. Un nuevo referente de la noche parisiense que no solo programaría fiestones sino también conciertos, charlas, exposiciones de arte contemporáneo y proyecciones de películas.
El anuncio de su apertura en septiembre de 2011 fue una bomba mediática a escala mundial. El motivo fue contar con el cineasta David Lynch como director artístico del local, inspirándose en el intrigante club Silencio –del que tomaría su nombre– que aparece en su película Mulholland Drive (2002). El estadounidense trazó a través de multitud de dibujos una escenografía dramática que conectaría bajo tierra en 700 metros cuadrados una galería de fotografía con un cine privado, una biblioteca, una sala para fumadores, dos bares, una blackroom y (cómo no) un escenario.
La agencia francesa de arquitectos ENIA, autores de galardonados proyectos como el edificio Centre de surveillance Galileo, fue la encargada de ejecutar este club subterráneo con un presupuesto de tres millones de euros. Su interior, fruto de una mente hedonista, no escatimó en recursos: orquestado por el interiorista Raphael Navot, todo el mobiliario fue diseñado en exclusiva para el local, como la alfombra ideada por David Lynch que cubre el hall de la entrada principal o la serie de asientos asimétricos Black Birds en los salones. Los artesanos de Domeau & Pérès firmaron la tapicería de todo el espacio y el legendario taller de Ateliers Gohard las coberturas en madera dorada de los techos abovedados.
Convertido en uno de los clubes más famosos del mundo, sigue en plena forma trece años después de su apertura. Por su escenario han pasado Lana del Rey, Prince, Dua Lipa, Pharrell Williams o Kendrick Lamar y ha creado una sólida hermandad con la Semana de la Moda de París o ferias de arte contemporáneo como Art Basel y Paris Photo. No ha dejado de ser ese place to be frecuentado por gente guapa e influyente donde codearse durante unas horas con Kate Moss o Jean Paul Gaultier. “Silencio es de sobra conocido por su vida nocturna, sus paredes han vibrado al ritmo de Peggy Gou, Kaytranada o Virgil Abloh. En su programa cultural reservado para sus miembros puedes desde asistir a una exposición de Ai Weiwei a ser testigo de la carte blanche de David Lynch, una performance con A$AP Rocky o Michele Lamy, una charla con Alejandro Jodorowsky, una preview del cineasta Ruben Ostlund, una cena creada por Massimo Bottura o una venta de fotografías de Larry Clark”, enumera su fundador.
Frisch ha sabido rentabilizar la marca Silencio reforzando su presencia en París y ampliando el concepto a otras ciudades del mundo. La primera en dejarse silenciar fue Ibiza en 2020, en el corazón de Cala Molí. A pesar de la pandemia, Frisch dio con éxito una vuelta de tuerca al chiringuito de toda la vida en la isla pitiusa. El objetivo fue crear un santuario íntimo entre fibras naturales, camas balinesas y arena en los pies para la avanzadilla creativa de la isla, en la que naturaleza y arte dialogaran libremente. “Por su espíritu hedonista, la isla acoge a personas creativas y espíritus libres de todo el mundo. Ha evolucionado perfectamente con los tiempos, desde los primeros hippies de los años sesenta hasta los nuevos templos de la música electrónica. Ibiza era sin duda el destino ideal para abrir un segundo Silencio”, explica Frisch. Los valores de Silencio, prosigue el empresario, seguían siendo los mismos, pero adaptados a la nueva ubicación. “Encargamos la arquitectura del lugar al colectivo balear Moredesign y creamos un concepto de cocina mediterránea para compartir diseñada por el chef Mauro Colagreco”.
El pasado 12 de julio, Silencio Ibiza reventó las redes sociales con la actuación sorpresa de Charli XCX y el resto del verano será una dura competencia para las discotecas locales, como indica la programación de su cuenta de Instagram. Frisch deja claro que la cultura sigue siendo el motor del proyecto. “Hemos tenido desde una instalación de Miranda Makaroff o de la arquitecta Charlotte Taylor a un DJ set de Jamie Jones, un concierto de Claire Laffut o un cabaret de Ali Mahdavi”.
Con una futura intervención de Kulapat Yantrassat, mano derecha de Tadao Ando y fundador del estudio WHY Architecture, Silencio Ibiza se ha convertido en un refugio gastronómico en la isla. Al ya conocido menú del chef con tres estrellas Michelin, Mauro Colagreco, en el restaurante a pie de playa, este año incorporan Urusai, un bar de tapas al estilo de Tokio con estética brutalista. El concepto está creado por Arthur Cohen y Olivier Leone, fundadores de Ojii y Onii-San en París, que ofrecerán durante todo el verano un menú que sublima los productos de las islas con una fusión ibérica-japonesa moderna. La estela oriental se prolonga con un listening bar para escuchar vinilos durante la puesta de sol junto a su carta de cócteles de influencia japonesa creada por el Rémy Savage.
Cuando Crosby Studios rompió el silencio en Nueva York
Tras una segunda localización en París con Silencio Des Prés, el restaurante con cocina abierta todo el día diseñado por Studio KO en 2021, Frisch decidió cumplir su sueño americano. Ubicado en la calle 57 con la Octava Avenida, a escasos metros del desaparecido Studio 54, el diseño del nuevo Silencio caería en manos de Crosby Studios, conocido por defender la estética de la antigua URSS como emblema de la modernidad. Su fundador, el ruso Harry Nuriev, colaborador de Balenciaga y Nike, impregnaría de algunos de sus mantras –líneas brutalistas o el rojo como color conductor, entre otros– la creación del nuevo club de culto. “Mi visión fue traer ese feeling europeo a la nueva localización en Nueva York para combinar diferentes universos respetando el espacio de París. Utilizar el color rojo que tanto me gusta y que ya estaba presente en el diseño original fue un regalo para mí, era el color perfecto para este proyecto”, explica el interiorista a ICON Design. El manto infinito de terciopelo rojo va desde el suelo al techo, sin dar lugar a obras de arte o cualquier otro adorno. La austeridad por encima del detalle.
Su localización en Hell’s Kitchen, un barrio familiar para el interiorista ya que ahí vivió por primera vez cuando se mudó a Nueva York, inspiró la idea de un club nocturno situado en el sótano de un edificio con la entrada por una calle ruidosa, que contrastara con el ambiente minimalista y chic de su interior. Un proceso acorde a su teoría del “transformismo” como señala, una función que influye en el arte y el diseño que niega lo nuevo para crear desde un objeto ya establecido, como el mobiliario de este club. “En realidad, este es un lugar legendario para hacerlo”, matiza.
David Lynch es otra referencia que nombra en el proyecto, asiduo a las cortinas omnipresentes, los letreros de neón y también al color rojo en los escenarios de sus películas. Todos ellos son elementos que también transcurren en la escenografía ideada por Nuriev. “David Lynch es uno de mis artistas favoritos y fue un honor para mí continuar el hermoso trabajo que hizo en París”, confiesa.
Como cabía esperar, Frisch ideó para su inauguración en febrero de este año una agenda cultural plagada de estrellas: del aftershow de la última gira de Nicki Minaj a la muestra de la colección de arte que asesora Alicia Keys y Swizz Beatz o la actuación de YG Marley, nieto del músico jamaicano. Tras afianzarse en la Gran Manzana, la pregunta es inevitable: ¿cuál será la siguiente parada? “Puede que Asia”, lanza el empresario. El diseñador que lo ejecute es todo un misterio.
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