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Milagro en el Delta del Ebro: el camping que se convirtió en una obra maestra de la arquitectura

Los estudios Bajet Giramé y JAAS han reformado el recinto, construido en los años cincuenta, a partir de una arquitectura mediterránea amable y orientada al futuro que les ha servido para obtener el premio FAD 2024 en la categoría de Ciudad y Paisaje

El equipo de arquitectos ha querido subrayar el papel de la sombra para crear espacios de confort al aire libre.
El equipo de arquitectos ha querido subrayar el papel de la sombra para crear espacios de confort al aire libre.Joan Guillamat
Nacho Sánchez

Pionera del turismo, la catalana María Carmen Masiá fundó en 1956 el camping Alfacs en Alcanar (Tarragona, 9.612 habitantes). Era entonces una zona rural de secano, un paisaje de olivos y algarrobos que se convirtió en un oasis vacacional. Seis décadas después, su hijo, Mario Gianni, decidió que era el momento de dejar de mirar al pasado para hacerlo al futuro. En 2016 se puso en manos de un grupo de jóvenes e ilusionados arquitectos para “conseguir el efecto guau entre la clientela pero sin ser horteras”, recuerda el empresario. “Y lo han logrado”, confirma tras celebrar que el trabajo realizado por Pau Bajet y María Giramé –del estudio Bajet Giramé– y Manuel Juliá –JAAS– ha sido reconocido en los Premios FAD 2024 por la “nueva y magnífica idea del habitar en este modelo vacacional”, según el jurado. Es la primera vez que un camping obtiene el este prestigioso galardón en la categoría de Ciudad y paisaje.

La piscina, junto al mar y epicentro del ocio del camping, cuenta con una pequeña playa artificial y un muro de hormigón desgastado.
La piscina, junto al mar y epicentro del ocio del camping, cuenta con una pequeña playa artificial y un muro de hormigón desgastado.Joan Guillamat

La renovación abarca la topografía, el paisajismo y la arquitectura, amable y que invita a la desconexión. Todo cumple con las premisas de Gianni, muy abiertas de inicio: vinculación a la cercana reserva natural del Delta del Ebro, integración en el paisaje y una línea de arquitectura mediterránea sin estridencias. “La idea era que el cliente pensara: para qué irme lejos si tengo algo así aquí” explica el responsable del camping. Había, sin embargo, un condicionante clave: que las obras sólo se realizaran en invierno, los únicos meses en que las instalaciones están cerradas. Había que hacerlo, además, por fases para que el recinto pudiera funcionar durante la temporada de calor. Entre otros aspectos, para poder financiar las obras, realizadas en más de 8.000 metros cuadrados y cuyo presupuesto ha rondado los cuatro millones de euros.

Lo primero que hicimos fue echar una mirada general al territorio y a su entorno. Luego nos enfocamos en el camping”, relata la arquitecta María Giramé, de 36 años, que junto a Pau Bajet (también 36) trabajó en Londres en las oficinas del Premio Pritzker David Chipperfield, donde coincidieron con Juliá (de 38 años) antes de crear sus respectivos estudios de vuelta a Barcelona. “Para lograr algo singular buscamos subrayar lo específico de la zona, es decir, la arquitectura rural humilde de materiales cercanos, pero también ir un poco más allá para encontrar esa singularidad”, añade Bajet. La idea central de sus bocetos era la del disfrute del territorio, apostar por el paisaje y subrayar la importancia de las sombras. “Hubo mucho empeño en crear espacios de confort al aire libre”, insiste Manuel Julià.

Las zonas comunes, con duchas, baños y zona de limpieza de enseres, fue la primera actuación de un proceso de renovación que comenzó en 2019.
Las zonas comunes, con duchas, baños y zona de limpieza de enseres, fue la primera actuación de un proceso de renovación que comenzó en 2019.Joan Guillamat

Una pequeña ciudad

Ambos equipos pusieron la arquitectura al servicio de las vacaciones. Tomaron ejemplos de campings como La Ballena Alegre (construido por Frances Mitjans en Girona) o la idea de La ciudad de Reposo del Grupo de Arquitectos y Técnicos Catalanes para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea (Gatcpac). Revisaron la obra de arquitectos como el portugués Álvaro Siza, las casas en Cerdeña del italiano Alberto Ponis o los poblados de colonización de José Luis Fernández del Amo, que juegan entre lo vernáculo y la modernidad. “Nos acercamos a todo ello de una forma desenfadada, no siendo demasiado literales con esas referencias”, reconocen los arquitectos sobre un proyecto que también se acerca al llamado estilo del relax de las primeras obras turísticas de la Costa del Sol en los años 50 y 60.

De ahí que los arquitectos hayan desarrollado una serie de estrategias que transforman el camping en una pequeña ciudad. Tiene incluso su calle principal, un eje central que llega desde la puerta del recinto hasta el mar, distribuyendo por el camino los distintos barrios de esa teórica localidad. En esta vía se encuentran los dos edificios de referencia: uno acoge la recepción y el supermercado y otro el restaurante. Ambos fueron construidos en 2020, un año después de la primera actuación. En la zona de la derecha hay un pabellón con duchas, baños y zona para la limpieza de enseres. Estas instalaciones están ubicadas alrededor de un patio que sirve de punto de encuentro para quienes ocupan las parcelas de acampada, situadas cerca. La zona de la izquierda fue renovándose en los siguientes inviernos: 24 cabañas prefabricadas de madera y una nueva piscina que linda con el Mediterráneo. “Se valora la transformación de un gran espacio exterior que, con una muy buena lectura del terreno y una serie de estrategias inteligentes, consigue revalorizar ese espacio natural frente al mar”, señalan desde el jurado de los Premios FAD, donde también destacan “un cuidado exquisito en el uso de la vegetación y los materiales de construcción que conectan el conjunto con el paisaje circundante”.

El restaurante del recinto, de acceso libre, juega con las luces y genera espacios de transición entre el interior y el exterior con pérgolas cubiertas de vegetación.
El restaurante del recinto, de acceso libre, juega con las luces y genera espacios de transición entre el interior y el exterior con pérgolas cubiertas de vegetación.Joan Guillamat

Piedra de Sènia

Los materiales sirven para crear un diálogo entre lo artificial y lo natural. La base es el hormigón. Con él diferencian distintos espacios a modo de terrazas agrícolas y estructuran el terreno con plataformas o escaleras. Otro material fundamental es la piedra de Sènia, de tonos rosáceos y obtenida en una cantera cercana. Es una roca que se ha incorporado al proyecto en varios formatos: desde cortada para embellecer distintos elementos hasta en forma de grava para delimitar espacios exteriores. También está incrustada en el muro de hormigón circular que hay en la piscina –rodeada de arena de sílex que consigue crear una playa junto al mar– sometido a un proceso de erosión. Está inspirado en una pared del recinto original, asentada en primera línea y desgastada por las olas.

Los edificios centrales –recepción y restaurante– son los más altos. Su singular diseño parte de la arquitectura tradicional mediterránea: muros gruesos y pequeñas ventanas para conseguir confort térmico en su interior. Cuentan con una mirada futura: un zócalo de bloques de tierra compactada, de un metro de largo y procedentes de Lleida. “Es el muro de tapial de toda la vida, solo que en versión industrializada”, señala Manuel Julià. Suponen una versión más cuidada del tradicional ladrillo visto y conectan a la perfección con el resto de las fachadas, blancas y con cubiertas inclinadas recubiertas de tejas. Para conseguir la apertura al exterior, ambos inmuebles tienen grandes salidas mediante espacios intermedios, que sirven de transición y cuentan con pérgolas cubiertas de vegetación que dejan pasar el sol en invierno y generan sombra durante el verano.

Las cabañas de madera de pino son otra de las sorpresas de este camping. Fueron diseñadas por los arquitectos, construidas por una empresa en un polígono de Tarragona y colocadas después en el camping sobre pequeñas estructuras de hormigón. Componen un pequeño poblado y, a la vez, dan sensación de baja densidad: apenas se diferencia cuando empieza una o acaba la otra, “pero no suponen un muro continuo: se adaptan a la topografía y todas tienen terrazas con vistas al mar”, sostiene María Giramé, quien añade que el recinto está en constante transformación y quedan cosas por hacer. Eso sí, tras cinco años de obras y la aparición de algunas canas y arrugas nuevas en todo el equipo, ahora toca respirar. “Hemos parado, pero continuaremos”, concluyen con la misma ilusión con la que empezaron. Así, además, dispondrán de más tiempo para otros proyectos en marcha, como 83 viviendas para personas mayores para el Ayuntamiento de Barcelona o 72 pisos sociales para el Ayuntamiento del Prat de Llobregat, entre otros.

El camping cuenta con 24 cabañas prefabricadas de madera que simulan un pequeño poblado y siempre cuentan con vistas al mar.
El camping cuenta con 24 cabañas prefabricadas de madera que simulan un pequeño poblado y siempre cuentan con vistas al mar.Joan Guillamat

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