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Tala, trasplante o sustitución: ¿qué hacer con los árboles más longevos de las grandes ciudades?

La batalla por la gestión del patrimonio arbóreo en Madrid ha desvelado las complejidades técnicas de un debate de calado entre los expertos en jardinería y paisajismo: ¿prolongar la vida de árboles viejos que ya forman parte de nuestros barrios o sustituirlos por ejemplares nuevos con más futuro y mayor potencial de absorción de tóxicos?

Trasplantar un árbol no es sencillo: la edad y tamaño del árbol y las condiciones del nuevo terreno pueden marcar su futuro (o arruinarlo).
Trasplantar un árbol no es sencillo: la edad y tamaño del árbol y las condiciones del nuevo terreno pueden marcar su futuro (o arruinarlo).Blanca López

La tala de árboles que la Comunidad de Madrid está llevando a cabo en varias zonas de la capital, debido a las obras de ampliación de la línea 11 de Metro, se ha encontrado con la oposición frontal de colectivos vecinales, grupos ecologistas y el Gobierno central. A principios del mes de diciembre del pasado año, con la autorización del Ayuntamiento, comenzó la tala de los 523 árboles afectados por las obras en Madrid Río y el parque de Comillas. Misma suerte están corriendo 29 ejemplares, entre cedros y plátanos de sombra, del jardín de Jimena Quirós, junto a la Estación de Atocha, un área incluida en el Paisaje de la Luz, declarado Patrimonio Mundial de la Unesco.

Las voces contrarias a estas medidas proponen alternativas a la eliminación radical de los árboles, como el cambio de trazado, la excavación en mina de los túneles (frente a la escogida, a cielo abierto) o el trasplante de los ejemplares en cuestión. Esta última opción es la defendida por el Ministerio de Transportes para las obras de la nueva estación pasante de Atocha que conectará el túnel de alta velocidad entre Puerta de Atocha-Almudena Grandes y Chamartín-Clara Campoamor con el nuevo acceso sur de alta velocidad. Según Adif, su plan permite proteger y trasplantar todos los árboles del entorno de la nueva infraestructura, a excepción de uno. En concreto, ha previsto la protección de 147 ejemplares y el trasplante de 231 en suelos próximos a la actuación, “a través de las técnicas más viables para cada árbol, atendiendo a sus condiciones y singularidad”.

Esta opción no está exenta de complicaciones. En opinión de Carlos Calderón, doctor ingeniero de montes por la Universidad Politécnica de Madrid y profesor del máster en jardinería y paisajismo, “el trasplante de grandes ejemplares arbóreos urbanos debería ser una de las últimas alternativas y no debe convertirse en un instrumento administrativo que calme conciencias, sin tenerse en cuenta criterios técnicos que determinen si ese trasplante tiene algún porvenir”.

Según indica Calderón, el trasplante es viable y se han dado muchos casos de éxito, “siempre que se planifique adecuadamente y las circunstancias lo permitan”. En este sentido, explica que deben realizarse una serie de labores previas que, en algunos casos, tienen que comenzar con meses de antelación y así preparar al árbol para esa fase traumática que va a sufrir. Entre otras operaciones, “habría que hacer una reducción de copa que compensara la futura reducción de sus raíces”. Si estas fases no se cumplen o el estado fisiológico del árbol no es el adecuado, disminuye el porcentaje de supervivencia, afirma el ingeniero.

Un árbol más joven

La mayoría de los árboles afectados por las obras del metro madrileño, tanto en Atocha como en Madrid Río y Comillas, son plátanos de sombra (Platanus × hispanica), especie predominante también en toda la ciudad de Madrid, con más de 100.000 ejemplares, según datos aportados por el profesor. La resistencia de esa especie a las alteraciones ambientales, la sequía, las podas y, en general, al ambiente urbano, significan cierta ventaja inicial a la hora de valorar su trasplante. No obstante, como explica el ingeniero de montes, es probable que algunos individuos puedan estar afectados por antracnosis (enfermedad producida por un hongo), presentar oquedades o pudriciones. Además, en su opinión, cuando ya tienen cierta edad y porte, como algunos de los ejemplares en cuestión, “cabe preguntarse si merece la pena a largo plazo realizar ese trasplante u optar por su reposición”. “Un plátano de sombra maduro, próximo a los 60 años de edad, sometido a podas moderadas a lo largo de su vida, ya ha producido toda la madera que puede generar para fijar carbono, mientras que 60 árboles jóvenes en sustitución de uno adulto tendrían un mayor potencial de almacenamiento a medio o largo plazo”, afirma el experto.

El cedro, por su parte, es una de las especies más recomendables para captar y retener contaminantes atmosféricos. Como explica Carlos Calderón, su carácter perenne, sumado a la disposición de sus acículas (hojas en forma de aguja) lo convierten en “muy eficaz para atrapar partículas en suspensión que, además, son retenidas por las sustancias pegajosas que tienen sus hojas”.

El trasplante de las coníferas, grupo al que pertenecen los cedros del Himalaya (Cedrus deodara) talados en Atocha, resulta aún más complicado. El tamaño y la edad, que podría oscilar entre los 60 años y los 75 años, en opinión de este experto, “juegan bastante en su contra. Cuanto más longevo y mayor sea el tamaño del pie a trasplantar, más difícil será que lo supere”. Además, si se eliminan las principales ramas, como paso previo necesario, “el porte nunca se recuperaría, ya que las coníferas no rebrotan tras una poda, por lo que los trasplantes, desgraciadamente, tendrían bastantes probabilidades de fracasar”. Además, la operación en esta especie se complica debido a que su raíces pivotantes tienden a profundizar, mismo motivo por el que la alternativa de excavación en mina debería plantearse con cautela al aumentar el riesgo de vuelco de los árboles por la alteración de su sistema de anclaje.

La otra clave para el éxito de los trasplantes, según el profesor Calderón, es su propia ejecución: “En qué época se realiza, los valores meteorológicos en esos días, la duración de la operación, la distancia y los cuidados durante el transporte, las peculiaridades del lugar de destino, el tempero y la vigilancia en los meses y años posteriores al trasplante”.

Portes y enraizamientos

Al aumentar las dificultades técnicas, los costes económicos también crecen exponencialmente. Calderón, autor de la tesis Urban trees and atmospheric pollutants in big cities: Effects in Madrid (Arbolado urbano y contaminantes atmosféricos en las grandes ciudades: efectos en Madrid), en la que estudió durante nueve años todo el arbolado de gestión pública de Madrid –que incluye el de alineación, el de parque y jardines, parques periurbanos y el de zonas verdes de Patrimonio Nacional–, se plantea “si no merece más la pena emplear el coste de esos trasplantes en llevar a cabo una nueva plantación de árboles jóvenes, fijadores de contaminantes atmosféricos y con una larga vida por delante, a la vez que se mejoren las condiciones del resto del arbolado existente”.

No obstante, esta sustitución “trae consigo una pérdida de valor patrimonial, paisajístico, social y afectivo relacionado con el arbolado maduro existente, así como una merma de la calidad ambiental derivada de la disminución de sombra y el consecuente aumento de la temperatura en el área de influencia de cada árbol adulto talado”, reconoce.

Con sus casi seis millones de árboles, Madrid fue reconocida el marzo pasado como ‘Ciudad arbórea del mundo’ por cuarto año consecutivo. Carlos Calderón aclara que, con sus cerca de tres millones de ejemplares bajo mantenimiento y gestión pública, “la capital se encuentra en una honrosa posición entre las 10 ciudades más verdes del planeta”, y eso conlleva una gran cantidad de recursos que, en su opinión, deberían ser todavía mayores.

Como principales problemas de la gestión del arbolado en Madrid, el profesor Calderón señala las podas desproporcionadas realizadas en décadas anteriores que han generado portes y enraizamientos anómalos, el empleo de algunas especies poco adecuadas al espacio disponible en aceras, la reducción de los alcorques, las múltiples obras y zanjas que se realizan o el empleo abusivo de sólo seis especies principales, que representan cerca del 80% del total. En su opinión, esto ha contribuido, entre otras causas, al envejecimiento prematuro del arbolado de la capital.

El experto considera necesaria una mayor concienciación en el respeto hacia un arbolado urbano que evita muertes relacionadas con la salud cardiorrespiratoria a causa de la contaminación y los episodios de calor. “Debería prestarse ese mismo interés todos los días y a todos los árboles y no únicamente por circunstancias eventuales que poco tienen que ver con un plan a largo plazo de mejora y renovación de arbolado existente”, sentencia Calderón.

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