Diez tesoros olvidados del mobiliario español de los años treinta
Firmadas por Feduchi, Sert o el colectivo GATCPACV, estas joyas del diseño salen a la luz en la exposición ‘El afán moderno’. Sus comisarios eligen diez piezas fundamentales
“La vida moderna”, “El buen gusto”, “Un hogar elegante”: la publicidad de los años treinta anunciaba a los cuatro vientos que lo moderno irrumpía sin complejos en los hogares españoles. Ahora los catálogos, fotografías, revistas especializadas y patentes de aquella época, junto a anuncios de periódicos, son algunos de los hilos conductores de la exposición El Afán Moderno, que se puede visitar en el Museo Nacional de Artes Decorativas de Madrid hasta el 23 de octubre.
Tras dos años de investigación, esta muestra que aspira a retratar a la sociedad española de los años treinta a través de sus muebles e interiores, culminará con un catálogo editado por el MNAD que verá la luz el próximo otoño. El arquitecto Pedro Feduchi y el historiador del arte Pedro Reula se han encargado de comisariar la muestra con el objetivo de probar que la España de los años treinta mostraba atisbos de modernidad en lo que al diseño de mobiliario y al interiorismo se refiere, dos materias que siempre han quedado relegadas al segundo plano frente a otras disciplinas como la arquitectura.
En opinión de los comisarios, “es clave conocer cómo y por qué se utilizan los muebles en la sociedad. Sociológica y materialmente son importantes. Una silla siempre tiene detrás una historia porque cuenta mucho sobre las personas que la usaron. Fijarse en su diseño, o en si es de madera o acero, cuenta mucho de la historia de un país, como ocurre por ejemplo con el arte, que dice mucho acerca de la sociedad”.
La cita en el Museo Nacional de Artes Decorativas da a conocer el cambio cultural que vivió España a partir de finales de los años veinte mediante una selección de algunos de los muebles más destacados realizados en ese periodo: diez piezas clave que Feduchi y Reula consideran imprescindibles para entender los años treinta en España. Cada pieza es un descubrimiento por la escasez de ejemplares que se conservan, porque son casi únicas o por estar ideadas por arquitectos y fabricantes españoles imprescindibles de la época.
Butaca Sacha, de José Manuel Aizpurúa y Joaquín Labayen
La butaca Sacha fue diseñada en 1930 para la Cafetería Sacha de San Sebastián por los mismos arquitectos que proyectaron el local, Aizpurúa y Labayen, autores también del famoso Club Náutico de Donostia. Se trata de una de las piezas más destacadas de la exposición, pues es una de las primeras sillas fabricadas en España en tubo de acero curvado, una técnica novedosa que permitía crear esas formas de líneas continuas. Las fabricó la empresa vasca Dámaso Azcue, especializada en mobiliario de fibra natural, que las produjo también en versión mimbre para su uso en el exterior de la cafetería. Estas butacas pertenecen a la colección del arquitecto Rafael Moneo y están retapizadas siguiendo su aspecto original a partir de fotografías encontradas en un artículo del diario ABC sobre la exposición Arquitectura y pinturas modernas.
Butaca y sillas diseñadas por los arquitectos Carlos Arniches y Martín Domínguez
La butaca Domínguez fue diseñada por Carlos Arniches y Martín Domínguez en 1931 para los Albergues de Carretera, proyecto de la época para promocionar el turismo. Se utilizó también en los años noventa y la reeditó la firma Punt Mobles para las habitaciones de la Residencia de Señoritas de la Residencia de Estudiantes de Madrid, obra de los mismos arquitectos que firman a su vez el Hipódromo de la Zarzuela, en colaboración con Eduardo Torroja. Fabricadas en madera de roble y fechadas alrededor de 1932, “representan una modernidad más cercana al movimiento Arts & Crafts o al estilo art déco principalmente por el empleo de la madera. Es una depuración de las sillas populares de la época porque carece de la ornamentación propia de ese periodo en el que se llevaba mucho el adorno tallado”, comentan los comisarios.
Silla de Otto Winkler, producida por Rolaco
Propiedad del MNAD, es de las primeras sillas fabricadas por Rolaco, empresa pionera en España en la fabricación de mobiliario de tubo, surgida en Madrid y con tienda en la calle Gran Vía. Se patentó en 1932 y su autoría se atribuye al creador alemán Otto Winkler, que fue asesor artístico de la firma. Lo que la convierte en una joya de la época es que es un ejemplar único de Rolaco, uno de los constructores de mobiliario más famoso del momento fruto de la fusión de dos empresas preexistentes: Mac, creada por los ingenieros José María Fernández de Castro y Eduardo Shaw para fabricar muebles de tubo de acero curvado, y Rolaco, dedicada a la producción de tubos de neón y mobiliario contemporáneo.
Butaca tubular producida por Rolaco
En el año 1933 se produce en España la eclosión de fabricantes de muebles de tubo vinculada a la proliferación de ese tipo de piezas en escaparates de grandes almacenes, entonces muy populares. Este modelo es singular y poco conocido porque apenas hay datos de la patente. Es relevante por la modernidad de su diseño y por la continuidad que traza la curvatura del tubo. También existe una versión en mecedora. “Es una silla muy expresiva por esos brazos de madera austeros y más orgánicos, y la hemos elegido por la originalidad y el acabado blanco en lugar de cromado”, comentan los comisarios.
Butaca 163, producida por Muebles Mariner
La Butaca 163 es valenciana, fabricada por Muebles Mariner, otra empresa que experimentó un gran crecimiento en los años treinta. A pesar de que Mariner fue una fábrica muy prolífica, esta pieza es de los pocos ejemplares originales que se conservan de la empresa valenciana. Tiene un aire quebrado más especial que otras sillas creadas en aquella época en España e inspiradas en modelos de Thonet, la casa vienesa pionera en la utilización de la madera quebrada. “Tiene un estilo internacional muy reconocible y una personalidad más acentuada”, añaden los comisarios. Se desconoce su año de fabricación, aunque probablemente sea de la primera mitad de los treinta, y pertenece a la colección Fundación Alfaro Hofmann, que la ha prestado para la muestra. Mariner confirma que Valencia siempre ha sido un centro neurálgico en la fabricación de muebles. Otra firma valenciana destacada fue Martínez Medina (que pervive, aunque escindida, en la actualidad) a las que se suman en otras provincias, Arturo Marangoni en Barcelona, Muebles Toledo o Salvador Solá.
Mesa de despacho del Hotel Capitol, de Luis M. Feduchi
Esta mesa en madera de roble con cantos teñidos en negro, seña de identidad de Feduchi, despunta por ser muy moderna y arquitectónica. Sus formas recuerdan a la fachada curva tan característica del Edificio Carrión de Madrid, el mítico ‘Capitol’ –para varias generaciones de madrileños, el edificio Schweppes–, de los arquitectos Luis Martínez Feduchi y Vicente Eced. Fue diseñada, como todo el mobiliario e interiorismo del edificio, por Luis Martínez Feduchi, a quien se dedica una sala específica de la exposición, y es la única mesa de despacho conservada. “Su estilo se aleja de los muebles más racionalistas de tubo de acero curvado y tiene una contundencia que se relaciona con la arquitectura de Erich Mendelsohn, más expresiva y cercana al movimiento art déco, pero no alejada de cierta modernidad”, indican.
Silla para el bar Chicote, de Luis Gutiérrez Soto
Este bar fundado en 1931 fue la primera coctelería de España, abierta por el barman Perico Chicote, quien encargó una decoración art déco –hoy intacta–, al estilo de los cafés americanos, al prestigioso arquitecto Luis Gutiérrez Soto. Fabricada por Rolaco, es una pieza de gran importancia para el diseño español de los años treinta, porque fue de las primeras sillas de acero curvado que se vio fuera del ámbito privado y porque sigue en uso en Museo Chicote, donde aún te puedes sentar en uno de estos iconos del diseño en el ambiente original que ideó el arquitecto racionalista.
Silla para la joyería Roca de Josep Lluís Sert, producida por MIDVA
Josep Lluís Sert, el arquitecto más famoso, relevante y reconocido internacionalmente de los años 30, creó esta silla para la joyería Roca de Barcelona, cuyo interiorismo lleva también su firma. La importancia histórica de la arquitectura de Sert, sumada a la escasez de muebles creados por él, da relevancia a esta silla que pertenece a la colección del Museo Nacional de Arte de Cataluña. “Es uno de los iconos que están en el canon del diseño de los años treinta en España y posiblemente sea una de las dos o tres piezas de diseño español más publicadas y difundidas” explican Pedro Feduchi y Pedro Reula. “Estilísticamente es ligera y ejemplifica muy bien el racionalismo puro, ya que el único ornamento que tiene es la pata que se quiebra en su encuentro con el respaldo. Ese pequeño ángulo constituye un recurso estilístico y constructivo propio del GATCPAC, Grupo de Arquitectos y Técnicos Catalanes para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea, movimiento arquitectónico surgido en 1930 que lideraba Sert y que pretendía modernizar el panorama arquitectónico”, señalan.
Silla de GATCPAC, producida por MIDVA
Se trata de una pieza anónima pero que, con gran probabilidad, fue diseñada por los componentes de GATCPAC Josep Clavé, Josep Lluís Sert y Germán Rodríguez Arias. Fue producida en 1936 por una empresa que se llamaba MIDVA y sirvió para amueblar el pabellón español de la Exposición Internacional de París de 1937. Representa una vuelta al mueble popular español, un tránsito de la etapa fría y tecnológica del tubo curvado para volver al mobiliario arquetípico y popular mediterráneo. Su referencia más cercana son las butacas mallorquinas interpretadas por arquitectos racionalistas.
Escritorio de GATCPAC, producido por la empresa Viuda de José Rivas
Escritorio fabricado por la empresa Viuda de José Rivas, una de las compañías que proporcionaba los muebles de acero al GATCPAC. De aquella colaboración se conservan muy pocos ejemplares, y este es uno de ellos. Por eso resulta especialmente valioso.
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