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El viaje global de Armani: de un escaparate milanés al trono de la moda mundial

El diseñador mantuvo un idilio con la ciudad que fue su musa durante toda su carrera

Armani
Lorena Pacho

Giorgio Armani empezó colocando maniquíes en el escaparate de unas galerías de Milán sin saber que algún día vestiría a las mayores estrellas de Hollywood. Entre telas, luces y vitrinas del histórico centro comercial La Rinascente comenzó a forjar una carrera asentada en la idea de elegancia sobria y atemporal que lo llevaría al trono de la moda mundial.

Milán fue para él su eterna musa y trampolín internacional, la ciudad que le ayudó a forjar su estilo tan singular, su personalidad y a levantar su imperio de la moda, donde vivió los momentos clave de su trayectoria.

Armani, fallecido el jueves a los 91 años, nació en Piacenza en 1934, en el seno de una familia humilde, y se trasladó a Milán en 1949, en plena posguerra de la Segunda Guerra Mundial, cuando la ciudad aún estaba lejos de convertirse en la metrópoli que es hoy. Se matriculó en la facultad de Medicina, pero pronto abandonó los estudios y después de hacer el servicio militar obligatorio en un hospital militar de Verona, comenzó a trabajar como escaparatista en La Rinascente, unos grandes almacenes de lujo, situados en la mítica calle Vittorio Emanuele de Milán. Esa fue su gran ventana al mundo. Desde ese escaparate, en el corazón de la ciudad, comenzó a construir la estética que cambió la moda.

“No sabía dibujar, salvo los ornamentos que había aprendido en la escuela. No asistí a cursos especiales para convertirme en diseñador. Tenía gusto, eso sí. Y el escaparate de La Rinascente fue una escuela extraordinaria”, reconoció el propio Armani. En las mismas galerías comenzó a ascender a ayudante de fotografía, como encargado de seleccionar la mercancía y después pasó por el departamento de ventas hasta que a inicios de los años sesenta consiguió un trabajo como diseñador con el estilista Nino Cerruti.

El diseñador italiano Giorgio Armani y su compañero Sergio Galeotti, en una imagen de archivo.

Poco después conoció a Sergio Galeotti, quien se convirtió en su compañero en la vida y en el trabajo y lo convenció para que comenzara a trabajar por su cuenta, primero como consultor de marcas de moda y después para que abriera su propio estudio en Milán en 1973. Un año después, con 40 años, presentó su primera colección en Florencia, cuando en la época se celebraban los desfiles de moda, que encandilaron al público y a la crítica. Al año siguiente, con Galeotti, abrió su primera sala de exposiciones y su primera colección masculina en el histórico corso Venezia, una de las calles más elegantes de Milán. “Con Sergio Galeotti vendimos el coche para hacer frente a los gastos. Él me animó a arriesgarme”, reconoció Armani. En ese momento, él y Milán, en perfecta simbiosis, se lanzaron a la conquista del mundo de la moda. “Desde entonces nunca he pensado en dejar esta ciudad, comprendí que aquí se decidía mi futuro y el de Milán como capital del estilo”, señaló el diseñador.

En 1976, la famosa cadena Barneys de Nueva York adquirió sus célebres chaquetas desestructuradas para venderlas. El éxito internacional llegó en 1980 con la película American Gigoló y el vestuario que preparó para Richard Gere. Con sus revolucionarios trajes de poder acabaría vistiendo también a los personajes masculinos más icónicos del cine, desde Kevin Costner en Los Intocables y El Guardaespaldas, hasta Leonardo DiCaprio en El Lobo de Wall Street, pasando por Brad Pitt en Bastardos sin gloria, entre otros. Su estilo encandiló a Hollywood y su firma se asentó como sinónimo indiscutible de elegancia, lujo y sofisticación

Vista de la colección de mujer de Giorgio Armani de 1994 en la tienda Barneys de Nueva York.

El diseñador abrió sus primeras tiendas, de sus diversas líneas de moda, a partir de 1980 en el Cuadrilátero de la moda de Milán, delimitado por las calles via Montenapoleone, via Alessandro Manzoni, corso Venezia y via della Spiga, que todavía no existía como se le conoce ahora, epicentro de la moda en Milán, lleno de boutiques de las marcas más importantes del mundo.

La histórica tienda de Armani en la via Sant’Andrea, originaria de 1983, ahora remodelada, siguió siendo la quintaesencia del glamour incluso cuando otras casas de moda comenzaron a abrir lujosos establecimientos en los alrededores. En Milán están las primeras de las más de 600 tiendas que el imperio Armani tiene repartidas por el mundo. Hasta el final de su carrera era común que se publicaran fotografías del diseñador en sus boutiques, en las que aparecía ajustando en persona las prensas de los escaparates, minuciosamente atento al detalle.

En otro de sus míticos comercios, el de la via Manzoni, convertido ahora en un gigante de tres pisos ampliado con el Armani Café y el Armani Hotel, los visitantes han dejado flores rojas y blancas y notas de despedida y agradecimiento para el diseñador fallecido. “El lunes probablemente cerraremos, es un día de luto en la ciudad, no podemos decir más”, señala un empleado del negocio vestido con el clásico uniforme gris.

Largas colas en el exterior del Armani/Teatro para acceder a la capilla ardiente de Giorgio Armani en Milán, este sábado 6 de septiembre de 2025.

Mientras centenares de ciudadanos se despiden del diseñador en el segundo día de la capilla ardiente situada en el Teatro Armani, la vida en el centro de Milán continúa con normalidad, un enjambre de turistas se mueve de un lado a otro, curiosea los escaparates, pregunta por un modelo de camiseta en el interior de los negocios o se toma fotos con las bolsas adornadas con el logotipo de conocidas marcas.

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Sobre la firma

Lorena Pacho
Licenciada en Periodismo por la Universidad de Valladolid. Colabora con EL PAÍS desde Italia. Aprendió en Castilla y León Televisión, RTVE y la Agencia EFE. Máster en Periodismo en Televisión Instituto RTVE / URJC y Máster en Periodismo Internacional UNED / EFE Escuela.
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