Italia llora al Rey Giorgio Armani, icono “de la Italia mejor”
El estilista comenzó a tener problemas de salud en junio y su última decisión empresarial fue comprar la discoteca donde conoció al amor de su vida, Sergio Galeotti. La capilla ardiente se abrirá el fin de semana en Milán

Italia, país muy consciente de sus debilidades y problemas, sabe también que es capaz de crear mitos y alcanzar cotas inigualables, sobre todo en el campo creativo. Giorgio Armani era uno de esos mitos, y su muerte a los 91 años este jueves, ha causado honda conmoción en el país, sabedor de que se va uno de los mejores. Lo ha resumido la primera ministra, Giorgia Meloni, al definirlo “un símbolo de la Italia mejor”. El presidente de la República, Sergio Mattarella, lo ha descrito como “un símbolo del genio italiano en el mundo” y ha trazado un retrato breve pero certero: “Personalidad esquiva y reservada, de constante e infatigable creatividad”, que ha reescrito “los cánones de la elegancia y del lujo” con su “sofisticada simplicidad”.
El sobrenombre de Armani en su país era Re Giorgio, rey Giorgio, porque tenía algo majestuoso, por encima del bien y del mal en el mundo de la moda, que lo hacía distinto. “La elegancia no es hacerse notar, sino hacerse recordar”, era una de sus frases lapidarias que ahora cobra aún más sentido, en una oleada de reacciones. “Se va un gigante”, ha escrito Donatella Versace en X, junto a estilistas, artistas, políticos, deportistas.
También han llegado condolencias desde fuera de Italia, de Julia Roberts y Cindy Crawford a Anna Wintour, la famosa directora de Vogue, que ahora deja el cargo. “La personalidad y la visión de Giorgio Armani tenían una claridad tal que hacía reconocer inmediatamente su trabajo (...) Comprendía el poder, el modo de expresarse uno mismo y la elegancia mejor que cualquier otro en la moda, y entendía también a las mujeres, cómo querían vestirse y qué mensaje querían transmitir”, ha reflexionado Wintour.
En la prensa italiana se recuerda hoy que fue quien inventó el término “estilista”, al negar en los años setenta que él fuera un modista o un sastre: “Me siento uno que crea un estilo, un estilista”. Su autoridad en el mundo de la moda le hizo ser el primero en 2020 que, en los inicios de la pandemia, decidió hacer su desfile a puerta cerrada, y luego escribió una carta a sus colegas para pedirles que pararan. “Siempre he sido un poco vidente, veo las cosas antes”, aseguró luego. También defendía su visión del tiempo a largo plazo en su concepción del trabajo: “La moda es la que se sugiere y a menudo conviene evitar, el estilo es lo que cada uno tiene y debe conservar toda la vida”.
Armani sufrió el pasado mes de junio una infección pulmonar que llevó a ingresarle en un hospital y luego a quedar convaleciente en su casa de via Borgonuovo, en Milán. Por esa razón no pudo asistir al desfile de su colección de ese mes, algo insólito que hizo temer por su salud. Luego se recuperó, pero hace algunos días tuvo otra recaída con dolores en el estómago. La capilla ardiente se abrirá durante el fin de semana en el Armani/Teatro de Milán, y el funeral se celebrará de forma privada por deseo del difunto.
En un comunicado de pésame, los empleados del Grupo Armani ―8.700 personas y 2.400 millones de facturación― han declarado que “en esta empresa nos hemos sentido siempre parte de una familia”. “Nos comprometemos a proteger lo que ha construido y a sacar adelante su empresa en su memoria, con respeto, responsabilidad y amor”. En el texto, le siguen llamando con deferencia “señor Armani”.
En su imperio empresarial, Giorgio Armani, maníaco del trabajo y de la disciplina, que confesaba desesperarse el fin de semana por no tener nada que hacer, ha dejado también muy organizada su sucesión. En su autobiografía, publicada en 2022, reveló que ya había preparado el futuro “con mi usual programático pragmatismo”. “Porque quiero que el fruto de tanta fatiga, esta empresa a la que he dado toda mi vida y mis energías, vaya adelante”, explicó. Fundada en 1975, hace ya medio siglo, Giorgio Armani S.A. siempre ha sido suya, y en 2023 el Corriere della Sera reveló el nuevo estatuto que regularía la compañía tras su fallecimiento y que garantiza la continuidad de su proyecto.
En 2024, en una entrevista al mismo diario, el periódico de su ciudad, Milán, Armani se abrió de forma inédita, contando detalles muy íntimos, y también qué pasará después de él: “He construido una especie de estructura, de proyecto, de protocolo, que tendrá que ser seguido por quien vendrá después de mí en esta aventura”. Esas personas son su compañero de las últimas dos décadas, Leo Dell’Orco, y su sobrina Silvana.
En los últimos tiempos estaba ya pensando en su legado y una de sus últimas decisiones empresariales fue completamente sentimental: este verano ha comprado la discoteca La Capannina, legendario local fundado en 1929 de Forte dei Marmi, uno de sus lugares de vacaciones, y de toda la Milano bene, donde ha pasado su último verano. Fue allí donde conoció al amor de su vida, Sergio Galeotti, y ha querido preservar el lugar tal como era para el futuro.
La muerte de Galeotti en 1985, con 40 años, le marcó profundamente, porque era su alma gemela en la creación y los negocios. Había sido una persona decisiva para animarle y darle seguridad en su talento, en sus inicios, y justo desapareció en el momento en que Armani empezaba a despegar. “Cuando murió Sergio, murió una parte de mí”, ha admitido.

En aquella entrevista del Corriere, Armani desveló, no sin pudor, otros momentos claves de su vida, de su infancia en la posguerra. Como su primera experiencia amorosa en una colonia de verano en una playa, o la trágica muerte de Wanda, su primera novia cuando era niño, con ocho años, atropellada por un camión. O cuando estuvo 20 días en el hospital y casi se queda ciego al estallar un montón de pólvora recogida por las calles con la que jugaba con sus amigos. También lamentaba como uno de sus principales remordimientos no haber tenido hijos. Aseguró que de pequeño era feo, el guapo era su hermano, y que hace gimnasia todos los días desde que con 50 años se vio en la tele con demasiado peso.
Sobre la muerte, dijo que esta no le daba miedo, pero sí “cómo llega”. “No quisiera crear el drama de la muerte turbada por el dolor, que cree un sufrimiento extremo a quien me está al lado”, confesó. Al final, se ha ido este 4 de septiembre con discreción y elegancia, como quería. Con su habitual sobriedad, el último mensaje de despedida difundido en sus redes sociales ha sido este: “La huella que espero dejar está hecha de compromiso, respeto y atención por las personas y por la realidad. Es de ahí que todo comienza”.
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