Esto dicen las (malas) críticas sobre la serie de Alec Baldwin y su familia: de un fallido lavado de imagen del actor a unos hijos malcriados

The Baldwins se estrenó el 23 de febrero en el canal estadounidense de pago TLC. La serie documental, que ofrece “una mirada al día a día de Alec e Hilaria Baldwin y sus siete hijos mientras navegan por los altibajos de la vida familiar bajo el ojo público”, según se describe, no está de momento disponible en España, pero a juzgar por las críticas que ha recibido hasta ahora en los medios especializados y redes sociales, es casi un favor. “¡Qué gente tan horrible! Ahora sí que no siento ninguna compasión por el fracasado Alec Baldwin”, titulaba su reseña el Daily Mail. “Esta serie sobre la familia del actor en el periodo previo al juicio del caso Rust [el juicio por homicidio imprudente al que se enfrentó Baldwin por matar accidentalmente de un disparo a la directora de fotografía Halyna Hutchins en el rodaje de la película Rust en 2021] parece de muy mal gusto. Es totalmente innecesaria”, subtitula la suya The Guardian. El también británico The Telegraph (la serie se puede ver en el Reino Unido a través de Discovery+) también le otorga su puntuación más baja, una única estrella. “Alec Baldwin llegó a rivalizar con Tom Cruise y Brad Pitt por el título de rompecorazones de Hollywood. Pero mientras ellos siguen disfrutando de carreras de primera, el protagonista de La caza del Octubre Rojo se ve ahora reducido a protagonizar un humillante reality show”, resume.

La serie de ocho episodios presenta a Alec (Nueva York, 66 años) e Hilaria (Massachusetts, 41 años) junto a su extensa prole: Carmen (de 11 años), Rafael (9), Leonardo (8), Romeo (6), Eduardo (4), Lucía (4) ―nacida por vientre de alquiler solo cinco meses después que su hermano, tras haber sufrido Hilaria un aborto en 2019―, e Ilaria (2). “El programa los sigue entre su apartamento de la ciudad de Nueva York y su palaciega casa en los Hamptons. También hay dos niñeras (que merecen medallas por su valor), cuatro perros y cuatro gatos, a pesar de que Baldwin es, sin duda, alérgico a estos últimos”, explica The Times.

TLC lo publicita como la demostración de “cómo es realmente la vida de los Baldwins: caótica, divertida, agotadora y llena de amor”. Pero el intento del actor por sanear su imagen de cara a la galería; su gran apuesta para acercar su vida al público de forma desenfadada y conectar así con esos espectadores que, ¡cómo no van a empatizar con unos padres que lidian con las locuras diarias de siete traviesos diablillos!, ha conseguido el efecto completamente contrario. “La serie ofrece consejos prácticos para educar a una manada de rebeldes indisciplinados. Lo único que se puede decir en defensa de los siete niños es que sus padres son aún más horribles que ellos”, dice Christopher Stevens en su crítica del Daily Mail. “Los hijos de Baldwin no solo son malcriados, sino que también se les anima a quejarse, discutir, pelear, enfurruñarse e insultar a sus padres”, añade. Los comentarios de los usuarios en redes sociales no son mucho mejores. “Son solo niños gritando y corriendo por toda la casa, ella intentando convencer a las masas de que no es falsa y él alineando las cosas con su TOC”, dice uno de los muchos que lo han criticado.

Alec Baldwin siempre ha sido muy celoso de su intimidad y en el pasado ha protagonizado varios incidentes con paparazis por sentirse incapaz de protegerla. El primero fue en 1995, cuando él y su entonces esposa, la actriz Kim Basinger, volvían a casa con su hija recién nacida y se toparon con un fotógrafo. El actor insistió en que no hiciera fotos a la bebé, pero ante la desobediencia del reportero, Baldwin acabó propinándole un puñetazo que le rompió la nariz, por lo que fue detenido. En 2013 volvió a protagonizar un incidente parecido en Nueva York, esta vez mientras paseaba con Hilaria. Varios medios publicaron las fotos del intérprete empujando y agarrando a un paparazi contra un coche mientras intentaba arrebatarle la cámara con gesto colérico. En 2016, se hizo viral un vídeo en el que gritaba airadamente a otro fotógrafo en Beverly Hills porque estaba intentando retratar a su mujer. Por eso resulta sospechoso que ahora, y precisamente ahora, el intérprete abra las puertas de su casa con una sonrisa y deje entrar a las cámaras no solo para apuntarle a él, sino a toda la familia que siempre ha intentado alejar de los focos ajenos —por Hilaria sí que los saca a menudo en sus redes sociales—.

El crítico de The Telegraph, Ed Power, describe el proyecto como una “edulcorada fiesta de compasión” en la que Baldwin oscila “entre estar con sus hijos y mirar al vacío mientras reflexiona sobre los cargos de homicidio imprudente”. El 13 de julio de 2024 el caso contra el actor fue desestimado después de que sus abogados argumentaran que la policía de Santa Fe [donde se estaba rodando Rust] escondió una importante prueba que habría beneficiado al acusado, que encaraba una posible pena de 18 meses de cárcel. Sin embargo, esta noticia era desconocida para la familia durante la grabación de The Baldwins, que se llevó a cabo justo antes del juicio. “Es surrealista. No puedo creer que estemos pasando por esto”, se sincera el actor en el primer capítulo. “El año pasado fue terrible. A veces me quedaba en la cama. No podía levantarme. Yo no soy así”, se autocompadece. Mientras tanto, Hilaria comenta que la salud mental de su marido se ha deteriorado y ha sido diagnosticado con trastorno de estrés postraumático. “En sus momentos más oscuros, dice: ‘Si tenía que ocurrir un accidente, ¿por qué sigo aquí? ¿Por qué no fui yo?”, cuenta la instructora de yoga.

Sin embargo, las reseñas coinciden en que el desesperado intento del actor por lavar su imagen tras el accidente y su tono victimista resultan forzados, superfluos y hasta obscenos en pantalla. Para Lucy Mangan, de The Guardian, solo hay tres formas de justificar la emisión. “La primera es que una célula secreta de comunistas revolucionarios la haya creado como arma para derribar el capitalismo occidental”, bromea. Según ella, con 20 minutos de visionado de la lujosa vida de los Baldwin basta para animarse a montar barricadas. La segunda, sigue ironizando, es que se trata de una parodia escrita por la guionista de Saturday Night Live Tina Fay, refiriéndose a los sketches que Baldwin ha protagonizado en el programa. “De lo contrario, nos queda una tercera opción”, advierte preocupada: “Es solo un reality show diseñado y programado para facilitar el regreso del actor a la vida pública y recuperar el afecto a raíz de su juicio. Y eso realmente sería algo inaudito, un nuevo mínimo para la televisión”.

The Baldwins marca el regreso más contundente del actor a la esfera pública desde la tragedia de Rust, producida y protagonizada por él. También hizo una breve aparición el 16 de febrero en la celebración del 50º aniversario de Saturday Night Live, donde tiene el récord de ser la estrella que más veces ha presentado el programa y es conocido, sobre todo, por sus imitaciones de Donald Trump. Acudió al evento junto a Hilaria, con quien protagonizó besos y arrumacos ante las cámaras, tan poco habituales en él en el pasado. “Sinceramente, desde lo más profundo de mi alma, no sé dónde estaría si no te tuviera a ti y a estos niños”, le dice el actor a su mujer en un momento de la serie. “A veces pienso: ‘¿Por qué tenemos siete hijos?’, y es para ayudarnos a ti y a mí a superar esta situación”, confiesa delante de cámaras.

El problema del reality, según los medios especializados, es que sus protagonistas intentan transmitir naturalidad y lo hacen de la manera más fingida posible. “Lo que estamos viendo es a un padre de siete hijos menores que anticipa el posible final de su vida como padre tal y como la ha conocido; en ese sentido, la música enlatada de reality show resulta extraña, los momentos de alegría demasiado forzados”, publica Variety. Que lo único que resulta creíble es su estilo de vida presuntuoso y arrogante. “La semana pasada, Alec Baldwin era para mí un actor en decadencia. Ahora sé exactamente qué clase de personas son él y su esposa”, concluye Stevens al final de su crítica. E insiste: “Qué personas tan horribles”.