De compañeras de clase a dominar Hollywood: Intrahistoria de la amistad entre Tina Fey y Amy Poehler
Las polifacéticas actrices ejercerán, por cuarta vez, como anfitrionas de la ceremonia de los Globos de Oro, haciendo gala de una fidelidad personal y profesional que se extiende durante casi 30 años.
Dicen de su amistad que es “la más importante para la humanidad desde la de Jesucristo con sus apóstoles”. Eludiendo el exceso retórico –y una falta por ofensa a los sentimientos religiosos–, lo cierto es que el tándem formado durante tres décadas por Tina Fey y Amy Poehler ha escrito algunas de las páginas fundamentales del testamento reciente de las colinas de Hollywood. Las actrices, guionistas, directoras y productoras presentarán este 28 de febrero una nueva gala de los Globos de Oro, la cuarta para ellas en menos de diez años, refutando así su estatus de estrellas indivisibles. Una amistad nacida en 1993, alimentada desde entonces en el aspecto personal y en el profesional con carreras paralelas e interconectadas, que las ha convertido en uno de los dúos cómicos más legendarios de la meca del cine.
“Me comentaron que había una chica que se llama Tina y que era igual que yo, pero en morena”. Amy Poehler tenía apenas 22 años cuando oyó hablar por primera vez de la que sería su perenne compañera profesional. Ella, según contó en su libro de memorias Yes, please, pertenecía a un grupo de improvisación aficionado de Chicago, ImprovOlympic, y Fey llegó a su clase para intentar hacerse un hueco en un mundo dominado casi enteramente por hombres. Lo hizo, vaya si lo hizo, destacando con un sketch escrito e interpretado por ella en el que Catalina la Grande trataba de tener relaciones sexuales con un caballo. “John F. Kennedy tuvo líos extramatrimoniales y nadie dice nada. ¿Pero yo me tiro a un caballo y ahora soy una ‘calientacaballos’ para toda la eternidad? ¿Eso es lo que soy? Creo que Hillary Clinton puede identificarse con esto”, decía uno de los hilarantes diálogos de la obra.
Calificadas de “inseparables” por sus compañeros, se hicieron tal nombre en la prestigiosa escena teatral de Chicago que apenas unos años después tuvieron que hacer las maletas y mudarse a la Gran Manzana. Fey comenzó a trabajar como guionista en Saturday Night Live y Poehler fue reclutada por el grupo de improvisación neoyorquino Upright Citizens Brigade, aunque acabaría acompañando a su amiga en el mítico formato de humor. Ese fue el mejor escaparate para su talento y su catapulta mediática, acabando con la infrarrepresentación histórica de cómicas de peso –a excepción quizá de Gilda Radner– en el “club de hombres” que había encumbrado a figuras como Bill Murray, Eddie Murphy o John Belushi. Fey fue la primera mujer en ser nombrada jefa de guionistas y, junto a Poehler, conformaron el primer dúo de presentadoras del informativo satírico Weekend Update, uno de los segmentos clásicos del formato. “Nos conocimos cuando éramos solteras y pobres, ahora estamos podridas de dinero y tenemos maridos repartidos por todo el mundo”, afirmaba irónica Poehler en la cima de su fama.
De forma paralela, cimentaron una carrera cinematográfica estimable y en construcción, pero que jamás igualó su predicamento televisivo. Además del éxito del filme adolescente –hoy de culto– Chicas malas, escrito por Fey y en el que Poehler tenía un papel de reparto, ambas coprotagonizaron con menos éxito las comedias Mamá de alquiler y Hermanísimas. Fueron, sin embargo, sus respectivas imitaciones de Sarah Palin, candidata a la vicepresidencia de Estados Unidos, y Hillary Clinton, exaspirante demócrata a la presidencia, las que hicieron de ellas estrellas onmipresentes en todo el país. La repercusión de la parodia de Palin por Tina Fey tuvo tal impacto en la sociedad estadounidense que diferentes sociólogos, periodistas y politólogos se sumaron al llamado ‘efecto Fey’, que afirmaba que la viralidad de los sketches habían influido y decantado el resultado electoral a favor de la candidatura de Barack Obama.
Las similitudes entre sus trayectorias profesionales llegan hasta el punto de que ambas decidieron abandonar Saturday Night Live a mediados de la primera década del siglo para liderar, en la misma cadena (NBC), series de comedia engendradas para su lucimiento personal. 30 Rock y Parks and Recreation conquistaron a crítica y público, llevándose ambas sendos Globos de Oro a la mejor actriz de comedia y múltiples nominaciones a los premios Emmy. Las dos han publicado biografías de éxito, protagonizado portadas de revista, dado voz a protagonistas de películas de Pixar y presentado diferentes galas de premios. Algunas de manera oficiosa, como la edición de los Oscar de 2019, en la que robaron la noche en apenas un par de minutos; y otras de manera oficial, como los mencionados Globos de Oro. A ellas no parece importarles el paralelismo profesional. “La gente piensa en nosotras como un dúo cómico y no tengo prisa en corregirles. ¿Por qué no querría vincularme con la voz más entusiasta y talentosa del universo de la comedia?”, alegó Poehler. Hoy ambas gozan de una posición de referencia en la industria, utilizando sus apellidos como garantía de calidad creativa y abriendo paso a intérpretes como Kate McKinnon o Kristen Wiig, que han aprovechado el camino recorrido por ellas. Fey ha estrenado esta temporada su enésima sitcom como productora ejecutiva, Mr. Mayor (con Ted Danson); y Poehler estrena este 3 de marzo en Netflix su nuevo proyecto como directora, Moxie, una incursión en el género adolescente con perspectiva feminista.
La de este domingo 28 será la cuarta ocasión en la que las amigas ejercerán como anfitrionas de los premios de la prensa extranjera. En esta ocasión lo harán de manera telemática a causa de la crisis sanitaria provocada por la pandemia del coronavirus, con Fey presentando la gala desde Nueva York y Poehler desde Los Ángeles. “No hay duda de que la química cómica entre ellas también es contagiosa”, declaró el presidente de la asociación de la prensa extranjera, Lorenzo Soria. Durante las tres ediciones consecutivas que presentaron la gala (2012, 2013 y 2014) consiguieron opacar a los Oscar y convertir los Globos de Oro en un espectáculo televisivo de primer nivel. Mostrándose irreverentes, agudas y valientes en la sátira, pero sin bordear la ofensa personal a lo Ricky Gervais. Estrellas del calibre de George Clooney, Meryl Streep, Woody Allen o Harvey Weinstein fueron diana de sus irónicos comentarios, dejando congelado sobre el escenario al mismísimo DiCaprio con una de las frases icónicas de la cultura pop contemporánea: “Y ahora, como si de la vagina de una supermodelo se tratara, démosle todos una cálida bienvenida a Leonardo DiCaprio”. Palabra de Dios(as).
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