Que Rihanna cante en tu boda o Jennifer Lopez en tu cumpleaños: los conciertos privados de los más ricos ya no son tan secretos
Las estrellas de la música cobran millones por cantar en exclusiva para la élite internacional, aunque estas actuaciones reducidas también se dan a pequeña escala. “Nos contactan con altas propuestas económicas para eventos de bodas, cumpleaños y fiestas privadas”, explican desde una agencia española
Entre seis y ocho millones de dólares por una actuación de menos de una hora. Esa es la cantidad que se habría embolsado Rihanna el pasado marzo por su concierto privado en una de las fastuosas prebodas de Radhika Merchant y Anant Ambani, hijo menor del magnate Mukesh Ambani, el hombre más rico de la India y uno de los diez más adinerados del mundo. La cifra no es oficial, ya que en este tipo de eventos se impone la opacidad y solo se pueden barajar cantidades estimadas, suficiente para hacerse una idea de lo lucrativo de estos conciertos exclusivos para las grandes estrellas de la música. Además de la cantante y empresaria de Barbados, Justin Bieber y Katy Perry también participaron en las fiestas previas al enlace de la multimillonaria pareja, celebrado el pasado 12 de julio.
En 2018, Beyoncé hizo lo propio en la boda de la hija de Ambani, un trabajo exprés por el que se rumoreó que pudo recibir seis millones de dólares. Menos cara, pero igualmente elitista, fue la actuación de Andrea Bocelli en la boda de Kourtney Kardashian y Travis Scott en Portofino en 2022 (el italiano ya había actuado en 2014 en el enlace de Kim Kardashian junto a Ye, anteriormente conocido como Kanye West). En España, quizá uno de los conciertos privados más sonados fue el que dio Chris Martin en la boda de Marta Ortega con Carlos Torretta en 2018. O el del grupo sueco Europe en el enlace de Pilar Rubio y Sergio Ramos, celebrado un año después.
Los ejemplos son numerosos y apuntan en una dirección: los más ricos entre los ricos buscan subrayar la exclusividad de sus celebraciones con actuaciones únicas de sus artistas preferidos. Incluso quienes llevan años sin sacar disco o subirse a un escenario no dudan en volver a coger el micrófono cuando el golpe del talonario es lo suficientemente sonoro. Desde la agencia de management musical Morgana Music, Eva Benito matiza y recuerda que “los grandes artistas gestionan en general como empresa sus propios eventos. Un concierto privado puede generar, si es interesante, un caché importante para el artista, pero probablemente menos que lo que un artista consagrado percibe por una gira de conciertos gestionados por su propio equipo empresarial”. No obstante, las actuaciones privadas se limitan a un único concierto de apenas una hora, mientras que las giras se prolongan durante meses con decenas de actuaciones. Un ejemplo: Harry Styles obtuvo más de 617 millones de dólares de beneficio por su Love On Tour, con más de un centenar de conciertos distribuidos a lo largo de los 22 meses que duró la gira. Karol G, por su parte, recaudó 313 millones de dólares en su reciente gira Mañana será bonito, tras 62 conciertos y casi un año de ciudad en ciudad.
Dentro de la industria de la música, esta clase de contrataciones son más que frecuentes. Tal y como explica Patri Aragoneses, consejera delegada de la empresa de management, promotora de conciertos y comunicación Ara Music Group, si bien la contratación de conciertos privados puede “conllevar cláusulas exclusivas”, el resto suele ser similar a un concierto al uso, lo que implica “un acuerdo entre las partes, negociación económica, una producción técnica, unos horarios, firma de contratos y cumplimiento del mismo por ambas partes”. Eso sí, resalta la “singularidad de estos eventos privados” y se refiere a “la inexistencia de venta pública de entradas, de publicidad y comunicación del evento, y una cláusula extra en el contrato que suele impedir que se filtren grabaciones ni fotos del evento”.
En España es igualmente habitual la contratación de conciertos privados, aunque las cifras distan bastante de las astronómicas cantidades referidas al comienzo del artículo. Bajo su experiencia, Aragoneses asegura recibir “mensualmente” propuestas de marcas o agencias que se ponen en contacto con ellos “solicitando disponibilidad y precio de varios artistas para sus eventos”. Aparte de para actos corporativos, les contactan con altas propuestas económicas para bodas, cumpleaños y fiestas privadas, sin especificar una cantidad concreta. “No existen tarifas estándar. Cada artista tiene un caché fijado por gira, pues depende del estado de convocatoria del artista, de la formación, escenografía... A partir de ahí, puede variar en función a las características del concierto, el recinto o el promotor”, señala.
Entre los anónimos del mundo, asistir a un concierto se ha convertido a veces en misión casi imposible ante la rapidez con la que se venden las entradas, por otro lado, cada vez más caras, lo que podría terminar por convertir en un lujo uno de los grandes entretenimientos intergeneracionales. Los abultados pagos recibidos por las estrellas más mediáticas no son la norma, la mayoría de artistas que ofrecen conciertos privados juegan en una liga mucho más modesta, si bien no dejan de ser propuestas, en general, bastante lucrativas. “Los eventos privados son una importante fuente de ingresos extra, y muy atractiva”, sostiene Aragoneses. Daniel Alejandre, managing director en Deep Delay Management, empresa especializada en contratar DJs y cantantes para eventos y espectáculos dentro de España, pero también en lugares como Londres o Dubái, explica que los interesados en eventos privados “suelen ser empresarios, directivos, inversores...”. Y respecto a las tarifas, puntualiza que en su caso suelen trabajar “con un booking mínimo de 20.000 euros más impuestos”. Entre los artistas con los que trabajan destacan nombres como el DJ y productor Abel the Kid, el dúo de DJs Les Castizos o el cantante Juan Magán, entre muchos otros.
Actuaciones privadas y controvertidas
Pero no todo vale a la hora de aceptar un show privado, al menos no para el resto del mundo que no tiene ese privilegio. La polémica ha acompañado en infinidad de ocasiones a artistas contratados por clientes de dudosa moral, cuando no directamente dictadores que violan los derechos humanos. Beyoncé decepcionó a muchos de sus seguidores cuando en enero de 2023 se dio a conocer que la artista había acudido a Dubái para actuar en la inauguración de un lujoso hotel. Por primera vez en cuatro años se subía a un escenario, y lo hacía para actuar frente a un reducido público formado en su mayoría por influencers y periodistas invitados. La revista especializada Pitchfork se hizo eco de la noticia y estimó en 24 millones de dólares la cifra que habría cobrado la tejana. Los fans se lanzaron a recordarle en redes sociales que en Dubái se producen violaciones sistemáticas de los derechos humanos, con las relaciones homosexuales penadas con cárcel. No fue la primera vez que Beyoncé afrontó críticas por este asunto. En 2011, muchos seguidores mostraron su descontento al conocerse que había actuado en un evento para el dictador libio Muamar el Gadafi.
Nelly Furtado también cantó para la familia del dictador en 2007. Fue en un reducido concierto celebrado en un hotel de Italia, según relató la propia artista en la red social X, donde anunció además que iba a donar el millón de dólares cobrado. La neoyorquina Jennifer Lopez también se disculpó públicamente cuando trascendió en 2013 su actuación para el cumpleaños de Gurbanguly Berdimuhamedow, por entonces presidente de Turkmenistán (hoy en día, está su hijo en el cargo), país que ignora los derechos humanos. Pocas horas después, la cantante tuvo que emitir un comunicado. Algo similar ocurrió con Sting en 2009, cuando fue contratado para un concierto privado dedicado a la hija del presidente uzbeko Islom Karimov, acusado también de imponer un régimen represivo en su país. Él, a diferencia de otros artistas, no se desmarcó de su actuación, por la que se dice que facturó dos millones de libras: “Creo que los boicots culturales no solo son gestos inútiles, sino que son contraproducentes, ya que los estados proscritos se ven privados aún más del comercio abierto de ideas y arte y, como resultado, se vuelven aún más cerrados, paranoicos e insulares”, espetó.
La lista de artistas envueltos en polémicos shows privados crece año tras año, más desde que las redes sociales permiten sortear con facilidad la confidencialidad solicitada en muchas ocasiones. En el lado contrario de la balanza estaría Taylor Swift. La de Pensilvania continúa con su gira mundial, la más rentable de todos los tiempos, y no duda en rechazar ofertas con muchos ceros. Así lo contó el rapero French Montana el pasado abril cuando desveló que Taylor Swift habría rechazado nueve millones de dólares por actuar en Emiratos Árabes Unidos. La cantante no se pronunció al respecto, pero de ser cierto, las swifities ya tienen un motivo más para sentirse orgullosas de su ídolo musical.
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