Simoneta Gómez-Acebo relanza el rastrillo más famoso de Madrid: “Al rey Juan Carlos le regalaría poder volver a España”
Tras tres años de parón, vuelve el rastrillo de Nuevo Futuro, que recauda fondos para más de 1.300 menores sin casa ni familia. Hoy dedicada a descubrir a nuevos artesanos españoles, la hija de Pilar de Borbón toma el relevo en la iniciativa de la infanta: “Echo de menos todo de mi madre”
La casa de Simoneta Gómez-Acebo y Borbón (Madrid, 55 años) está ubicada en Puerta de Hierro, la urbanización madrileña que se levanta en unos terrenos que durante siglos sirvieron como entrada al Real Sitio de El Pardo, zona de caza históricamente reservada a los Borbones. A pocos minutos de su domicilio se encuentran el Real Club de la Puerta de Hierro, erigido en tierras cedidas por su bisabuelo, Alfonso XIII, y el palacio de la Zarzuela, residencia de su primo, Felipe VI. En la fachada de la casa de la aristócrata ondea la bandera de España. “Ay, sí, tengo una bandera”, dice con normalidad mientras nos conduce al salón. La estancia rebosa de libros y fotografías familiares. Hay retratos de ella con sus padres, la infanta Pilar de Borbón y Luis Gómez-Acebo; con su tío, el rey Juan Carlos; y con los tres hijos que tuvo con el compositor José Miguel Fernández Sastrón, del que se divorció en 2012. “En esta foto me estoy probando mi vestido de novia en París. Era de Dior”, explica. Su boda, celebrada en 1990, fue la primera en la Familia Real tras la restauración de la monarquía en España.
Algunos adornos que decoran la casa parecen llevar décadas o cientos de años en su familia, una saga que mueve los hilos del país desde los tiempos de Isabel la Católica y Fernando de Aragón. “Ahora España está revuelta”, sentencia Gómez-Acebo (la entrevista con EL PAÍS se realiza dos días antes de la primera sesión de investidura de Pedro Sánchez). “Está todo complicado aquí y en el mundo. Hay dos guerras enormes que ningún mando para, y nosotros mismos estamos revueltos. Es una época convulsa. Pero soy muy creyente. Hay que tener mucha fe, aunque creo que a Dios también hay que ayudarlo”, dice. En su jardín hay unos bustos de sus abuelos, los condes de Barcelona, y una imagen de la Virgen.
Pero la aristócrata no ha abierto las puertas de su casa para hablar de política o religión, sino del rastrillo de Nuevo Futuro, que se celebra en Madrid. La almoneda lleva más de medio siglo recaudando dinero para más de un centenar de hogares que dan cobijo a niños y jóvenes en situación de riesgo. “Ellos son lo importante. Hay que sacarlos adelante como si fueran de nuestra familia. Están privados de sus padres y hacemos todo lo posible para que se sientan como en casa”, asegura. Actualmente, Nuevo Futuro cuenta con 105 hogares en España que atienden a 1.316 menores de edad.
Más de 4.000 voluntarios colaboran con la asociación. Muchos de ellos, incluida la propia Gómez-Acebo, están volcados estos días en el rastrillo, un evento que llevaba tres años sin celebrarse. A comienzos de 2020, poco después de la última edición, la infanta Pilar, presidenta de honor de Nuevo Futuro y cara visible del mercadillo, falleció de manera inesperada en medio de la pandemia. “Fue una época horrible”, reconoce Gómez-Acebo, que una semana después de la muerte de su madre tuvo que ser hospitalizada por una fuerte neumonía. “Pero el confinamiento me permitió pasar mi duelo tranquila y recogida. No tenía que ir a la oficina ni salir de casa y eso me ayudó a procesar su muerte. Lloré mucho, pero, afortunadamente, mis hijos estaban conmigo”, explica. Han pasado cuatro años, y sigue recordando a la infanta Pilar a diario. “Echo de menos todo de mi madre. Hablábamos una, dos o tres veces al día. Noto más su ausencia en las pequeñas cosas que en los grandes acontecimientos. Y en tantas preguntas que se quedan sin contestar. Cuando alguna amiga me pregunta: ‘Oye, ¿qué antepasado tuyo hizo tal cosa?’, yo le respondo: ‘Esa pregunta se queda sin contestar’. Mi madre era la memoria histórica de la familia. Todo lo que no me haya contado y todo lo que yo no recuerde se pierde con ella”.
Gómez-Acebo no es la única que se ha quedado huérfana. Nuevo Futuro también ha perdido a su matriarca. “Por ahora no hay nadie que ocupe el sitio de mi madre. Pero las buenas ideas tienen derecho a seguir adelante sin sus creadores, no tienen por qué morir con ellos. Ella formó parte de un grupo de señoras (entre las que había duquesas, marquesas y famosas) que empezaron el rastrillo en un garaje. Hoy nos toca a otra generación continuar su trabajo”, reflexiona. Nadie mejor que ella para asumir el reto. Creció vendiendo papeletas y chocolatinas y fregando platos en el rastrillo: “Recuerdo con pavor lo de fregar los vasos y platos con agua fría en pleno mes de noviembre. Eso no se me olvida más”, reconoce.
Esta edición será más breve y más pequeña que las anteriores. Solo durará tres días —comenzó el viernes y termina el domingo en la Galería de Cristal del Palacio de Cibeles—, y cuenta con una treintena de puestos, menos de la mitad de los que había antes de la pandemia. “Pero nos ha faltado sitio”, aclara. “Si el alcalde de Madrid nos hubiera dado 5.000 metros, también los habríamos llenado”. El regidor José Luis Martínez-Almeida está comprometido con Teresa Urquijo, nieta de Teresa de Borbón-Dos Sicilias, prima del rey emérito.
Hay cosas del rastrillo de Nuevo Futuro que han cambiado y otras que no. El viernes, doña Sofía inauguró la almoneda. La reina emérita recorrió los puestos con su sobrina e hizo algunas compras: unas pulseritas para sus nietas, una nueva salsera para palacio, pastas y mazapanes de las monjas carmelitas... “La veo impecable. Siempre le digo que es la que mejor está de toda la familia. Da gusto verla tan fuerte y tan bien y que siga teniendo ánimo para ayudar tantísimo. Yo con esa edad no sería capaz”, admite Gómez-Acebo. Este año no se espera la presencia de la reina Letizia. “No se lo hemos pedido porque seguramente tiene una agenda muy apretada. Son días complicados en el país. Siempre le hemos agradecido muchísimo cuando ha venido, pero este año la dejamos descansar”.
Una de las ediciones más exitosas fue la de 2015. Juan Carlos I asistió por primera vez al evento y donó chaquetas, chaquetones y corbatas de su armario. Según contó la infanta Pilar, las prendas reales “se vendieron como rosquillas”. Ahora el rey emérito vive en Abu Dabi. “Al rey Juan Carlos le regalaría poder volver a España”, dice su sobrina. ¿Está más cerca de conseguirlo? “No tengo ni idea”, responde, midiendo cada palabra.
La aristócrata es más locuaz a la hora de hablar de su actual trabajo en la Asociación Contemporánea de Artes y Oficios y en la Michelangelo Foundation, organizaciones dedicadas a promover y conservar la labor artesanal en el mundo. Tras más de tres décadas trabajando en Cartier, la prima de Felipe VI se dedica ahora a descubrir a nuevos artesanos españoles que puedan comercializar y difundir sus obras dentro y fuera del país. También colabora en la selección de los participantes para Homo Faber, el mayor evento de artesanía contemporánea, una feria que se celebra cada año en Venecia (Italia). “La artesanía es parte de nuestro patrimonio y hay que cuidarla. Además, sirve para paliar la España vaciada. Ahora se puede vivir en un pueblo pequeño y con un buen internet y una oficina de correos cerca puedes llegar al mundo entero”, apunta. Se la ve entusiasmada con su nueva etapa profesional. “Me gusta hacer un poco de embajadora de España”, concluye. Si a alguien le queda alguna duda, hay una bandera rojigualda ondeando en la fachada de su casa.
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