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Reportaje:

Famosos y aristócratas vuelven a ponerse el mandil

La asociación Nuevo Futuro organiza una nueva edición de El Rastrillo cuyos beneficios irán a parar a niños con problemas

Más de un millar de personas se quitaron ayer el reloj y las joyas, se pusieron un mandil, se colocaron tras un puesto, cargaron con cajas y cajas de ropa, muebles y comida y, sobre todo, le echaron muchas ganas ante el aluvión de gente que les esperaba. Hasta el 2 de diciembre, estos voluntarios recibirán a más de 70.000 visitantes en el Rastrillo, el mercadillo que organiza la ONG Nuevo Futuro para recaudar fondos para niños privados de ambiente familiar.

En El Rastrillo, que se celebra en el Pabellón de la Pipa de la Casa de Campo, se pueden encontrar desde discos a mil pesetas, donados por el empresario Pepe Barroso, o carteles taurinos del siglo pasado valorados en más de un millón de pesetas hasta ceniceros de una marca de lujo por algo más de cuatro mil pesetas. Además, hay bares con ambiente rociero, restaurantes donde uno puede tomarse unas tapas al lado de un aristócrata o de un escritor famoso, puestos dedicados a Perú, al Real Madrid, a Jordania, al Sáhara, a Unicef y a todo el que ha querido participar y donar cosas para este acto.

'Con El Rastrillo hacemos una labor social muy importante. Es cierto que muchas veces queda tapada por la presencia de tanto famoso, pero mucha gente acude a este mercadillo precisamente para ver a esa gente a la que normalmente no puede acceder', explica Fuencisla Pombo, directora del Rastrillo. Y añade: 'Nos pasamos todo el año preparando el acto para que funcione a la perfección. La gente que viene a trabajar aquí se engancha y termina repitiendo todos los años'.

Con parte de los fondos que recaude en esta edición, la organización Nuevo Futuro pretende abrir en Madrid un hogar para niños con problemas emocionales profundos, que sería el segundo de este tipo que esta ONG tiene en la región. 'Con un proyecto que hemos llamado Sirio, nos dedicamos a la creación de hogares especializados en salud mental para niños y adolescentes', comenta Pombo.

Además de estos dos pisos, Nuevo Futuro tiene en Madrid otros 15 hogares para niños con familias problemáticas y otro para reclusas que cumplen el tercer grado (donde pueden estar con sus hijos). 'Aquí no paramos. Nuestro trabajo se extiende por España. Dentro de poco abriremos el primer piso de Nuevo Futuro para mujeres maltratadas en Valencia', afirma Pinar Ferrari, de la organización.

Pero para recaudar los fondos hay que vender, servir y atender a los miles de visitantes que visitan el Rastrillo y que también se celebra en otras ciudades como Palencia, Valladolid o Bilbao. Y a ello se pusieron ayer en la Casa de Campo los voluntarios, en su mayoría mujeres, que no tuvieron ningún reparo en poner una caña de cerveza, preparar un bocadillo de jamón o colocar cubiertos, a pesar de sus mandiles con puntillas blancas o trajes de faralaes.

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La marquesa de la Vega de Anzo fue una de ellas. 'Llevo 24 años trabajando en el Rastrillo. Lo mejor de estos días es que nos reímos, vemos a nuestras amigas, pero trabajamos como mulas', afirma mientras coloca unos cojines bordados con la silueta de un perro. 'Ha venido a ayudarnos con la tienda hasta un cabildo de la catedral de Sevilla', explica.

En el puesto de la marquesa de la Vega de Anzo se amontonaban las antigüedades, los perfumes, los biombos, las joyas, los grabados, todo ello donado por empresas o particulares para el Rastrillo. Y también cientos de personas que preguntaban precios, compraban una alfombra o simplemente se daban una vuelta para curiosear. 'Llevamos cinco meses poniendo precios y recibiendo las cosas que nos da la gente para ver si sirven o no para el Rastrillo', comenta la marquesa.

No muy lejos, en una tómbola, Macarena Morales vendía papeletas para el sorteo. 'Trabajo en un taller de cocina y esta semana he pedido permiso para venir aquí por la mañana y ayudar a Nuevo Futuro', explica. 'Aquí hay mujeres, sobre todo las más mayores, que se quedan aquí todo el día', añade.

Problemas con los cafés

Cerca de ella, otro grupo de señoras servía cerveza, gambas y, sobre todo, mucho refresco bajo en calorías en otro de los puestos. 'Lo que peor llevamos es lo de preparar cafés', comenta Begoña Jáuregui. 'Cada persona lo pide de una manera diferente y es muy complicado. Ahora comprendemos perfectamente los apuros que pasan a veces los que se dedican a la hostelería', agrega. Begoña, como muchas de las voluntarias de El Rastrillo, se queja de que la imagen que al final queda de este mercadillo sea la del ir y venir de famosos. 'Es verdad que mucha gente viene a pasearse y a lucirse. Pero la mayoría venimos a trabajar mucho, y eso no se tiene en cuenta', afirma.

Algo en lo que coinciden las organizadoras del Rastrillo. 'Estamos haciendo un esfuerzo enorme para que este acontecimiento pierda el toque frívolo, porque lo más importante es la labor social que hacemos y que muchas veces queda en el olvido', afirma Sweety de la Quintana, tesorera nacional de Nuevo Futuro.

Cientos de personas pasearon ayer por este mercado, compraron, vendieron, buscaron famosos, se perdieron en el laberinto de los puestos y, sobre todo, consumieron mucha bebida y comida. Un cartel de uno de los bares resumía perfectamente el espíritu del mercadillo: 'Que toméis muchas copas y nos deis mucho dinero'.

Dos visitantes de El Rastrillo de Nuevo Futuro, en uno de los puestos del mercadillo.
Dos visitantes de El Rastrillo de Nuevo Futuro, en uno de los puestos del mercadillo.GORKA LEJARCEGI

La alternativa al orfelinato

La Asociación Nuevo Futuro la fundaron en 1968 10 personas con el espíritu de demostrar que los antiguos hospicios y orfelinatos ya no constituían una solución para el problema de los niños abandonados. Nuevo Futuro empezó a crear hogares, formados por pequeños grupos de seis u ocho niños, a los que por algún motivo convenía mantener alejados del entorno familiar habitual. 'En este momento tenemos a 1.030 niños, aunque por la asociación han pasado más de 5.000', explica Fuencisla Pombo, directora de El Rastrillo. Cuando los chavales dejan la asociación porque ya están recuperados, Nuevo Futuro hace un seguimiento de su situación. 'La relación continúa toda la vida. Hay personas de la asociación que han ido a bautizos de hijos de gente que una vez necesitó nuestra ayuda', afirma Pombo. Y agrega: 'El que tiene problemas, siempre puede volver con nosotros'. Esta asociación pretende que los niños se integren en la sociedad de una manera normal y sin que sus compañeros de colegio les señalen con el dedo. 'Los pisos los tenemos alejados unos de otros para que a los chavales les sea más fácil integrarse con su nuevo entorno', concluye.

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