Britney Spears relata su desastrosa noche de 2007 en los premios MTV: “Sabía que todo iba a salir mal”
La cantante rememora aquella velada en sus memorias, y lo primero que recuerda es toparse en el camerino con su ‘ex’ Justin Timberlake: “Había pasado mucho tiempo desde que nos vimos por última vez. En su mundo, todo era perfecto. Yo estaba teniendo un ataque de pánico”
Hay una frase que se ha convertido en meme de internet, en estampado sobre taza de desayuno y en lema de camiseta divertida: “Si Britney pudo con 2007, tú podrás superar este día”. A día de hoy, en una sociedad (por fortuna) mucho más concienciada con la salud mental que la de principios de este milenio, esta frase, que hace referencia a uno de los años más catastróficos de la que fuera bautizada como princesa del pop, deja un poso un tanto amargo. No solo tenemos más conciencia, también más información: el 15 de febrero de 2007, Britney Spears entró en un centro de rehabilitación en el que solo permaneció 24 horas. Un día más tarde, se rapó la cabeza ante la atónita mirada de la peluquera del establecimiento y de decenas de paparazis. El 23 de febrero, salió de su coche y agredió con un paraguas a varios fotógrafos que la acosaban. El 9 de septiembre, la cantante descubrió su single Gimme More, carta de presentación de su álbum Blackout, con el que pretendía hacer un retorno por todo lo alto, en la gala más famosa de la música estadounidense, los premios MTV Video Music Awards. La actuación fue un completo desastre.
Britney Spears se convirtió entonces en el hazmerreír del mundo musical. Soportó burlas sobre su físico. Había tenido a su segundo hijo en 2006, solo un año después de tener al primero, y estaba en baja forma. Se dijo de ella que iba borracha o drogada y muchos compañeros de la industria, incluido su ex, Justin Timberlake, participaron en aquel escarnio. Pero ahora, la cantante cuenta lo que sucedió ese día en sus memorias, The Woman In Me, que salen a la venta este martes en Estados Unidos (en español, La mujer que soy, a partir del jueves). Con sus propias palabras, Spears recupera una narrativa que los medios, muchos famosos y el público le habían robado.
La cantante rememora vívidamente aquella noche, y lo primero que recuerda es estar muy nerviosa y toparse en el camerino con Justin Timberlake: “Había pasado mucho tiempo desde que nos vimos por última vez”, escribe Spears, “en su mundo, todo era perfecto. Estaba en la cima de su carrera y tenía muchísima arrogancia. Yo estaba teniendo un ataque de pánico. No había ensayado lo suficiente. Odiaba mi aspecto. Sabía que todo iba a salir mal”, confiesa la artista. Era la primera vez que Britney Spears iba a aparecer en televisión por sus méritos artísticos, después de más de un año apareciendo por su vida personal. Al margen del rapado y el paraguas, había salido con frecuencia en prensa por sus salidas nocturnas con sus amigas Paris Hilton y Lindsay Lohan, además de por su divorcio, a finales de 2006, de su marido y padre de sus dos hijos, el bailarín Kevin Federline.
Spears estuvo a punto de no salir al escenario: “Entre bambalinas, nada iba bien. Hubo un problema con mi conjunto y con las extensiones de mi cabello. No había podido pegar ojo la noche anterior. Estaba mareada. Había pasado menos de un año desde que tuve a mi segundo bebé en dos años, pero todo el mundo actuaba como si el hecho de no tener abdominales fuese algo muy ofensivo”, escribe en sus memorias. “No podía creer que tuviera que salir al escenario sintiéndome como me sentía”, pero siguió adelante con la actuación. Una actuación que la crítica destrozaría a posteriori a causa del físico de la cantante, de la pobre coreografía y del descarado playback: “Salí e hice lo mejor que pude en ese momento, lo cual, sí, por supuesto, estuvo muy lejos de mi nivel en otros momentos”, admite. “Podía verme en vídeo por todo el auditorio mientras actuaba. Fue como mirarme en el espejo de una atracción de feria”.
A todo esto no ayudó, según confiesa la cantante, que su ex estuviera teniendo una noche estelar, llevándose a casa varios premios, que incluían el de mejor artista masculino, y actuando junto a estrellas como Timbaland o Nelly Furtado. En algunas partes filtradas de sus memorias, Spears ya ha dado algunas pinceladas sobre su relación con el vocalista de NSYNC, que incluyen un aborto consensuado (aunque ella reconoce que hubiese tenido al bebé) o que el cantante la dejó por SMS. “Justin se comió la pista”, escribe ahora la cantante sobre aquella noche; “estaba coqueteando con las chicas del público, incluida una que se dio la vuelta y arqueó la espalda, sacudiendo sus pechos mientras él le cantaba”.
Días más tarde de aquella actuación, y antes de que se publicase el disco completo, el entonces manager de la artista, Jeff Kwatinetz, parte de la compañía Firm, anunció que dejaba de representarla: “Nos entristece confirmar los informes de los medios de comunicación, referidos a que hemos terminado nuestra relación profesional con Britney Spears. Hemos representado a Britney durante el último mes. Creemos que es una figura muy talentosa y ha hecho un disco excelente. Pero las actuales circunstancias nos han impedido hacer adecuadamente nuestro trabajo. Deseamos a Britney lo mejor”. En octubre de ese mismo año, la cantante perdió temporalmente la custodia de sus hijos. Ese mismo mes se publicó Blackout y todo el ruido generado, por un tiempo, se apagó. La revista Rolling Stone dijo que Blackout era el álbum más influyente en la industria de la música pop. The Times lo calificó como uno de los cinco discos más importantes de la década. Y el disco escaló posiciones en las listas de éxitos.
Un año después, en 2008, Britney Spears volvió a la ceremonia de los MTV Video Music Awards. Se llevó tres premios por el vídeo de Piece of me, el segundo single del disco. Ese mismo año comenzaría la férrea tutela legal ejercida por su padre, James Jamie Spears, de la que la cantante se liberó 13 años más tarde, el 30 de septiembre de 2021. Echando la vista atrás, quizás Blackout sí que fuera uno de los discos más importantes de la carrera de la artista, especialmente por lo premonitorias que parecen ahora sus letras. “Soy Miss Sueño Americano desde los 17 años. Da igual que aparezca en escena o me escape a las islas Filipinas. Siempre pondrán una foto de mi culo en las revistas. ¿Queréis una parte de mí? Queréis una parte de mí”, cantaba, precisamente, en aquel segundo single. En sus memorias no cuenta solo una parte. Por fin lo cuenta todo.
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