Chenoa: “Soy muy buena en el drama digno”
La cantante, que lleva siete años sin sacar un disco, triunfa en su faceta de comunicadora en televisión con ‘Tu cara me suena’ y en radio con ‘No te lo tomes tan en serio’. Su tuit ofreciéndose a Bizarrap para hacer una sesión triunfó en redes
La cena en la que Chenoa conoció a su flamante marido, el urólogo Miguel Sánchez Encinas, fue una de esas reuniones en casa de amigos comunes, mitad compromiso, mitad cita a ciegas, con el sitio de cada comensal asignado por los anfitriones. Al oír (“me flipó su voz”) y ver (“es que es guapísimo, el tío”) a Sánchez entrar en la sala, y comprobar que “estaba sentado en Cuenca, al otro extremo de la mesa”, se acercó, cambió el letrerito, lo puso a su vera, y hasta hoy. “Por mi parte fue un flechazo, podía no haber sido recíproco, pero no iba a dejar escapar la oportunidad sin intentarlo”, me explica la interesada. Así es, o dice ser, ella. Si las cosas no llegan, la cantante va a buscarlas. Quedamos en un café de un minicentro comercial de esos de urbanización pija cerca de su casa en las afueras finas de Madrid. Ahí se acaba el pijerío.
Últimamente, ha habido polémica sobre si es usted o no amiga de Rosa López, su compañera en Operación Triunfo. ¿Comprende tal interés a estas alturas?
Lo entiendo, los participantes de Operación Triunfo fuimos un icono que marcamos una época. Pero eso fue en 2001 y estamos en 2023. Y, ni entonces ni ahora, soy quien la gente quiere que sea. Hoy sé quién soy porque me lo he trabajado, conmigo misma y con psicólogos. No es tan fácil cuando todo el mundo te dice cómo tienes que ser. Yo misma no he sido mi amiga hasta los 40.
¿Qué pasó a los 40? ¿Un amor, una ruptura, una crisis?
Nada de eso. Estaba soltera. Fue la madurez de los años. Me dieron peso, me dieron templanza y seguridad en las cosas, porque ya las había probado. Es la edad en la que ya has comprobado si tus principios y valores son reales, porque los has puesto en juego en las buenas y en las malas. Y más cuando, como yo, has tenido una exposición pública tan potente. Me ha dado tiempo a saber cuándo he sido mi propia enemiga, y empecé a quererme.
¿Antes no se quería?
Antes veía que no cuadraba con muchas cosas y muchas personas. Yo no soy de grises. O caigo bien o caigo mal, y yo quería caer bien, porque soy artista y se supone que nadie te puede odiar porque, si no, no compra tu disco. Darme cuenta de que no le puedes caer bien a todo el mundo fue una toma de tierra muy guay. El humor es mi mejor arma y de la primera que me río es de mí misma.
¿Cuándo supo que su voz causaba un efecto en los demás?
Es que yo no elegí cantar, tuve que cantar. Tenía 16 años, estaba estudiando ballet y solfeo, tenía una banda y quería estudiar Historia del Arte. Pero mi madre, que cantaba de noche en un hotel de Mallorca para completar el sueldo de comercial de mi padre, se puso mala. Me vistieron de señora, me dieron su repertorio y me pusieron a cantarles a los guiris.
¿No le gustaba cantar?
Me gustaba en alguna canción, pero, sobre todo, cantar para mí era un curro. Mi obsesión no era tanto cantar bien o mal, sino que la gente bailara porque así me renovaban el contrato. Ese afán nunca me ha abandonado.
¿En qué momento empezó a disfrutar del escenario?
Cuando empecé a cantar en bares de jazz. Yo escuchaba y cantaba blues y soul mientras mis amigas oían a Britney Spears. No era lo usual en una chica tan pequeña. Me salté la adolescencia y la juventud, es que ni la olí, vamos.
¿Luego se desquitó?
Sí, en algún momento en la década de los 30 a los 40, pero nunca he necesitado recuperar lo que no he vivido y otros sí. A cambio, he vivido cosas que otros no vivieron ni vivirán. Es una balanza.
¿No tuvo su etapa de sexo, drogas y rock and roll?
No, soy deportista. Deportista, disciplinada, hasta cantando.
Qué seria para todo.
Sí, soy un coñazo [ríe]. Me dedico a amenizar las noches de otros, entonces, la noche no me gusta. Me gusta el día, ver amanecer. Mi idea de fiesta es una casa rural con amigos comiendo y bebiendo y discutiendo. Me encanta el debate, me manejo bien en él, porque no tengo filtro. No soy nada gregaria, a veces prefiero hacer las cosas sola, a mi manera, que hacerlas como todo el mundo.
¿No busca el calor del rebaño?
Soy mala oveja, pero buena soldado: acepto bien las órdenes si respeto al jefe. Necesito admirar, ya sea en el amor, en el trabajo o en la amistad. Si no hay admiración no te tengo muy en cuenta.
¿Y necesita que la admiren?
Al menos, que me respeten y valoren mi trabajo. Una vez un periodista me preguntó: “Bueno, y tu disco ¿de qué va?”. Le apagué la grabadora y le dije que cuando lo hubiera oído volviera. Ese tipo de actitudes, en una mujer, están muy mal vistas incluso hoy día. Imagínate en los 2000.
¿Ha sufrido micromachismos?
Y macromachismos. ¿Tú te crees que mi cuarto puesto en OT fue por gusto? Tengo muy claro por qué quede cuarta. Nunca fui nominada, tan mal no lo hice. Quizá mi forma de ser, de hablar y de actuar era demasiado tosca para la época. Volvemos a lo mismo, creo que llegué demasiado pronto. Pero doy gracias. Este carácter te ayuda a salir sana y salva de muchas cosas y situaciones muy chungas delante de un varón.
¿Sufrió acoso sexual?
No lo considero así, pero entonces se daban por hechas muchas cosas con las mujeres que yo no daba. Mi segundo disco se llamó Soy mujer, y me corté el pelo y me puse corbata en una absoluta declaración de intenciones.
El último, de hace casi siete años, se llama Soy humana. ¿Hacía falta especificarlo?
Eso lo puse porque ahora ya no tengo que pelear tanto, estoy más serena y más convencida de lo que tengo y lo que no tengo que hacer y, aunque aún llevo escudo, me pesa mucho menos que a los 25.
¿Le molesta que aún le pregunten por su ruptura con David Bisbal y aquella imagen suya desolada en chándal en el portal de casa?
Fíjate si me molesta que aún vendo sudaderas de aquello. No. Cuando pasa el tiempo te puedes reír. Lo de dar pena o respuestas sobreactuadas no es lo mío.
¿Siempre fue tan sensata?
Creo que yo nací vieja. Soy así de intensa desde los 16 años. Mi madre siempre dice que era una señora mayor. Estudié Filosofía y creo que el autodiálogo es básico, el preguntarte cómo estás, hacerte preguntas de verdad, sin autoengaños. Toda esta vehemencia, toda esta intensidad es porque me he tomado mi tiempo y he hecho mucho ejercicio mental. Lo recomiendo a todo el mundo.
Yo, en esas, empiezo a pensar que no queda leche en la nevera.
Esa es la cosa, que no nos damos cuenta de que, a veces, no pasa nada porque no haya leche. Lo único que puede pasar es que no bebas leche ese día. Recuerdo un año en que no tenía dinero ni para langostinos en Navidad, y fui tan feliz con un huevo frito. Sé muy bien de dónde vengo.
Ahora que conoce el lujo, ¿se siente desclasada?
No, porque tengo claro que soy el juglar de la baraja. Siempre me he visto así. No soy la reina de nada: solo entretengo. Si quieres conocerme, interésate por mí, préstame atención. Eso se ve en segundos. Si no, no me afecta. No voy a esforzarme en caerte bien.
Le dijo a mi compañero Juan Sanguino que un año intentó ser simpática y le salió sarpullido.
Y fue así. En las espinillas. Y en los oídos. Es una cosa autoinmune. Cada cosa que digo se monta un follón. Y yo no soy importante. Importante es mi marido, quitando cánceres en el quirófano.
Seguro que cobra menos que usted por un Tu cara me suena.
El mundo es injusto. Lo vivo en casa. No puede ser que en la pandemia los sanitarios fueran unos héroes y ahora les pongan hojas de reclamaciones. Pero bueno, estamos en ese mundo. Una sociedad fast food. Antes sacabas un disco y duraba un año, ahora una canción se pasa en una semana. Cuando me preguntan por qué no hago discos es porque me he metido en televisión y radio, y me gusta. Y con la música tengo mis más y mis menos. Canto, por supuesto. Fíjate: ahora, llevo tres semanas pensando en cantar y mi manager me dice que a ver si concreto y no pasan otros siete años.
¿Por eso se ofreció a Bizarrap en Twitter para hacer una sesión tras el pelotazo de Shakira?
Es que vi que yo era tendencia en Twitter relacionado con eso y me lo pusieron a huevo. Era todo cachondeo.
Siguiendo a @bizarrap así sin anestesia...🤣🤣🤣
— Chenoa (@Chenoa) January 12, 2023
¿Y si cuela, cuela?
Pues es que yo no sé tirar directas a toro pasado, y ahora estoy muy bien en el amor. Si hubiera sido en otro momento igual hubiera hecho algo parecido. Ahora, si acaso, haría alguna cosa que tuviera fuerza sin que tuviera que ver con nadie en concreto.
¿Inspira más el desamor que la paz y la felicidad conyugal?
Siempre digo que soy muy buena cantando el drama digno. Con la cabeza arriba, sufriendo por dentro con dignidad y elegancia.
CHENOA, S.A.
Desde que, a los 16 años, Laura Corradini Falomir (Argentina, 47 años), Chenoa para el mundo, empezó a cantar para ayudar en casa, nunca ha dejado de estar en el candelero. Hija de emigrantes argentinos, su familia se estableció en Mallorca y, durante años, su obsesión fue hacer bailar a los turistas extranjeros en los hoteles y el casino donde actuaba cada noche. De eso, no tanto de la calidad de su voz, dice, dependía que le renovaran el contrato. En 2002, su aparición en el fenómeno social y mediático de Operación Triunfo, donde quedó en cuarta posición, la lanzó a una popularidad masiva que, con altibajos, nunca ha abandonado. Sus míticos temas Cuanto tú vas o Escondidos, que cantaba a dúo con su expareja, David Bisbal, aún llenan los karaokes y las verbenas de los pueblos. Hoy, madura y exultante, reconoce que la radio y la televisión son su prioridad y que la música puede esperar.
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