Úrsula Corberó: “No siempre te apetece pararte a charlar con la gente. Tampoco estás de buen humor todos los días”
Después del rotundo éxito internacional de ‘La casa de papel’, la actriz estrena el 13 de agosto ‘Snake eyes’, su primera producción en Hollywood
Es el tercer día que atiende a los medios y en su actitud no hay rastro de cansancio o desgana. Úrsula Corberó recibe con una sonrisa de oreja a oreja, predisposición y los dos metros de distancia pertinente. Después de dos días de entrevistas en inglés, además, hoy juega en casa. Está en Madrid, donde vive, para presentar Snake Eyes, su última película y la primera en Hollywood, un sueño desde la infancia hecho realidad. “Tenía seis años y ya decía que quería ser actriz y evidentemente lo primero en lo que piensas desde el lugar más naif cuando tienes seis años es eso, hacer una película de Hollywood. Ha sido una experiencia increíble, me encantaría seguir trabajando en Estados Unidos, pero eso no significa que no quiera trabajar en otros lugares del mundo”. Asia, Italia, Francia, España... su lista de deseos parece inagotable.
Si hay una palabra que define a Corberó, de 31 años, es camaleónica. La actriz catalana lo mismo aparece en redes en chándal o las revoluciona en ropa interior, que luce un look de inspiración asiática. No solo es apariencia. Delante de una cámara ha demostrado que defiende igual un personaje histórico como Margarita de Austria en la serie Isabel que a una villana como La Baronesa, a la que da vida en este nuevo largometraje que se estrena el 13 de agosto. Un personaje para el que se preparó durante un mes en Vancouver, Canadá, que le ha exigido más físicamente que mentalmente, y al que cree que le ha aportado rasgos propios. “Tiene mi energía, por ejemplo. Soy una persona muy enérgica, pienso mucho, le doy muchas vueltas al tarro, soy visceral. La Baronesa, por más que sea calculadora, tiene algo de pasión por todo lo que hace”, dice.
Dio el salto a la fama en 2008 interpretando a Ruth en la serie Física o Química, pero en estos últimos años la popularidad de esta actriz catalana ha alcanzado cotas estratosféricas gracias al personaje de Tokio en La casa de papel, serie de Netflix convertida en fenómeno mundial, emitida en 190 países. De ese rotundo éxito da buena cuenta su perfil de Instagram. Ursulolita —su nombre de usuaria— acumula la friolera de más de 21 millones de seguidores en la red social. Una cifra ante la que es casi imposible no sentir algo de vértigo, sobre todo cuando es una misma la encargada de gestionar las publicaciones. “Sabes que cualquier cosa que publiques se va a poner en duda o a veces quieres hacer algo con buena intención y hay gente que se hiere por algunas cosas que uno no se da cuenta. Luego hay gente que se hiere porque sí, te quiere poner cosas malas y ya está”, explica. Por este motivo, admite, no se expone tanto como lo hacía “hace unos años”, con el afán de proteger a los suyos y protegerse a sí misma, aunque, reconoce la utilidad de estas plataformas. “Me gustan mucho las redes sociales y creo que es muy útil poder dar voz a tus proyectos y a las cosas que haces, pero tengo épocas”, aclara.
Esa cautela virtual es visible también en el cara a cara. Cuando Corberó habla lo hace pausadamente, segura de sus palabras y no duda en sortear una pregunta si siente que la puede poner en apuros, por ejemplo, de dónde se siente realmente: si de Barcelona, la provincia en la que nació; de Madrid, donde reside; de todas partes, por su ajetreada agenda de rodajes y constantes visitas a Buenos Aires; o de ninguna. “Conteste lo que te conteste me voy a meter en un berenjenal entonces… soy del planeta Tierra, vamos a dejarlo ahí”, zanja. Y es que reconoce, que aunque piensa cada día en lo afortunada que es, “tampoco te enseñan en el colegio a lidiar con eso” que es la fama. “Me considero una persona muy extrovertida y me gusta mucho relacionarme con la gente y conocer a gente nueva, pero sí que es verdad que a raíz de La casa de papel vino todo muy de golpe y, te voy a ser sincera, no siempre te apetece pararte a charlar con la gente cuando sales de casa. Es un hecho y es así. Tampoco estás de buen humor todos los días”.
En constante evolución en lo profesional, en lo personal Corberó mantiene una relación estable desde hace cinco años con el también actor Chino Darín, con quien trabajó en la serie La embajada. A él y a su entorno acude, asegura, cuando necesita poner de nuevo los pies en la tierra, y con él pasó el confinamiento duro de la primavera de 2020. Fue a Buenos Aires para pasar 10 días y se quedó cuatro meses. “Mi novio es lo más terrenal que te puedes echar a la cara. Yo soy de estar viviendo en las nubes, pero me viene bien. Hay muchas cosas aparte de las personas que me envuelven que son mi chico, mi familia, mis amigos… que me hacen, más que bajar a la Tierra, desconectar. Creo que hoy en día es superimportante, estamos todo el día con la cosa ahí [hace un gesto como de estar tecleando con el móvil], con las pilas puestas. Todo sucede como muy rápido y todo es como es descartable y luego llega lo nuevo”, reflexiona. Entre esas aficiones se encuentran la música y la cocina. La catalana se defiende “muy bien” en los fogones cuando tiene tiempo, algo que, afirma, no ocurre con frecuencia.
A mediados de agosto cumplirá 32 años y ella se sigue viendo “superjoven”, aunque a menudo la interroguen sobre cómo lleva haber pasado la veintena. “Es una pregunta que me hacen normalmente y que me parece como rara porque no me imagino haciéndole esa pregunta a un hombre: ‘¿Cómo llevas el no tener ya 20 años? ¿Cómo llevas el ver que te estás haciendo mayor?”, reflexiona, sobre algunas diferencias de trato respecto a sus compañeros hombres, que también advierte en cuestiones relacionadas con su físico. “Nunca le preguntarían a un hombre cuál es su rutina de belleza ¿no?”. Ella, en esencia, sigue siendo la misma chica que hace 13 años interpretaba a una adolescente en los pasillos del instituto Zurbarán. “Sigo teniendo las cosas muy claras de lo que quiero ser y como quiero ser, sigo siendo igual de sensible, sigo siendo muy sensible, pero cuando veo vídeos de entonces... Tengo una amiga que me manda vídeos de Física o química y pienso: ¿esa soy yo?”.
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