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La paradoja y el estilo
Columna
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¡Ataque al corazón!

Alejada del corazón de la política, Rocío Carrasco anunció en Mediaset su nueva política: se prepara un documental sobre su verdad

Rocío Carrasco en el estreno de la temporada del programa 'Lazos de Sangre', conducido por Boris Izaguirre, en junio de 2020.
Rocío Carrasco en el estreno de la temporada del programa 'Lazos de Sangre', conducido por Boris Izaguirre, en junio de 2020.Raul Tejedor (GTRES)
Boris Izaguirre

El lunes estaba yo maquillado por la maravillosa Patricia, hábilmente microfonado por los técnicos de TVE, esperando junto a mis compañeros tertulianos para discutir y revisar cómo nos sentíamos ante la separación de Iker Casillas y Sara Carbonero, cuando de repente todo empezó a moverse en nuestro plató. No fue un terremoto, porque en Madrid solo se dan en política pero la sensación fue idéntica. A un tertuliano político que ya habían despedido lo volvían a microfonear. Los monitores por donde seguimos el directo en nuestra sección se giraban y eran trasladados a toda prisa (menos mal que tienen ruedas) hacia el otro set, no menos serio, de política. Tuve una corazonada: el rey emérito ha regresado repentinamente. ¡Nada que ver! Pablo Iglesias acababa de anunciar su candidatura a la presidencia de la Comunidad de Madrid y la política provocaba así un fulminante ataque de corazón a la prensa rosa.

Hay que asumirlo. No es tan fácil. Los nuevos famosos y los nuevos contenidos son los políticos. Por eso se empeñan en ser jóvenes, llevar melenas, hablar de ellos todo el tiempo y ser esencialmente protagonistas antes que idealistas o gestores. Desde mi carrerita de tertuliano rosa en jaque no lo puedo ver de otra manera. No es que imiten a Sálvame en el Congreso, es que son el combustible para casi todos los shows. Por eso me alivió Iñigo Errejón, cuando consiguió introducir un debate sobre las enfermedades mentales agravadas por la pandemia en medio del espectáculo narcisista de sus compañeros diputados. Aunque noble y profesional gesto, no cambió mucho las cosas. El nuevo chisme, el nuevo análisis de conducta, fue el comentario idiota de: “¡Vete al médico!”, hecho por otro diputado. La nueva información sobre nosotros, cómo somos, de dónde venimos y, sobre todo, qué nos ponemos está en la política. Ya no en el corazón.

En cierta manera, me alivia que Sara e Iker atraviesen su separación menos perseguidos que otros. Agradezco que no tuve que hablar de ellos porque me puse al hilo de la supuesta filtración de una conversación íntima de Casillas, que podría haber detonado la ruptura, pero como en ¡Hola! decían “la filtración del portero”, entendí que había sido el portero del inmueble donde vive la pareja y no la profesión, vaya por Dios, del futbolista. ¡Es que son tantos datos! Iker y Sara son una historia de amor de cuando éramos mejor país. Ganamos el Mundial, nadie pensaría que llegaríamos a estar divididos entre comunismo y libertad. O que la política se convertiría en corazón.

Con esta mochila encima, sugerí a mis amigos que estas elecciones hay que vivirlas con ánimo. Casi como si fueran una fiesta, siendo en Madrid, como un San Isidro adelantado. Defiendo esta postura porque una de las bases del auge del populismo es convertirlo todo en trascendente. A mí me pone nervioso lo trascendente, porque soy un esclavo de la frivolidad y reconozco que ha sido una esclavitud bien disfrutada. Muy bien disfrutada. Quizás debería enseriarme un poco, pero no deja de inquietarme que me hagan enseriar unas señorías que están todo el día hablando de sí mismos. Y que cuando viene alguien como Errejón a pedir una colaboración en pro de la sociedad, le gritan: “¡Vete al médico!”.

Alejada del corazón de la política, Rocío Carrasco anunció en Mediaset su nueva política: se prepara un documental sobre su verdad. A muchos les resultó curioso que lo hiciera precisamente en la cadena donde más la han golpeado. Pero es un síntoma de esta nueva época. Precisamente, allí donde más te atacan, es donde mejor puedes defenderte y seguir alimentando la polémica. Espero que los asesores de Ayuso e Iglesias sintonicen con este documental. Y que el corazón tenga oportunidad de demostrar su divina importancia y que la próxima noticia bomba no me desaloje tan abruptamente del plató.

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