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La familia de Alessandro Lequio, entre reyes, riquezas y guerra de herencias

Los Torlonia, a la que pertenece la expareja de Ana Obregón, son una dinastía con dos siglos de historia y una de las más poderosas de Roma

Alessandro Lequio y su madre, Sandra Torlonia, en Madrid en 2010.
Alessandro Lequio y su madre, Sandra Torlonia, en Madrid en 2010.Europa Press (Europa Press via Getty Images)

Los Torlonia, emparentados con los Borbón y con Alessandro Lequio, son una dinastía con más de dos siglos de historia a sus espaldas y una de las familias más ricas y poderosas de Roma. El apellido en la ciudad eterna es sinónimo de riqueza. De hecho, en la cultura popular el dicho “ser un Torlonia” se emplea a menudo para hablar de una fortuna desorbitada. Entre sus integrantes hay fundamentalmente príncipes y banqueros. Su ingente patrimonio se divide entre bancos y espectaculares colecciones de arte antiguo. En sus orígenes fueron comerciantes de telas de lujo y sastres, gracias a lo que tejieron una amplia red de relaciones en la alta sociedad romana.

Poco se sabe de ellos y de sus negocios en general en la actualidad. La discreción ha sido una constante casi siempre invariable en las múltiples ramas de esta estirpe desde hace generaciones. De hecho, alguno de sus mayores exponentes, como Alessandro Torlonia, príncipe del Fucino, murieron sin que apenas hubiera fotografías públicas de ellos. En la actualidad, en su vasto árbol genealógico se entrecruzan miembros de la realeza o aristócratas con importantes empresarios, deportistas populares y artistas.

El conde Alessandro Lequio forma parte de la rama principal de los Torlonia, la de los príncipes de Civitella Cesi. Sus abuelos, Alessandro Torlonia, V príncipe de Civitella Cesi, y la infanta Beatriz de Borbón y Battenberg vivieron desde 1935 en el espléndido palacio Torlonia de Roma, uno de los símbolos del renacimiento italiano y donde pasó también parte de su infancia el rey emérito don Juan Carlos durante los años de exilio junto a sus padres, los condes de Barcelona. La hermana menor del príncipe Alessandro, Marina Torlonia se casó con el tenista estadounidense Frank Shields y fue la abuela de la actriz Brooke Shields.

Una de las tías de Lequio, Olimpia, la única por parte de madre que sigue viva, contrajo matrimonio con el filántropo e industrial francés Paul-Annik Weiller, con quien tuvo seis hijos. Una de ellas, Sibilla Sandra es la actual princesa de Luxemburgo, casada desde 1994 con el príncipe Guillermo, hermano del gran duque Enrique.

El tío del conde Lequio y primo de don Juan Carlos, Marco Alfonso, fallecido en 2014, fue quien heredó el título de príncipe de Civitella Cesi, con carácter honorífico porque Italia no reconoce este tipo de títulos nobiliarios ni les otorga ninguna relevancia desde 1948. Su primogénito, Giovanni Torlonia, VII príncipe de Civitella Cesi, hijo de Orsetta Caracciolo, sobrina a su vez del aclamado director de cine Luchino Visconti, es un popular diseñador de moda. Y está además emparentado también con los Agnelli, lo más parecido a una familia real que tiene Italia. Está casado con Carla DeStefanis y tiene dos hijos: Stanislao y Olimpia. En su página oficial señala que creció en el castillo de Grazzano Visconti, cerca de Piacenza y en el palacio Torlonia de Roma, rodeado de elegancia, telas lujosas y buen gusto y apunta que de ahí nació su pasión por “crear belleza”.

Siempre ha contado que las mujeres de su familia han sido su principal fuente de inspiración. Entre ellas destaca su madre, que trabajó también con el diseñador Valentino. O su bisabuela, la reina Victoria Eugenia de España, con sus joyas de Fabergé, a la que ha definido como “sobria, majestuosa, no excesiva”. O su tía Sandra, la desaparecida madre de Lequio, “siempre impecable”. La modelo italiana Antonia dell’ Atte, exesposa de Lequio, participa en una de sus últimas campañas publicitarias luciendo gafas de sol de la colección vintage de Giovanni Torlonia.

El conde Lequio nunca ha olvidado su paso familiar y regresa siempre que puede a su hogar. En el palacio de los Torlonia ha celebrado importantes acontecimientos como el bautizo de su hija Ginevra, nacida de su matrimonio con María Palacios. Con Ana Obregón y hijo de ambos, el fallecido Álex Lequio también frecuentó las visitas a los Torlonia.

Ana Obregón, Alessandro Lequio y su hijo Álex Lequio en un acto promocional al que acudieron juntos antes de que comenzara la enfermedad de su hijo.
Ana Obregón, Alessandro Lequio y su hijo Álex Lequio en un acto promocional al que acudieron juntos antes de que comenzara la enfermedad de su hijo.Cordon Press

Otra Torlonia, Victoria, esposa del príncipe Giulio, es también diseñadora y tiene su taller y boutique en Roma, cerca del Vaticano. El matrimonio participa habitualmente en eventos benéficos en la capital italiana.

Actualmente la rama de la familia Torlonia, los del principado del Fucino, está enfrascada en una guerra de herederos. La contienda estalló a la hora de repartir el legado de otro Alessandro Torlonia, último príncipe del Fucino, hace dos años, entre sus cuatro herederos. Los hermanos Torlonia: Carlo, Paola, Francesca y Giulio batallan en los juzgados y también en las páginas de los periódicos. Carlo, el primogénito, ha denunciado una especia de conspiración orquestada, según él, por sus hermanos, que lo alejaron de su padre para repartirse la herencia. Mientras que el resto alega que el difunto había dejado clara su intención de retirar privilegios a su hijo mayor.

En 2018, un juez de Roma decretó el embargo de todos los bienes de la familia. Se trata de un patrimonio valorado en unos 2.000 millones de euros que comprende, entre otras cosas, lujosas villas y palacios y una gran colección de esculturas griegas única en el mundo. El año pasado, un tribunal diferente revocó la orden judicial anterior, sin añadir otra disposición, por lo que el caso continúa estancado.

La gestión del ingente patrimonio artístico de la familia es un asunto delicado desde el siglo XIX. El príncipe Alessandro Torlonia decidió en 1866 comprar una antigua mansión -ahora Villa Torlonia- para fundar en ella un museo de escultura antigua. Pero el proyecto nunca ha llegado a ver la luz y ahora las disputas de los herederos, que se suman al eterno tira y afloja entre el estado y la familia por la tutela de los bienes, continúan torpedeándolo.

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