Guerra en el imperio de los Torlonia
Los herederos del príncipe Alessandro, familia de los Borbón y del conde Lequio, se disputan una inmensa herencia
Los Torlonia, una de las últimas estirpes de la aristocracia italiana, están enfrascados en una cruenta guerra interna por su inmenso patrimonio artístico e inmobiliario que haría las delicias de cualquier novelista que se precie. La historia tiene suficientes ingredientes para convertirse en la trama de una novela: la mayor colección privada de arte grecorromano del mundo, con más de 600 esculturas; una fortuna valorada en 1.800 millones; una fundación en el punto de mira también del Gobierno y un ambicioso proyecto de museo que nunca acaba de concluirse. A ello se suma el embargo preventivo de todos los bienes familiares.
Todo se desató con la muerte el año pasado de Alessandro Torlonia, último príncipe del Fucino. La guerra, que estalló a la hora de repartir su legado entre sus cuatro herederos, se ha recrudecido en las últimas semanas. Ahora los hermanos Torlonia: Carlo, Paola, Francesca y Giulio batallan en los juzgados y también en los periódicos. Carlo, el primogénito denuncia una suerte de conspiración y que los demás intentaron alejarlo de su padre para repartirse ellos la herencia, y el resto alega que el difunto escribió varias cartas en las que aseguraba su intención de retirar privilegios a su hijo mayor. Los tres hermanos blanden estos supuestos escritos y afirman que antes de morir, el príncipe pidió a su primogénito cuentas por “el odio feroz” que alimentaba contra la familia y por "haber pisoteado" el honor de su apellido.
Carlo ha explicado que intentó en varias ocasiones comunicarse con su progenitor antes de que muriera y que una de sus hermanas filtraba las llamadas y le decía que el estado de salud del príncipe Alessandro era “óptimo”. También habla de donaciones sospechosas a sus hermanos poco antes de la muerte del padre y expone que se enteró a través de la prensa del nacimiento, en 2014, de la fundación familiar —de la que él y sus hijos están excluidos— para gestionar las colecciones de arte. Además, añade un dato clave que ha supuesto un punto de inflexión en la historia: el intento de venta de obras de arte a compradores en el extranjero. En particular señala negociaciones con el Getty Museum de Los Ángeles, a pesar de que la colección no puede tocarse sin autorización del ministerio de Cultura. También denunció que algunas piezas relevantes habían desaparecido de los inventarios. Los tres hermanos aseguran en bloque que las acusaciones de Carlo son falsas.
La familia Torlonia forma parte también de una de las ramas italianas de los Borbón. Los hermanos que ahora se disputan la herencia son parientes lejanos del rey Juan Carlos y de Alessandro Lequio. Don Juan Carlos vivió parte de su infancia en uno de los palacios de la familia en Roma. Su tía, la desaparecida infanta Beatriz de Borbón —hija de Alfonso XIII y abuela materna de Lequio —y su difunto esposo, Alessandro Torlonia, lo acogieron junto a sus padres, los condes de Barcelona, durante los años de exilio.
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