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Melania Trump versus Michelle Obama, pista de tenis contra huertos saludables

La primera dama está inmersa en la construcción de un pabellón deportivo en la Casa Blanca para uso exclusivo de las familias presidenciales y levanta la polémica

Melania Trump, el 6 de marzo, en Washington.
Melania Trump, el 6 de marzo, en Washington.NICHOLAS KAMM (AFP)
El País

La política y la imagen que transmite como presidente Donald Trump no favorece que proliferen las simpatías hacia su esposa Melania, pero los proyectos que ha emprendido en su papel de primera dama y especialmente el momento y la forma en que decide comunicarlos tampoco han ayudado a mejorar su imagen en el ámbito nacional e internacional. La última polémica que ha desatado Melania Trump tiene que ver con unas obras: las de una nueva pista de tenis que se está construyendo en la Casa Blanca, que incluirá un pabellón deportivo para uso y disfrute exclusivo de las familias presidenciales.

La propia primera dama comunicó ‘el acontecimiento’ en su cuenta de Twitter con unas fotografías de ella misma con casco viendo planos y unas palabras no muy afortunadas para el puesto que ocupa y que se presupone entregado a la comunidad a la que representa: “Estoy emocionada de compartir el progreso del pabellón de tenis en @WhiteHouse. Gracias al talentoso equipo por su arduo trabajo y dedicación”. El orgullo por remodelar un pabellón de tenis en el ala sur de la Casa Blanca coincide precisamente en un momento en el que la población de su país, y del resto del mundo, se encuentra inmersa en la incertidumbre sanitaria y económica que está provocando la epidemia que ha producido el nuevo coronavirus COVID-19.

Las críticas en la misma red social no se hicieron esperar y pronto el tuit tenía miles de respuestas, muchas de ellas preguntando qué importancia tenía el asunto como para mostrarse tan orgullosa, señalando la falta de tacto de la primera dama —además de la crisis del coronavirus el mensaje ha coincidido con una serie de tornados de efectos devastadores en algunas zonas de Estados Unidos— o preguntando con ironía cuándo podían reservar hora para jugar en una pista pagada con los impuestos de todos los contribuyentes. Más sorprendente aún ha sido que Melania Trump en lugar de aceptar las criticas se ha defendido de ellas con otro tuit que ha aumentado aún más la polémica: “Animo a todos los que eligen ser negativos y cuestionar mi trabajo en la Casa Blanca a tomarse tiempo y contribuir con algo bueno y productivo en sus propias comunidades”.

Realmente el proyecto se anunció el pasado otoño y está financiado por donaciones privadas, pero esto no resta importancia a la indignación de algunos de sus compatriotas que se muestran hastiados de su papel, demasiado centrado en actividades más decorativas que claramente dirigidas a la comunidad. Probablemente se trata de una gota más de las que van colmando el vaso de la opinión pública estadounidense hastiada de la ostentación de la pareja presidencial y los escasos proyectos sociales en los que se ha implicado la primera dama durante los más de tres años que lleva su esposo en el cargo. Tampoco ayuda a Melania Trump la comparación de sus actos con los de su antecesora, Michelle Obama.

Julia Roberts y Michelle Obama, en Vietnam, el pasado diciembre.
NHAC NGUYEN (AFP)

Melania acudió con tacones de 12 centímetros a visitar las inundaciones provocadas por el huracán Harvey en 2017; utilizó un inoportuno sombrero similar al de los soldados británicos durante la colonización africana durante su visita por el continente africano en octubre de 2018; se colocó una cazadora de Zara en cuya espalda se podía leer I really don’t care, do you? (A mí realmente no me importa ¿a ti?) en plena crisis migratoria; presume de decoración navideña y ahora de instalaciones deportivas para las familias presidenciales. Pero no se ha implicado en causas relevantes que hayan impactado en la comunidad.

Mientras, su antecesora Michelle Obama se convirtió este verano en la mujer más admirada del mundo según publicó entonces la firma internacional de investigación de mercados y análisis de datos YouGov. La ex primera dama no se limitó durante los ocho años que duró el mandato de su marido a acompañarle en los eventos que exigían su asistencia, sino que ejerció activamente su parte de responsabilidad pública. Se preocupó por buscar acciones contra la epidemia de obesidad infantil, medidas para fomentar el acceso a la comida sana —incluida la construcción de un huerto en la Casa Blanca en el que realizaban actos con colegios—, promover la actividad física con su programa Let’s Move!, ayudar a los veteranos de guerra frente a la desocupación, los programas de salud o las crisis psicológicas; abogar por los derechos de las niñas y mujeres, unido a que han conseguido escapar de polémicas y escándalos y manejar las críticas con guante de seda.


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