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Ensalada de patata y garbanzos tostados

No todas las ensaladas son platitos ligeros que van al lado del plato. Con esta tendrás una comida completa, y si pones algunas verduras más mientras usas el horno, también la siguiente.

Plato único
Plato únicoALFONSO D. MARTÍN
Alfonso D. Martín

A estas alturas de la vida, no debe ser sorpresa para nadie; porque lo he dicho por activa y por pasiva, que la patata es un tubérculo que me cuesta. Su sabor plano, esa carne que fácilmente pasa a ser arenosa o esa imagen que tengo grabada en mi cabeza de ver ensaladilla rusa congelada con trozos de patata perfectamente cuadrados -las formas perfectas en la comida también me causan rechazo- son solo unos pocos de los puntos que me hacen verla con malos ojos. Sin embargo, desde aquí siempre animamos a los lectores a enfrentarse a sus miedos y a probar cosas diferentes, y qué clase de ejemplo daría yo si no me lo aplicara.

Tengo pocos recuerdos positivos relacionados con la patata: uno de ellos son las del McDonald’s de madrugada, y otro es verla en ensaladas muy condimentadas. Las ensaladas son lo mejor cuando quieres ocultar algo: hay muchas texturas, muchos sabores y diferentes aliños. Si quieres ocultar algo; y no va en puré, en ensalada probablemente te salga bien la jugada. Como no trabajo para este horroroso e hipercalórico canal de cocina, no voy a hacer una receta con patatas del McDonald’s; por lo que la alternativa que me queda es presentarla en ensalada.

En la receta contemplo tres posibles opciones para la patata: podéis hacerlas al microondas, cocerlas o asarlas al horno. Acompañada de una base de rúcula fresca, unos garbanzos tostados y bien aliñados y una vinagreta hecha con frutos secos -nueces en este caso- y anchoas. Una de las ensaladas nutricionalmente completas que sirven como plato único y con las que no acabas con la sensación de salir rodando. Personalmente me gusta hacer tandas grandes de alimentos horneados o tostados, por lo que luego me ahorro bastante tiempo a la hora de hacer recetas como esta (cuesta lo mismo cocinar cuatro unidades que diez, y así la los tienes listos en la nevera).

Dificultad: La de hornear varios alimentos a temperaturas diferentes.

Ingredientes

Para 4 personas

Para los garbanzos

  • 200 g de garbanzos cocidos
  • Una cucharada de pimentón
  • Una cucharada de comino en grano
  • 2 cucharadas de miel
  • 3 cucharadas de aceite de oliva
  • Sal

Para la vinagreta

  • 12 nueces tostadas o fritas (sin sal)
  • 6 anchoas y una cucharadita de su aceite
  • Una cucharada y media de vinagre de Jerez
  • El zumo de un limón
  • 125 ml de aceite de oliva
  • Pimienta negra molida al gusto
  • Una cucharadita de sal

Además

  • 550 g de patata baby para microondas
  • 200 g de rúcula
  • 2 rábanos picantes

Instrucciones

1.
Cocinar la patata baby siguiendo las instrucciones del envoltorio. Si, como yo, no tenéis microondas, podéis cocerla o asarla al horno. En caso de asarla, cortarlas en cuartos y aliñarlas con una cucharada de pimentón dulce, otra de comino en grano, sal y una pizca de aceite de oliva. Cocinar a 180ºC unos 25 minutos o hasta que estén tiernas. En caso de cocerlas, llevar a ebullición una olla con agua muy salada. Pinchar las patatas con un tenedor y cocer entre 15 y 20 minutos.
2.
Tostar los garbanzos mientras se enfría la patata. Aliñarlos siguiendo la receta citada: una cucharada rasa de pimentón, otra de comino, dos de miel y una pizca de sal y aceite de oliva. A 230ºC seis minutos.
3.
Preparar la vinagreta picando las nueces -o cualquier fruto seco tostado o frito- junto a las anchoas lo más fino posible. Añadirlo a un bote de cristal con tapa y añadir el zumo de limón, el vinagre de Jerez, el aceite de oliva, la pimienta negra y la sal. Agitar bien para que emulsione.
4.
Mezclar la patata con rúcula fresca, los garbanzos tostados y la vinagreta. Decorar con rábano laminado y servir.

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Sobre la firma

Alfonso D. Martín
Es cocinero, asesor gastronómico y fetichista de especias y fermentados. De pequeño gateaba al bar de al lado de casa para pedir un huevo duro y después empezó a tener dolor abdominal continuo por echarle picante a todo a escondidas de su madre. Si profanar recetas clásicas fuese un pecado, ya habría pasado los nueve círculos del Infierno de Dante.

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