Tarta de queso y melocotón sin horno
Suben los termómetros y dejamos el uso del horno para septiembre. Hasta entonces, nada mejor para pecar que una tarta de queso fresca, con fruta de temporada y cero sudores.
Llega el calor, acompañado de sus fieles amigos los sudores nocturnos y las piernas blancuchas al aire. Desde ahora hasta septiembre –u octubre, para esas desventuradas almas que viven en zonas achicharrantes– el horno queda vetado, desterrado y sellado detrás de una cinta amarilla de ésas que ponen los CSI en la escena del crimen.
Nada apetece menos que caldear tu minúscula cocina asando un pollo durante dos horas, a no ser que aproveches para forrarte con film plástico y sudar la gota gorda en un postrero intento de atajar la operación bikini. De hecho no encender el horno viene en la lista de recomendaciones para combatir las olas de calor, justo entre “beber mucha agua” y “no dejar a las abuelas sentadas al sol del mediodía”.
El horno necesita vacaciones y tú también, así que venga, dos besos, con dios y hasta después del verano. Se acabaron las galletas caseras, los bizcochos, los flanes y demás familia calórica y calorífera. Comienza el reinado de las verbenas de pueblo, las ensaladas con de todo, los helados, las macedonias pimplantes y los jetapostres. O de la tarta de queso sin horno, que seguramente es el postre más pinturero que podéis hacer en casa sin fallecer por hipertermia.
Más fácil que la O con un canuto, la tarta de queso de toda la vida con su símil Philadelphia y su gelatina queda mucho más interesante si aprovechamos la fruta de temporada para darle sabor y color. Frambuesas, cerezas o melocotones nos ayudarán a conseguir un postre más atractivo y con menos azúcar.
Esta tarta lleva cuatro hermosas piezas de fruta que, aunque no entren en el cómputo de las cinco diarias, al menos nos harán sentir mejor y más a gustico con la vida. Donde digo melocotón léase nectarina, albaricoque, paraguayo, mango o ciruela. Incluso si estáis en algún lugar del hemisferio sur en pleno invierno se puede perpetrar la misma receta con melocotones en conserva. Para un plus de sabor y sorpresa, añadid añadir frutos secos triturados a la base de galleta y sustituid parte del queso crema por yogur de la fruta en cuestión.
Aunque veáis que tiene bastantes pasos, la tarta de queso sin horno en todas sus variantes es un postre perfecto para novatos: de fácil elaboración, óptima degustación y máxima diversión. Por ahorrarnos pasos, se puede obviar lo de montar la nata y añadirla líquida tal cual. Se perderá un poco de consistencia esponjosa pero no pasa nada.
También podéis saltaros la cobertura, pero entonces ¿cómo vais a hacer la gracia del comecocos? Si sois muy vagos, mejor cambiadla por mermelada de melocotón diluida con un poco de agua. Yo he usado un molde desmontable de 20 cm de diámetro, así que si tenéis uno más ancho os quedará la tarta un poco más baja.
Importante para novatos: la gelatina en hojas (comúnmente conocida como cola de pescado) es de igual efecto que la de polvos, pero la equivalencia en gramos entre las dos depende del fabricante. En caso de duda, mirad qué cantidad recomienda el paquete para medio litro de líquido y usad un poco más.
Dificultad: Suspenso en la escuela de calor.
Ingredientes
Para 8 personas
Base
- 150 g de galletas
- 75 g de mantequilla
Relleno
- 500 g de queso crema (o mitad queso y mitad yogur)
- 200 ml de nata para montar (fría)
- 70 g de azúcar
- 12 g (5 hojas) de gelatina en hojas
- 2 melocotones maduros en trozos pequeños
Cobertura
- 2 melocotones bien maduros
- 5 g (2 hojas) de gelatina en hojas
- 2 cucharadas de zumo de limón
Instrucciones
¿Has intentado hacer esta receta u otras de El Comidista, y no te han salido bien? Quéjate a la Defensora del Cocinero enviando un mail a defensoracomidista@gmail.com
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