Patatas fritas de sabores: cuáles valen la pena y cuáles son un engendro
Vino espumoso, trufa y queso, aperitivo y berberecho, huevo frito, salsa casera o cóctel de gambas: el mundo de las patatas fritas de sabores no conoce límites. En El Comidista las probamos por ti (y te lo contamos).
En El Comidista intentamos ser un compendio de buenas ideas, recetas sanotas, sentido común nutricional e información interesante para evitar el Lado Oscuro. Pero también somos animalitos curiosos, nos gusta probar cosas nuevas y nos mata la intriga cuando amigos malintencionados empiezan a usar sus teléfonos no-siempre-inteligentes para mandarnos fotos de patatas chips untadas en sabores imposibles.
Puedo vivir medio tranquila sabiendo que existen las patatas con sabor a huevo frito. Pero cuando me enteré de que también las hay de salsa de aperitivo para berberechos, boloñesa, queso y trufa o vino espumoso, la curiosidad empezó a devorarme por dentro como el bicho de Alien, y pensé, ¿por qué no? Si ya hemos comido larvas, saltamontes y huevos de chinche y degustado preservativos y lubricantes que parecían hechos con fruta radioactiva, ¿qué mal pueden hacer unas inocentes patatas con bien de aceite, algún que otro aroma y potenciadores de sabor, además de otros ingredientes ignotos salidos de un laboratorio?
A continuación, con la ayuda de mis compañeros del núcleo duro comidista, nos disponemos a catar las patatas más rarunas que encontramos en supermercados, colmados y alguna tienda gourmet, más que nada para que no tengáis que hacerlo vosotros. Tensión baja, colesterol impecable, papilas inmaculadas: fue un placer conoceros.
Torres Selecta de vino espumoso (a partir de 2,5€ la bolsa de 150 g)
Las abrimos con una cierta reticencia. La duda “¿cómo van a saber unas patatas a vino espumoso?” está más que justificada, estaréis de acuerdo conmigo. Pero el primer bocado nos cerró la boca: saben a vino espumoso, concretamente al que llevarías a casa de alguien que en realidad no te cae demasiado bien. Es la estupefacción más que el placer gastronómico lo que te hace repetir varias veces. La patata está perfectamente frita, nada grasienta y muy crujiente -son Torres Selecta, ahí ya sabes que no va a haber fallo- y poco a poco el glutamato va haciendo su trabajo y sientes que podrías comerte media bolsa. ¿Cómo consiguen ese efecto? La respuesta, en los ingredientes: una combinación de aroma de vino espumoso (6%, no escatiman) y un 1% de caramelo carbonatado. El PetaZeta de toda la vida, pero recubriendo una patata y oliendo a vinazo. No sé si son mis héroes o quiero montar un Change.org para que les retiren la licencia. Vaya, nos hemos comido media bolsa.
Calidad de la patata: 8,5Parecido con el sabor prometido: 7 (teniendo en cuenta que es un sabor muy difícil).
Lidl artesanas Deluxe de tortilla de patata con cebolla (1,20€ la bolsa de 120 g)
No me andaré con rodeos. No lo hagáis. No las probéis. Dejadlo, coged un libro, haced puenting, apadrinad un lobo estepario. Huelen como la tortilla envasada, a una mezcla de tristeza y sudor adolescente, con un extra de cebolla en polvo rancia. Adiós, hasta nunca, nos vemos en mis pesadillas, chips Lidl Gourmet de tortilla de patata con cebolla.
Calidad de la patata: 4Parecido con el sabor prometido: 2 (7 si buscaban parecerse a una tortilla envasada)
Martirelo Selectas sabor huevo frito (a partir de 2€ la bolsa de 80 g)
De las tres personas que hicieron una cata a ciegas de este producto -dos de ellas, niños- lo reconocieron al primer bocado. “¡Es de huevo frito!”, respondieron con cara de flipe absoluto (la misma que puse yo, reconozco). Al principio es agradable y sorprendente, pero a la quinta patata se hace más patente que no es huevo frito, si no su yema, un sabor cada vez más invasivo que se te cuela en todos los huecos de la boca (algo que se potencia por culpa de un pequeño exceso de sal). Diez minutos después, el sabor de boca empieza a ser ligeramente sulfuroso y un poco demasiado agresivo. Recomendamos no tomarlas ni con cerveza ni antes de una cita. No se aceptan preguntas, señoría.
Calidad de la patata: 8 (hay muchas dobladas, un bonus extra)Parecido con el sabor prometido: 8 (para lo bueno y para lo malo).
Hema sabor salsa boloñesa (0,50€ la bolsa de 80 g)
La casualidad quiso que Ana Belén Rivero -que de patatas sabe un rato, y de croquetas aún más- compartiera conmigo esta parte de la cata, y dijo una gran verdad: pueden saber a boloñesa, pero también a pizza, a cualquier otro estofado o a sopa de tomate. Porque este es el sabor que predomina: un tomate ligeramente dulzón, seguido muy de cerca por una cebolla más falsa que los abdominales de Mariah Carey. Al fondo se detecta algo de ahumado, y bastante más sal de la que me gustaría. Igual se parece a alguna boloñesa de bote, pero preferiría no conocer su existencia, gracias. De verdad, no hace falta.
Calidad de la patata: 4Parecido con el sabor prometido: 4
Después de repasar mis seguros médico y de vida y ver que la muerte o bypass por ingesta de chips no se considera accidente laboral, decidí compartir la bonita experiencia con Mikel López Iturriaga. Más que nada para devolverle el favor que le debía cuando me invitó a su insigne concurso de tortipizzas. Me abrió la puerta con una sonrisa nada forzada, cogió las patatas mientras pedía una sesión extra con su entrenador personal -ser vuestro objeto de deseo no es fácil- y me invitó a salir por la ventana, oferta que decliné porque yo soy más de escaleras. Esto fue lo que sucedió a continuación:
Patatas fritas sabor allioli de Hacendado (0,90€ por 130 g)
"Más que 'sabor a allioli', estas patatas deberían llamarse 'sabor a ajo'. O mejor aún, 'sabor a ajo que has tenido dorándose demasiado tiempo en la sartén y se te ha quemado un poco'. Ese regustillo a refrito pasado no sólo no recuerda en absoluto al allioli -que, hasta donde yo sé, se elabora con ajo crudo- sino que resulta ligeramente desagradable. Para rematar la jugada, algunas patatas están un poco quemadas por los bordes. Vamos, que yo sólo se las recomendaría a Buffy Cazavampiros".
Calidad de la patata: 4Parecido con el sabor prometido: 2
Patatas fritas onduladas sabor salsa casera de Hacendado (0,90€ por 160 g)
"¿Sabéis qué es una 'salsa casera'? Pues yo tampoco. Imagino que los creadores de este producto no supieron cómo llamar a este producto -Frankenstein ya estaba cogido-, y pensaron que lo de 'casero' mola lo pongas donde lo pongas. Además, ¿qué hay más casero que sazonar unas patatas con lactosa, extracto de levadura, dextrosa, aspartamo, hidrolizado de proteína vegetal o ácido málico? ¿O es que tu abuela no usaba todos estos ingredientes? En fin, vayamos con el sabor: para entendernos, son como unas campesinas -otra denominación muy realista- pero con sabor a salsa de tomate en la que se te ha caído un kilo de azúcar. Debo reconocer que al principio me suscitaron cierto rechazo, pero poco a poco me fueron gustando. Debe ser que soy débil y mi cuerpo se rinde ante un buen cóctel de sacarosa y glutamato monosódico".
Calidad de la patata: 5Parecido con el sabor prometido: no se puede evaluar porque la salsa casera no existe.
Patatas fritas sabor a queso y trufa de Alfonso Torres (1,96€ la bolsa de 120 g)
"Me acerqué a estas patatas con todos los prejuicios del mundo: odio las cosas con aceite de falsa trufa -nunca me fue lo de esnifar gasolina- y la adición indiscriminada de queso como potenciador / enmascarador de sabores es uno de los fenómenos de la alimentación moderna que más me solivianta. Tras probarlas, sólo puedo decir una cosa: están buenísimas. La trufa no atufa, el aroma de queso está añadido en su justa medida, y la fritura resulta ejemplar. Creo que son las únicas chips de sabores que no me han empalagado a la tercera patata, y ahora lo único que aspiro es a no padecer con ellas un problema de adicción como el que tuve en su momento con las Lays a la vinagreta".
Calidad de la patata: 8,5Parecido con el sabor prometido: 7
Chips "Prawn Cocktail", sabor cóctel de gambas de Frit Ravich (1,20 € la bolsa de 125 g)
"Imagínate por un momento que eres Satanás. Estás ahí, en el infierno, aburrido de torturar pecadores poniéndoles tenacillas ardiendo en los pezones. Te preguntas: ¿qué mal puedo llevar a la humanidad, que hace tiempo que no hago la vida más difícil a los pobres mortales? Entonces vas e inspiras a la gente de Frit Ravich para que cree las patatas fritas con sabor a cóctel de gambas".
"Así me imagino yo el nacimiento de este engendro denominado 'Chips prawn cocktail', que une la fritanga con el plato más emblemático de la comida viejuna. El nivel de empalago que producen es estratosférico, pero lo más terrorífico es que saben de verdad a salsa rosa con langostinos. Con ellas, el viaje a un pasado al que nunca querrías volver está garantizado".
Calidad de la patata: 4Parecido con el sabor prometido: 6
En ese preciso momento, Mikel me llamó, preguntando si esto no era una vil maniobra para hacerme con el imperio Comidista a base de atascarle las arterias (del divorcio por aliento regulero mejor no hablemos). Así que, recordando que me debía una después de convertir mi horno en zona cero bacteriológica por culpa de una pizza infernal, llamé a la puerta de Jordi Luque con las dos últimas bolsas bajo el brazo, para que terminara la misión. Y esto es lo que me contó:
Patatas con sabor aperitivo de Frit Ravich (1,49€ la bolsa de 150 g)
"Me llama la atención en el lineal del súper porque plantea un problema semántico y un reto para los planteamientos de la teoría de la Gestalt. Sí, algo ambicioso para una patata frita. El caso: si una patata frita es parte del aperitivo, ¿puede saber a aperitivo? ¿Puede la parte ser el todo? Dicho de otro modo, ¿puede el aperitivo reducirse a una patata frita? Ni idea".
"El misterio sigue cuando cojo la bolsa y, en el dorso, veo que en la lista de ingredientes las patatas no se presentan como con sabor a aperitivo, sino con sabor a berberechos. La cosa se complica. ¿Está Frit Ravich diciendo que las patatas son el aperitivo y, al mismo tiempo, en una doble pirueta, que el aperitivo son los berberechos? ¿Las patatas son berberechos? Hasta donde yo sé, no. Pero todo es posible en el mundo de la comida procesada. Abro la bolsa para salir de mis cábalas. Encuentro unas patatitas finas, crujientes, nada grasientas. La cosa promete. Pero no cumple. En boca, que diría un catador de vinos cursi, presenta sabores difusos a salsa Espinaler y, efectivamente, berberecho. Y luego sabe a glutamato yeyé. A algo que hace que no puedas parar de comer las aunque sepas que te estás metiendo algo chungo en el cuerpo. ¿Es esta la patata para alguien que no quiere o no puede pagar una lata de berberechos? No sé, la veo un poco tristona. ¿Sustituyen estas patatas a un aperitivo completo? Depende de las cervezas que tomes y lo piripi que termines. En condiciones normales, no".
Calidad de la patata: 7Parecido con el sabor prometido: 4.
Patatas de salsa Valentina y lima de Casa Ametller (0,99€ el envase de 100 g)
"La bolsa apuesta por lo rústico y jovial. Seduce por lo atinado de la tipografía y el cuquismo de la ilustración. Estás, sí que sí, presumen de estar alejadas de lo industrial y muy cerquita de las patatas artesanas de toda la vida con salsa Valentina y lima. Como las que sirven en México, porque aquí ni están ni se las espera aunque la naturalidad del packaging las haga cercanas".
"Hasta que las pruebas. Nada que decir de la patata, todo son loores: finas, crujientes, en absoluto grasientas. Muy bien. Pero el sabor no es cercano. Me recuerda a aquél viaje por la costa de Michoacán. Dónde nos detuvieron los asaltantes y durmimos en un chamizo habitado por avispas gigantescas –que por suerte iban a lo suyo– y envueltos en sábanas de Harry Potter. Fue estimulante, pero no las reconozco como propio. Tampoco reconozco mucho la salsa Valentina –no soy gran consumidor, predomina la lima –tampoco es un defecto. Me gustan, pero no me gustan lo suficiente para convertirme en un gran fan. Creo que les falta glutamato yeyé, porque no terminan en engancharme. Y eso debería ser una virtud".
Calidad de la patata: 8Parecido con el sabor prometido: 6.
¿Tú también te has dejado arrastrar al mundo de la patata de fantasía? Cuéntalo en los comentarios: si andamos de la mano nos sentiremos un poco mejor.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.