La Balmesina, mucho más que pizza

Buf, otra pizzería.

No es solo una pizzería, aunque hacen unas ídem buenísimas. En La Balmesina, en Barcelona, también tienen otros platos típicos italianos, algunos más puristas que otros: unos antipasti buenísimos, pasta fresca -tal cual y rellena-, porchetta, pescado…

Seguro que los dueños, mucho “guarda che luna, guarda che mare” para ligar y vender pizza pero luego son de Badalona, como muy lejos.

No das ni una, para variar. Este restaurante es hijo -ideológico- de Max Morbi, Alessandro Zangrossi y Mattia Ciresola, tres italianos de verdad de las buenas -de Verona y Pádua- que ofician respectivamente en las masas, la sala y la cocina.

Bueno, háblame de esas masas. La pizza me gusta.

¿Ahora te gusta? En fin. En La Balmesina hacen tres tipos diferentes, todas con masa madre y sin levadura añadida. Trabajan con unas fermentaciones que van entre las más de 72 horas de la Tonda -de trigo o de espelta, la clásica pizza fina y crujiente pero con una masa sabrosísima y aromática- y las 100 de la Pala, un formato para compartir (se pide por mitades) con una masa gruesa pero muy ligera, crocante y con un alveolado en el que podrían dormir los angelitos.

Te estás poniendo cursi.

Mejor no te cuento cómo me estoy poniendo por si hay menores leyendo. El caso es que a estas masas les ponen encima ingredientes de temporada, ligeros y en el punto perfecto de cocción. Una de mis favoritas es la Porchetta Mía, con cerdo asado, crema de rúcula y pecorino, un queso de oveja típico de Sardegna. También me gusta mucho la Baggio -con tomate, mozzarella de búfala, tomates secos, alcachofas y parmesano; y con la Zucca aplaudí hasta que se me cayeron las manos que cambiaran la clásica base de tomate por una crema de calabaza asada (sobre la que reposan setas salvajes, tomates cherry y una burrata absolutamente demencial). Y así hasta 19 diferentes, para que no te aburras.

Y luego, ¿qué? ¿A hacer la digestión como una boa constrictor?

Un extra muy interesante de las pizzas de La Balmesina es que no son nada pesadas, sientan super bien y no repiten aunque tengas el estómago de pitiminí.

Bueno, ¿y si no quiero pizza?

¿Pero no habíamos quedado en que te gustaban?

Pero ahora no me apetece, ¿qué pasa?

Hija, no hay quien te entienda. Pues puedes arrancar con una crema de burrata con pesto y crostini -hechos por ellos, claro-: nada invita a empezar una comida como este queso mantecoso sobre pan crujiente. O las alcachofas al horno, con el punto de cocción clavado y un pesto muy suavecito de alcaparras, aceitunas y perejil: para chuparse los dedos.

También es muy recomendable su parmigiana de berenjena: en lugar de ser frita y con capas de queso denso entre medio, esta versión es ligera, con crujientes tomates cherry frescos, un toque de aceite de albahaca y… más burrata. Si te apetece algo del mar, prueba el bacalao con setas y polenta cremosa o su fritura de calamares, alcachofas y gambas: la sirven acompañada de una salsa con mostaza agridulce y un fondo de pescado.

Déjate de anti y vamos a la pasti.

Festival del humor, ¿eh? Pues mira, estás de suerte porque también es casera. Tienen diferentes formatos: mis favoritos son agnolotti del Plin, rellenos de ternera y cerdo y regados con una salsa deliciosa y profunda, a base de salvia, mantequilla y un caldo de carne muy reducido. Son una auténtica bomba de sabor, igual que los scialatelli con calamarcitos, tomate cherry y polvo de café, cuyo tueste pone al molusco en otra dimensión.

¿Cosas más normales no tienen?

Sí, sosainas. Tienen unos spaguetti a la chitarra con ragú de cordero -canónicos como si los hubiera hecho la mamma- que quitan el sentido. También tienen siempre platos de temporada: ahora mismo, tagilatelle con setas salvajes.

Qué pesados con la temporada, si ahora hay de todo todo el año.

Pues en La Balmesina la siguen a rajatabla, por eso ofrecen platos tan sabrosos a precios más que correctos. La última vez que fui me sirvieron una crema de trompetas negras con huevo a baja temperatura, speck -jamón italiano- y picatostes que todavía me tiene las papilas bailando la tarantela.

Eso suena muy finolis, seguro que hay que hipotecarse para pagar la cena.

Pues efectivamente y no. Puedes cenar la mar de bien por unos 20-25 euros, y a mediodía tienen un menú de 11,90 con opción de primer y segundo plato -muy variados, con cremas de verduras, pasta, carne, pescado y opciones vegetarianas- o algunas de las pizzas de la carta.

Eso será sin beber nada.

Tienen vinos naturales de aquí y de allí -de Italia, quiero decir-, a precios muy razonables. No sé por qué, pero a mí con su comida me entran muy bien los que tienen burbujas, supongo que el hecho de que a Max también le gusten hace que el burbujismo se me contagie fácilmente.

¿Y de postre?

A mí después de la pizza me llega con un ristretto, pero puedes lanzarte al vacaburrismo canónico con su tiramisú, o ser un poco más alternativo y pedir una pannacotta a la lima con higos y nueces o unas lujuriosas trufas de chocolate con espuma de coco y frambuesa.

Creo que pediré uno de cada.

Haces bien: de alguna manera hay que compensar esa amargura que te traes.

La Balmesina. Carrer de Balmes, 193. Barcelona. Teléfono: 934 156 224