Desastre a bordo: los menús infantiles de trenes y aviones
Los menús para niños de las compañías aéreas y de Renfe rebosan azúcar, grasas saturadas y productos ultraprocesados. Frutas, verduras y alimentos sanos brillan por su ausencia. ¿Podemos hacer algo al respecto?
Hace poco, un martes a esa hora en la que aún están poniendo las calles, cogí un avión de la compañía Vueling hacia el aeropuerto de A Coruña. Como se hace siempre en los aviones –aunque acabes de desayunar como un pachá y lleves encima el libro más interesante del mundo– eché un vistazo al menú de cafetería y, cuando llegué a la página de la sección infantil, me quedé alucinada con que estuviera compuesto en su totalidad de gominolas, bollería industrial, una crema de untar con sabor a chocolate y algo que, antes de ser pasteurizado, pudo haber sido un yogur (con bien de azúcar y sabores añadidos).
Pensando por qué no me había dado cuenta antes, me puse a buscar más ejemplos de menús infantiles de algunas de las aerolíneas que más operan en nuestro país. Cuando encontré los de RyanAir, EasyJet, y Air Europa –Iberia no ofrece ningún menú enfocado al público infantil, por eso no aparece en el listado–, además del que ofrecen en el AVE, vi que los procesados, grasas saturadas, azúcares y demás estaban a la orden del día en todos ellos.
A partir de ahí me surgieron un buen montón de preguntas sobre lo que se puede ofrecer como menú infantil, si hay algún tipo de regulación o si las compañías ofrecen eso simplemente porque sus limitaciones les impiden ofrecer otra cosa. Para responderlas, pedí ayuda a Pepe Serrano, pediatra de atención primaria y Laura Saavedra (nutricionista, técnologa de los alimentos, especialista en obesidad y miembro del colectivo Dietética sin patrocinadores). Empecemos con un repaso rápido, de la mano de Saavedra, por el contenido de los cinco menús:
AVE
"Batido de chocolate (muchos azúcares) + sándwich (pan de harina refinada + aditivos) de jamón cocido y queso amarillo (charcutería barata ultraprocesada que es mejor evitar) + una 'chocolatina' cuyo primer ingrediente –o sea, el que lleva en mayor cantidad– es el azúcar".
AIR EUROPA
"Oreos (galletas industriales) + batido de Colacao + Yogikids (yogur pasteurizado después de la fermentación: sin las bacterias beneficiosas del yogur y cargado de azúcares)".
EASYJET
"¿Galletas de fruta? (fruta para disimular) + galletas saladas (sal + grasas chungas) + Kinder mini (igual de malo aunque sea mini) + pasas y compota de piña (lo menos malo dentro de lo malo)".
VUELING
"Con este no se cortan un pelo: bollería industrial, gominolas y el mismo yogur pasteurizado después de la fermentación y cargado de azúcares del menú de Air Europa".
RYANAIR
"Este, aparte de ser insano, –fritanga que venden como “al horno”: patatas fritas + nuggets– es sexista (bolsas de color rosa y azul). El zumo no es igual a fruta, es igual a refresco azucarado".
¿Qué tiene de malo esta oferta?
A pesar de que solo dos de ellos –los que ofertan un plato de fritos y un sandwich– se plantean como una comida, y el resto son más bien picoteos, Saavedra pide que le demos la vuelta a la pregunta: “Ésta debería ser: ¿qué tienen de bueno? A lo que contestaría, que son baratos –rentables–, tienen un sabor agradable, por lo que gustan a todo el mundo, y son fáciles de almacenar (muchos productos no necesitan frío, tienen fechas de caducidad largas)”.
A partir de ahí, todo es cuesta abajo y sin frenos hacia el horror nutricional. “Ningún menú se basa en comida de verdad”, apunta Saavedra. “Están compuestos por productos procesados pobres en nutrientes, cargados de azúcares, grasas insanas, sal, aditivos y muchas muchas calorías. No son una buena opción para el consumo adulto y mucho menos para niños”.
Serrano también recalca el hecho de que casi todo escapa a lo que deberíamos conocer como comida. “Salvo el del AVE, que contiene un bocadillo –de vaya usted a saber qué– los demás están compuestos en su totalidad por procesados grasientos, malsanos y obesogénicos, llenos de azúcares de rápida absorción, harinas refinadas, grasas y la consiguiente sal que acompaña a todo eso”. También destaca la falta de alimentos de origen vegetal, excepto la compota y “las patatas fritas –a saber con qué grasa– en el menú de Ryanair, que es la peor forma de tomarlas”.
Si a alguien le parece a estas alturas que total, los niños tampoco viajan a diario y que por un día no pasa nada, nuestros dos especialistas coinciden en que este no es un caso aislado, sino un síntoma más de lo que la industria de las cadenas de alimentación y comida procesada entiende por “comida infantil”.
¿Quién asesora o controla esta oferta alimentaria?
La respuesta es tan desoladora como previsible: absolutamente nadie. Aunque el código PAOS regula la publicidad de productos destinados al consumo infantil, “en cuanto a composición y diseño de menús no hay ningún tipo de control”, advierte Laura Saavedra. “Lamentablemente todo vale con tal de vender”. Según Serrano lo más cercano a una hipotética legislación podría ser la denominada estrategia NAOS, donde se dan recomendaciones respecto a la alimentación en centros escolares y similares y a la publicidad de alimentos dirigidos a menores de 15 años –de donde surgió el código PAOS al que aludía nuestra nutricionista– para que las propias empresas se autorregulen.
¿El resultado? “Con decirte que Coca-Cola fue una de las primeras marcas en adherirse te lo digo todo”, nos cuenta Pepe Serrano. “Es fácil entender que las empresas han estado interesadas en formar parte del autocontrol publicitario para ser las primeras en incumplirlo”.
Muchos de estos menús también ofrecen algún juguete o regalito como extra. “Me parece una estrategia terrible”, apunta Saavedra. “Los regalos contribuyen al chantaje emocional que las marcas utilizan para vender sus productos, muchos niños realmente no quieren comer lo que traen los menús, solo el regalo, que se utiliza como reclamo”.
Serrano, que lleva más de 30 años trabajando con niños, pone una experiencia personal como ejemplo del poder de ese pequeño objeto: “Por delante de mí han pasado miles de niños con un huevo Kinder en sus manos. Bien, pues jamás he visto a ninguno de ellos comérselo, no lo quieren más que por el juguetito”. Para nuestro pediatra esto es, en definitiva, “una manera más de publicitar ese menú al niño –vulnerable ante tal práctica– que contraviene las directrices de la OMS y de la Academia Americana de Pediatría”.
Nos pusimos en contacto con todas las compañías mencionadas para preguntarles por sus criterios a la hora de escoger estos menús. Solo dos han respondido: RyanAir con un escueto "toda la información nutricional aparece indicada en el propio envase del producto que proporciona el proveedor", y que tanto niños como padres están encantados con su oferta (sic). Las fuentes de Vueling nos dijeron que su oferta está enfocada "desde el entretenimiento" y para que los niños que "pueden estar inquietos y aburridos en el avión" tengan un vuelo más llevadero. Para terminar de depurar responsabilidades, nos recuerdan que no están obligados a dar de comer porque la mayoría de sus vuelos son cortos, que en su menú hay "platos más saludables" y que siempre puedes traer fruta o un bocadillo de casa. (Actualización: también nos cuentan desde Air Europa que este "menú infantil" es solo una parte de su oferta, que no solo lo compran para niños y que por supuesto estos pueden consumir cualquier otro producto de los que ofertan en la carta).
¿Cómo podrían estas compañías mejorar su oferta nutricional?
Solamente tendrían que buscar empresas que comercialicen productos saludables de 5ª gama listos para comer y que contengan ingredientes saludables. Saavedra apuesta por “palitos de verdura, frutos secos –sin azúcar y sin sal–, sándwiches integrales y fruta poco perecedera como manzanas, mandarinas, peras, etc”. Serrano suma a la propuesta “tortitas de cereales integrales no azucarados, panes de más o menos calidad con hummus o postres elaborados con aguacate y cacao". Son ejemplos de como, ocupando el mismo espacio físico y las mismas neveras, se podría aumentar considerablemente la calidad de sus comidas infantiles.
Vemos que la oferta es fácil de mejorar teniendo en cuenta que partimos de un perfil lamentablemente bajo, pero Pepe Serrano se plantea si a las compañías les interesa mejorar esa oferta o simplemente venden los menús infantiles para hacer negocio. “No los tienen en su carta para paliar la poco probable aparición de hambre súbita en un niño durante uno de sus vuelos, ni tan siquiera para que el angelito no dé el coñazo”, vaticina. “Les importa un bledo. Es negocio y punto, y como tal emplean en el aire las mismas prácticas indecorosas que se llevan a cabo en tierra: no hace falta subirse a 9.000 pies para que a los niños se les intente endiñar cualquier cosa para que se la echen a la boca”.
¿Qué podemos hacer como usuarios y consumidores para cambiar esto?
Los dos especialistas consultados están de acuerdo en que lo mejor que podemos hacer los usuarios –además de no comprar esos menús y difundir su falta de calidad alimentaria– es poner reclamaciones para exigir que la oferta de opciones saludables sea obligatoria. Juan Revenga, nuestro nutricionista de cabecera, siempre que coge un AVE va a la cafetería a pedir fruta fresca y, como nunca la tienen, pone una reclamación al respecto.
Un revisor de los mismos trenes le contó que los únicos que la sirven sin excepción –junto a los yogures– son los que van hasta Francia. ¿Por qué? Porque los franceses reclaman ambas cosas y, incluso siendo consumidores cautivos, hacen valer sus derechos. Serrano nos da otro motivo para hacerlo: “Como esas compañías están en normativas de estándares de calidad y normativas ISO, por lo menos se ven obligadas a responderlas y la suma de esas reclamaciones les penaliza”.
Alternativas para llevar desde casa (y no tener un viaje hiperglucémico)
Frutos secos: nueces, almendras tostadas, avellanas, que son ricos en nutrientes, grasas saludables y fibra.
Huevos duros pelados, saciantes y muy nutritivos (proteína de alto valor biológico, grasas buenas y vitaminas)
Verduras cortadas en palitos + hummus: una forma divertida de comer vitaminas y minerales
Platano + chocolate con más de 70% de cacao
Uvas + queso curado
Manzana + crema de cacahuete
Bocadillo de pan integral con tortilla francesa o atún + aguacate + tomate
Tomates cherrys + bolitas de mozarella
Aguacate a cucharadas
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