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¿Qué comen los dibujos animados?

Recordamos las espinacas de Popeye, el burrito de todo de Hora de Aventuras o los emparedados que enloquecían al oso Yogui: comidas que forman parte del imaginario con el que hemos crecido mayores y jóvenes.

Un delicioso fotograma de 'El recuerdo de Marnie'.
Un delicioso fotograma de 'El recuerdo de Marnie'.STUDIO GHIBLI

Si nunca has sentido rugir tu estómago al ver a Garfield lanzarse de cabeza a una lasaña o un pollo asado, si fuiste inmune a la envidia cuando Finn y Jake encontraron una fuente inagotable de delicioso helado en Hora de Aventuras o jamás has tenido ni una pizca de curiosidad por el sabor que debe tener la Cangreburger que sirven a docenas en el Crustáceo Crujiente de Fondo de Bikini, seguramente este artículo no te emocione lo más mínimo.

Pero si eres de los que creen que las series y películas de animación son capaces de causarnos más ataques de hambre que toda una temporada de TopChef, disfrutarás como un niño –o, ¿por qué no? directamente acompañado de alguno de ellos, en formato hijo, sobrino o lo que sea– de este paseo por algunas de las comidas más míticas de los dibujos animados. Nos resposabilizamos del hambre que pueda generar, y también del buen humor.

Los de antes

Varios de nuestros lectores –y posiblemente también algunos que aún no nos leen, ya que la serie se ha vuelto a crear en 3D, y ha sido emitida recientemente por TVE, obligando a otra generación a sufrir pesadillas a raíz de la maldad de la Señorita Rottenmeier– tienen grabadas a fuego en la memoria las tostadas con queso, supongo que de cabra y de su propio rebaño, que le daba a Heidi su abuelito para desayunar.

Las hojas de zarzaparrilla que enloquecían a los Pitufos, los emparedados y las tartas que el oso Yogui robaba a los turistas despistados, las costillas de brontosaurio a la barbacoa de Pedro Picapiedra y la mantequilla de nueces de los adorables y liantes Chip y Chop también forman parte de los recuerdos de la generación que estudiamos EGB.

Por no hablar del montón de proyectos de cuarentones –o cuarentones de pleno derecho– a los que de vez en cuando todavía nos asalta con fuerza una duda: ¿qué sabor debían tener las construcciones de los Curris que los Fraguel devoraban con tanta pasión? Deberíamos entrevistar a Jim Henson solamente para resolver este dilema de la humanidad.

Los curris son felices trabajando
Los curris son felices trabajandoGIPHY.COM

Manjares de Disney/Pixar

Seguramente la escena más tierna de amor y comida de la historia del cine sea el momento en el que La dama y el vagabundo (1955) que dan nombre a la película comparten un plato de espaguetis con albóndigas… y un beso inesperado. En Alicia en el País de las Maravillas (1951) la comida también tiene un papel importante: sirve para crecer o hacerse diminuto, celebrar un no-cumpleaños o convertirse en una mariposa y romper a volar. Blancanieves (1937), además de comerse una manzana envenedad también pone las manos en la masa y prepara una tarta de arándanos para los enanitos del bosque, en este caso ayudada por un ejército de ardillas, pájaros y otros pinches de lujo animado.

¿Las autoridades sanitarias saben lo de los pinches con plumas?
¿Las autoridades sanitarias saben lo de los pinches con plumas?GIPHY.COM

Bastante posteriores –y con un gran potencial para generar hambre y babas– son las magníficas creaciones gourmet de Remy, la pequeña y talentosa rata-chef que protagoniza una de las películas favoritas de El Comidista: Ratatouille (2007). Aquí puedes encontrar la receta que da nombre a la película, y aquí la deliciosa sopa que prepara teledirigiendo al joven Alfredo Linguini (ambas recetas en inglés). Yo de vosotros me animaría a hacerlas: si los protagonistas de la película dejaron sin palabras al rancio de Antón Ego con su espectacular sabor, imaginad el efecto que pueden tener en vuestros cuñados.

En La Bella y la Bestia (1991) además de cantar y bailar también comen, concretamente un suflé de queso  y un montón de deliciosas comidas flotantes al ritmo de la canción 'Qué festín', (gracias a Ariana Ariosto por la corrección, en la versión original del artículo figuraba la traducción latinoamericana de la canción, craso error fruto de mi laguna Disney de los 90) además de aperitivos servidos por el siempre solícito candelabro Lumière. Los hermanos trillizos de Mérida, pelirrojísima protagonista de Brave (2012), devoran unos dulces escoceses tradicionales llamados Empire Biscuits –formados por dos galletas de mantequilla unidas con jalea, un frosting de azúcar y una guinda–, además de casi todo lo que se les pone por delante (y no siempre con buenos resultados).

La comida también forma parte de la aventura de uno de los héroes más improbables de la historia de la productora Dreamworks: Po, de Kung Fu Panda, cuyo padre regentaba un negocio de fideos y tenía bastante claro que lo de su hijo eran mucho más los caldos que las artes marciales. Además, el nombre de Po es un guiño clarísimo a la sopa vietnamita pho, hecha de carne con fideos, ternera y un caldo potente.

Los sintéticos

Cuando era pequeña me pasé un montón de horas preguntándome qué debían llevar esas vitaminas que convertían a Super Ratón exactamente en eso. ¿De qué estaban hechas esas cápsulas, capaces de transformar un vulgar roedor en un superhéroe listo para combatir a los malvados (y ganarles)?¿Hubiera permitido la actual sociedad que lanzara a los niños un mensaje como "y no olviden supervitaminarse y mineralizarse" o se hubieran tirado de cabeza a Change.org denunciando que hacía apología de las drogas sintéticas? Nunca lo sabremos.

Los Supersónicos, de Hannah Barbera, además de ser unos visionarios en muchas otras cosas como los televisores curvos o los robots que limpian, también fueron los precursores de las impresoras de comida en 3D: cada día le daban a una máquina instrucciones sobre lo que querían comer y ella, en pocos segundos, les generaba un humeante plato de pasta con albóndigas, tortitas, pizza o lo que procediera.

No podemos terminar este apartado sin hacer una mención a las pócimas que bebían en las películas de Asterix y Obélix, preparadas por el druida Panorámix. Unos brebajes mágicos que convirtieron al pequeño Astérix en una suerte de mutante, y de paso hicieron que toda una generación utilizara la expresión "de pequeño se cayó en la marmita" como una manera sutil de decir que alguien tenía la quijotera ligeramente acelerada.

Si te caes, te quedas
Si te caes, te quedasGOSCINNI/UDERZO

Los de ahora

Es posible que si no tenéis hijos no conozcáis esa maravilla llamada Somos osos, que cuenta las aventuras de tres osos –oh, sorpresa–, Polar, Pardo y Panda, unos despiporrantes hermanos cuyo sustento principal son las muestras gratuitas de productos que ofrecen en su supermercado de cabecera. También Sanjay y Craig, un combo de risa formado por una serpiente que habla y un adolescente rebosante de buenas ideas que no sabe lo que significa 'imposible', se vuelven locos intentando conseguir gratis las alitas picantes del bar Frycade.

Los protagonistas de Hora de Aventuras, la serie creada por Pendleton Ward –que, por cierto, parece familiar de George RR Martin, creador de Juego de Tronos–  se curran muchísimo el tema de la comida. Aunque en su momento ya les dedicamos un post entero y os enseñamos a preparar sus espaguetis con albóndigas, no está de más recordar el momento favorito de los Comidistitas: su desayuno de tortitas con bacon frito.

"Cojo el bacon y lo frío un poquito..."
"Cojo el bacon y lo frío un poquito..."GIPHY.COM

Los japoneses

Como en casi todo lo demás, los japoneses son un mundo aparte a la hora de tratar la comida en sus series y películas de animación. A estas alturas, somos pocos los que no asociamos a Doraemon y sus Dorayakis rellenos de judía roja dulce, los que desconocen que Shin Chan –el "culito-culito" más visto de la historia de la televisión– odia violentamente el pimiento, o los que no hemos visto a Son Goku ponerse ciego de todo tipo de comida, con especial predilección por los fideos, a la menor ocasión.

Ranma 1/2, el personaje manga capaz de cambiar de sexo a voluntad, adoraba los helados de fruta, aunque por alguna extraña razón debían parecerle poco masculinos y los tomaba solo cuando era una chica. En otra serie japonesa de culto, Sailor Moon, también enloquecen con el aroma de los bento. Es destacable, por escatológico y loco, el caso de Musculman, el antihéroe capaz de abandonar el ring en plena lucha para comerse un estofado de carne (gyuudon), y utilizar los gases que le provocaba el ajo como el propulsor que le permitía volar.

El el otro lado del espectro encontramos la fascinante belleza de la comida que aparece en las películas del Studio Ghibli: el salmón con bechamel de Porco Rosso(1992), los bollos rellenos de carne, la sopa de dumplings gigantes y el pastel esponjoso de El viaje de Chihiro (2001), el desayuno mishmash de La colina de las amapolas (2011), los fastuosos bentos de Mi vecino Totoro (1988), el ramen que devoran Ponyo y Sosuke en Ponyo en el acantilado (2008) o las gachas de arroz de La princesa Mononoke (1997). Platos que dan casi más hambre que la comida real y tienen un papel muy importante en la delicada estética característica de la productora.

Banquete bailante de Ghibli
Banquete bailante de GhibliGIPHY.COM

Un paso más allá va la serie El gran sushi, que directamente pivota alrededor de la comida. Su protagonista es Yôichi Ajiyoshi, un niño prodigio de la cocina al frente del restaurante familiar que se pone en el punto de mira de un importante crítico gastronómico que quiere convertirle en el mejor cocinero de Japón. Si en Benji y Oliver los saltos duraban 20 minutos y unos 30 metros, aquí eran los udon, las sopas y los pastelillos de arroz los que provocaban descargas eléctricas, terremotos y saltos espaciotemporales en los protagonistas.

Los guarretes

Seguramente Homer Simpson sea el mejor ejemplo a no seguir en todos los aspectos de la vida, y la comida no iba a ser menos. Su adicción a las rosquillas es tan legendaria como su pasión por la cerveza Duff, y ambas se han convertido en realidad para alimentar (mal) la mitomanía de los fans de la familia amarilla. Bimbo comercializó los guarridonuts en 2008, y los que quieran probar la cerveza Duff se encontrarán una Pilsen que a mí me pareció demasiado suave (había que probarla, aunque fuera solo por la anécdota).

Otros dibujos que deben tener los triglicéridos clamando por un cubo de Danacol son Leonardo, Donatello, Miguel Ángel y Rafael, también conocidos como Las tortugas ninja: los habitantes más verdes de las cloacas de Nueva York y unos adictos confesos a las pizzas más gorrinas y chorreantes. Cuando en los 90 hicieron la versión cinematográfica de la serie, Pizza Hut y Domino´s se enzarzaron en una batalla por ser sus distribuidores oficiales en la gran pantalla: con muchísimo dinero de por medio, los segundos se quedaron con la película y los primeros con los videojuegos y otros productos menores.

Las hamburguesas son una obsesión bastante habitual de los personajes animados. El eterno antagonista de Popeye, Pilón, las consumía en cantidades industriales, Scooby-Doo & Shaggy se vuelven locos por ellas –y por los emparedados de mil pisos, y las galletas: vamos, que eran bastante gochos en general– y Bob Esponja y todos los habitantes de Fondo de Bikini se pirran por las Cangreburgers del Crustáceo Crujiente.

No es que creamos que una buena lasaña sea una cerdada: en este caso la guarrería está en el uso que Garfield le daba a tan respetable plato italiano: meterse directamente de cabeza en la bandeja para zampársela desde dentro y de manera expansiva. Tampoco gestionaba mucho mejor su obsesión por el pollo asado, manjar que le hemos visto fagocitar, como lo haría una ameba, de un solo mordisco.

Moderación, Garfield, moderación
Moderación, Garfield, moderaciónGIPHY.COM

El sanote

Posiblemente la superfuerza que le daban las espinacas a Popeye ha hecho más porque un par de generaciones se las zamparan que los chantajes, las amenazas y el clásico “pues hasta que no te las acabes no te levantas de la mesa”. El personaje fue creado exprofeso para disminuir la anemia durante los años treinta gracias al consumo de esta verdura, pero todo fue fruto de un error al traducir el estudio sobre las espinacas del científico alemán E. Von Wolf publicado en 1870: una coma mal puesta multiplicó por 10 su aporte de hierro.

Pues las espinacas no eran...
Pues las espinacas no eran...GIPHY.COM

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