El Catalatas: “Me dicen hace diez años que una almeja caducada es mejor que una nueva y digo ‘¿qué te has fumado?’. Pero es cierto”
Carlos Álvaro está detrás de El Catalatas, un perfil de Instagram dedicado en cuerpo y alma a las conservas, que siguen desde Alejandro Sanz a José Andrés. En su casa, atesora una colección de más de 500 latas

Su biografía de Instagram asegura que podría sobrevivir a un invierno nuclear por la cantidad de conservas que atesora, pero además de la labor social que realiza contando cuáles merece la pena guardar en un búnker por si llega el apocalipsis —y, mientras tanto, cuáles son perfectas para el aperitivo del domingo—, Carlos Álvaro, alias “El Catalatas”, se ha hecho un nombre en las redes sociales dando su opinión sobre productos enlatados de todo tipo. Su afición le ha llevado a coleccionarlos y a aprender, entre otras cosas, el valor gastronómico que puede tener una almeja caducada.
Madrileño de nacimiento, Carlos Álvaro creció en Mallorca y, durante años, se dedicó al sector del turismo trabajando en la empresa familiar, que cerró en 2012. Fue entonces cuando dio un giro a su vida y decidió hacerse actor. Se mudó a Madrid y trabajó haciendo doblaje, teatro, publicidad y televisión. Ya de vuelta en la isla, con la llegada de la covid, perdió el empleo y volvió a cambiar de rumbo: ahora es director comercial de una compañía que nada tiene que ver con el turismo y combina su trabajo de oficina con la prescripción de conservas en Instagram, donde actualmente acumula 248.000 seguidores.
Pero la génesis de El Catalatas no está en las latas, sino en el whisky. “Soy un ávido coleccionista de esta bebida y mi idea era hacer esto que hago ahora, pero en YouTube y con botellas de whisky. Estuve a punto de empezar, pero no lo hice. Y en 2015 leí un artículo de José Carlos Capel en EL PAÍS en el que decía que las sardinas en lata mejoran con el tiempo como el vino en la botella. Me pareció una movida tan decadente, que dije ‘esto es lo mío’. Ese mismo día, me fui a El Corte Inglés de Méndez Álvaro a comprar un cangilón de latas”.
Desde entonces, comenzó a guardar conservas y a dejar que “maduraran” para degustarlas años después, pasada su fecha de caducidad. Así de primeras, una almeja caducada no suena a delicatessen, pero tal y como explica Carlos, “las latas no caducan porque están esterilizadas y cerradas herméticamente, no hay putrefacción. Con el paso del tiempo, el líquido que cubre las almejas se convierte en gelatina y adquieren otra textura. Es una locura”. Lo mismo ocurre, por ejemplo, con las sardinas. “Se empieza a mezclar la grasa del pescado con el aceite y la carne se vuelve mantequillosa, jugosísima. No conozco a nadie que lo haya probado y no le haya parecido algo sorprendente y exquisito”. Álvaro recuerda, eso sí, que hay que hacerlo siempre con conservas de muy alta calidad —“la sardina tiene que ser buena y elaborada en fresco, porque si es congelada, lo que vas a tener cuando pase el tiempo es una mierda congelada con diez años”— y comprobando que la lata no esté abollada ni haya acumulado gas. “Si no hay aire dentro, eso es casi eterno”, asegura, aunque entiende los prejuicios a la hora de comer algo cuya fecha de caducidad pertenece a otra década. “A mí me dicen hace diez años que una almeja caducada es mejor que una nueva y digo ‘¿qué te has fumado?’. Pero es cierto”.

En su colección, que ahora mismo supera las 500 latas, tiene auténticas joyas que pueden llegar a valer mucho dinero. “En Francia pagan bastante por latas caducadas de buenas conserveras, aunque yo las tengo para mí, nunca he vendido ninguna”. Entre las más antiguas, tiene una de Cuca envasada en 1997, que caducó en 2002. “Estaba vivo George Harrison, Nelson Mandela, Michael Jackson… Esa lata la reservo para una ocasión especial”. No todas las tiene a la vista, la mayor parte están en cajas separadas por años en lo alto de un armario. Las va sacando cuando considera que han alcanzado el nivel óptimo de maduración. Antes de guardarlas, señala el día en que las ha comprado y cada seis meses les va dando la vuelta para que el aceite se impregne bien en todo el producto. “Tienen que ser conservas en aceite, nada de escabeche ni tomate. Y cuando son de pescado, siempre pescado azul —sardinas, ventresca de bonito, caballa—, y que sea un buen producto”. A esas hay que sumar las que le envían las marcas y las que compra para catar y comer en el día a día. “Entre las latas y el whisky, te aseguro que si viene un apocalipsis zombi, mi casa es el lugar donde se sobrevive”.
En España tenemos las mejores conservas del mundoCarlos Álvaro, El Catalatas
El perfil de Instagram lo abrió en 2021, aunque fue el año pasado cuando los seguidores comenzaron a subir como la espuma. Su intención al crear El Catalatas no era otra que dar a conocer las conservas españolas y ponerlas “donde tienen que estar”, que dejáramos de verlas solo como comida de supervivencia o como algo a lo que recurrimos cuando nos da pereza cocinar, que fuéramos conscientes de que existen “verdaderos manjares en conserva”. “También quería contarle a la gente por qué puedes encontrar una lata de mejillones de un euro y medio y otra de 20, explicar que hay que fijarse en el origen, la especie, el tamaño y valorar el trabajo que se ha puesto en esa lata”. Defiende con orgullo el producto nacional y afirma rotundo que “en España tenemos las mejores conservas del mundo y tenemos que creérnoslo. Otros países como Francia y Portugal también tienen mucha calidad, pero aquí tenemos una oferta y una variedad que no tienen en ninguna otra parte”.
Las conserveras agradecen su labor, porque ha puesto en el radar a muchas de ellas y se dedica a divulgar el valor de lo que hacen. Eso sí, asegura que es totalmente honesto en sus reseñas. “Yo siempre les digo lo mismo: cato lo que me enviéis, si queréis una buena cata, enviadme un buen producto”. Más allá de las latas que le mandan, Carlos prueba mucho producto que cualquiera puede encontrar en el supermercado, y esa labor es, en gran medida, la que más agradece la gente. “Los miércoles suelo publicar catas de latas de marca blanca, que gustan mucho, porque son productos más accesibles y conocidos”.
Dejando de lado el factor precio —”en el mundo de las conservas, más caro suele ser sinónimo de mejor”—, para elegir una buena lata Carlos incide en que nos fijemos en el origen y la zona de captura, en que sea producto español y que conste en la etiqueta, y que el producto esté bien tratado. “La primera emoción que tenemos al comer una conserva es al abrirla y si lo que vemos nos gusta, nuestra predisposición siempre va a ser mejor. Hay mucha diferencia entre abrir una lata de una buena sardinilla, refulgente y plateada, y abrir una con un producto machacado que parece comida para perros”.

Llorar con una lata de sardinas con tomate
El Catalatas está convencido de que hay un factor emocional muy poderoso en las conservas, a lo que contribuye (y mucho) la forma en la que narra sus vídeos, que comienzan siempre con un ya célebre “queridos lateros”. De hecho, el número de seguidores de su perfil se disparó cuando empezó a subir reels y a ponerles voz. Ahí, su formación como actor y doblador sale a relucir y aporta al contenido un extra de calidad, emoción y, por qué no decirlo, un punto relajante. “Hace unas semanas, subí un vídeo de una lata de sardinas con tomate de Cuca, un clásico de toda la vida, y me escribieron varias personas para darme las gracias y decirme que habían llorado porque se habían acordado de sus padres o de su abuela. Entonces descubrí que, aparte del valor divulgativo que pueda tener este perfil, la voz y la forma de contarlo es clave. Si alguien es capaz de llorar viendo un reel de una lata de sardinas con tomate, no es la lata, es el relato”. En su opinión, las latas tienen también un cierto aire nostálgico, nos recuerdan a la infancia, a momentos agradables que hemos compartido con personas cercanas, y les otorga incluso la capacidad de poner de acuerdo al país entero: “Las latas consiguen lo que no ha conseguido ni el himno de España, ni la Constitución, ni los políticos, que es gustarnos a todos”.
Además, en el perfil de El Catalatas podemos encontrar ideas para introducir las conservas en nuestras recetas. “Los espaguetis con berberechos, por ejemplo, son algo absolutamente delicioso. ¿Y hay algo más rico que una ensalada de tomate con cebolleta, aceitunas rellenas de anchoa, piparras y un bonito en escabeche? Es que se abre el cielo, baja Dios y te dice ‘dame un poco de esto, por favor”. Incluso la famosa combinación popularizada en todo el mundo por José Andrés —que, por cierto, sigue su perfil, junto a otras celebridades como Alejandro Sanz— de mejillones con patatas fritas es una manera fácil y rápida de elevar un aperitivo. “No hace falta complicarse. Es sencillo, sano, nutritivo y muchas veces barato también”.
De Instagram a la venta online
Próximamente, Carlos dará el salto a crear su propia tienda online de conservas, elcatalatas.com. Su aliado en esta aventura es Cristóbal Fernández, de La Curiosa y Conservas Luliña, que le insistió mucho para que pusiera en marcha este proyecto. “Me decía que, cada vez que sacaba una lata de sus mejillones diciendo que estaban buenos, el lunes cuando llegaba a la oficina, los mejillones se habían acabado. Él tiene la logística y yo tengo el público potencial, porque la gente que me sigue es, ante todo, gente a la que le gustan las latas”. Comenzarán con una selección de 12 o 15 marcas españolas y, poco a poco, irán añadiendo más referencias, también portuguesas y francesas. “Queremos crear la mejor tienda de conservas de este país. Yo seguiré haciendo lo mismo y me lo quiero seguir tomando como un hobby, pero lo que empezó como una broma, ahora puede convertirse también en una ocupación muy guay”, concluye El Catalatas.
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