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Hidrógeno verde, la molécula clave para la descarbonización

Los grandes grupos energéticos ven en este vector un complemento básico para los esfuerzos de la electrificación sustentable

Planta de ciclo combinado de Bizkaia Energía en Amorebieta (País Vasco). Es la primera de su tipo destinada a producir energía a partir de hidrógeno verde en España.
Planta de ciclo combinado de Bizkaia Energía en Amorebieta (País Vasco). Es la primera de su tipo destinada a producir energía a partir de hidrógeno verde en España.
Leandro Hernández

El coste de la transición verde es central para alcanzar la descarbonización del sector privado, atento a no afectar sus márgenes de ganancia. La acelerada caída del precio del hidrógeno verde es una buena noticia para que los ambiciosos planes europeos se cumplan. Los analistas de BloombergNEF estiman que en 2030 la producción de este vector energético en España será un 18% más barato que seguir explotando su variante gris, o sucia, proveniente del gas natural y muy utilizada en la industria pesada.

“El hidrógeno está aquí para quedarse”, asegura Emma Nogueira, directora de estrategia y nuevo negocio de Bosch en España y Portugal. El gigante alemán desarrolla soluciones para sus clientes industriales y domésticos, como calderas, sistemas de inyección directa y tecnologías de suministro como hidrolineras. “Las empresas llevamos más de 10 años desarrollando la tecnología, que ya está en etapa precomercial y es viable técnicamente”, afirma Nogueira.

La euforia ante la proximidad de la etapa comercial ha llevado a las inversiones locales en proyectos de hidrógeno a anunciar un total de 21.000 millones de euros, según la Asociación Española del Hidrógeno (AEH2). Esto sitúa a España solo detrás de Estados Unidos en cuanto a captación de proyectos. La actualización de la estrategia local de energía y clima (PNIEC) confirma las expectativas privadas al triplicar en solo dos años la potencia de electrolizadores en funcionamiento para el año 2030.

A medida que las soluciones se despliegan entre las industrias y los hogares, los grandes operadores energéticos reafirman su apuesta. “En España tenemos una oportunidad histórica por nuestra gran capacidad de generación de energía renovable. Esta es la base para desarrollar también toda la cadena de valor”, resalta Ibán Molina, director de hidrógeno verde en España de Iberdrola. Con su planta de Puertollano, la mayor para uso industrial en Europa, la energética se posiciona junto con otras grandes iniciativas como el valle andaluz del hidrógeno presentado por Cepsa, con una inversión de 5.000 millones, o el consorcio Shyne, liderado por Repsol, que prevé movilizar otros 3.230 millones.

Separar la publicidad de los proyectos en marcha es una de las intenciones de los grandes actores en la carrera del hidrógeno, que está plagada de anuncios que no terminan en más que buenas intenciones. Hasta comienzos de año, en Europa se anunciaron proyectos por 107.000 millones vinculados a este combustible y solo un 5% avanzan de manera efectiva. De acuerdo con datos de Bloomberg, este porcentaje se limita al 3% en el caso de España.

Proyectos con dificultades

Las empresas intentan, más allá de mencionar las dificultades a la hora de recibir ayudas públicas y la lenta implementación del Banco Europeo del Hidrógeno, resaltar ejemplos fáciles de entender. Por ejemplo, Iberdrola destaca el uso de este vector energético que ya impulsa a un puñado de autobuses interurbanos en Barcelona. Desde 2022, la energética opera la primera hidrogenera de uso público y comercial en la Zona Franca, que sirve para repostar las unidades gestionadas por Transportes Metropolitanos de Barcelona (TMB). En el futuro, podrán sumarse otras firmas de transporte y logísticas.

Por su parte, Bosch es parte de un proyecto pionero en Escocia que busca que 300 viviendas instalen calderas y cocinas de hidrógeno, como una alternativa al gas natural en su uso doméstico. En España, el fabricante alemán ya ofrece calderas para sus clientes industriales capaces de funcionar inicialmente con gas natural y, posteriormente, convertirse al hidrógeno cuando la infraestructura esté disponible. En tan solo una hora, los instaladores podrían convertir los artefactos con solo cambiar un quemador. Sin embargo, muchos de los avances aún son lentos. La hoja de ruta del hidrógeno renovable en España contempla el desarrollo de una red de hasta 150 hidrogeneras de acceso público en 2030. Sin embargo, de acuerdo a datos de Gasnam, la patronal del gas natural vehicular, solo hay 20 actualmente operativas entre iniciativas públicas y privadas.

A esto se suman otros proyectos que permanecen invisibles para el gran público. Enagás presentó a comienzos de año un proyecto para desplegar 3.800 kilómetros en tubos de hidrógeno. Y el interés, aunque incipiente, existe: el operador recibió al menos 250 solicitudes de proyectos de conexión de hidrógeno verde, según datos de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia. Por su parte, a comienzos de mes, Repsol arrancó en el país su producción de hidrógeno verde y a la vez Nortegas inauguró el primer hidroducto en España, que permite unir una refinería de Petronor con el parque tecnológico de Abanto, en Euskadi.

Convivencia tecnológica

La incógnita aún es de qué manera los avances en materia de hidrógeno van a convivir con otras tecnologías. “Si queremos que los objetivos de descarbonización se cumplan, no podemos depender de un solo esfuerzo”, explica Juan Villar, director general de distribución de gas de Nortegas. Desde el segundo mayor operador gasista local ejemplifican los límites de la electrificación: el 70% de los hogares españoles presentan condiciones difíciles para instalar bombas de calor, una de las soluciones estrella a la hora de descarbonizar el consumo doméstico. La compañía destaca la relevancia del blending, que consiste en mezclar hidrógeno verde con gas natural. “Una cuota del 15% de hidrógeno podría descarbonizar dos millones y medio de toneladas de CO2, lo que equivale al consumo de un tercio de los usuarios domésticos de gas en España”, apunta Villar.

En cuanto a las grandes industrias, se trata de “ofrecer la mejor opción”, destacan en Iberdrola. Por ejemplo, los sectores de la cerámica y el acero presentan retos para una total electrificación, mientras que los transportes aéreo y marítimo también buscan alternativas para ser más verdes. “Vemos complementariedad y no competencia. La convivencia de soluciones es posible y se trata de trabajar para conseguir los objetivos hacia 2050″, afirma Molina. “Necesitamos un sistema eléctrico robusto y fiable, y el hidrógeno va a apoyar esta seguridad”, resume Nogueira, que apunta que los próximos años serán clave para encontrar el balance exacto entre la oferta y la demanda, variables que aún son materia de especulación.

Pese a los factores aún bajo análisis, los expertos coinciden en que no se trata de una promesa, sino de una realidad. Sin embargo, ponen paños fríos sobre las promesas de grandes ayudas oficiales o de la existencia de una fórmula única que permita un camino verde sin contratiempos. La respuesta, afirman, está en el trabajo con cada tipo de cliente y encontrar el traje a medida para sus necesidades.

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Sobre la firma

Leandro Hernández
Periodista económico. Interesado en entender más de criptoactivos, transformación digital y energía. Se incorporó a este periódico en 2022 después de haber trabajado en diferentes países de América Latina y en Estados Unidos. Estudió Relaciones Internacionales en la Universidad Torcuato Di Tella (Argentina), y el Máster de Periodismo UAM-El País.

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