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Nueva York vuelve a sus orígenes: la pasarela también puede ser espontánea y realista

La semana de la moda de la ciudad intenta devolver los valores tradicionales al diseño norteamericano con prendas prácticas pensadas para ser llevadas. La funcionalidad actual se refleja en los discursos de Palomo Spain, Anna Sui y Elena Velez

Semana moda NY
Una modelo desfila para Elena Velez en la semana de la moda de Nueva York, el 13 de febrero de 2023.ED JONES (AFP)

Es curioso comprobar cómo en la era de la interconexión y la inmediatez las grandes capitales de la moda siguen condensando en sus respectivas semanas de desfiles algo así como una marca nacional que exportar al mundo. Aunque lleva algunos años a nuevas firmas de autor, París sigue siendo la cuna del lujo en su sentido más tradicional, Londres la incubadora del diseño de vanguardia, Milán el punto en el que convergen moda y manufactura y Nueva York algo así como el centro de lo que hace un siglo se llamaba sportswear, es decir, prendas en las que primaban la comodidad y el realismo; una idea que, bien gestionada, encumbró a nombres tan dispares como Claire McCardell, Donna Karan, Ralph Lauren o Diane von Furstenberg y que hoy, cuando la ciudad norteamericana intenta recuperar su relevancia en el calendario de la moda global, parece haber vuelto con fuerza. Porque en esta semana de desfiles, que empezaron el pasado viernes y finalizarán el próximo jueves, la mayor parte de las firmas implicadas han dejado de lado lo espectacular y sus aspiraciones de ser virales en redes para centrarse en colecciones pensadas para ser llevadas y en prendas para ser vividas.

Collina Strada, la firma que abrió el calendario y que se hizo famosa en plena pandemia por sus diseños coloristas y naíf, presentó una colección titulada No te comas a mis amigos, un alegato en favor del veganismo en la que amigos de la diseñadora de la enseña, Hillary Taymour, aparecían ataviados con narices de cerdo y orejas de conejo. Sin embargo, bajo los disfraces las prendas eran mucho más accesibles de lo habitual: vestidos básicos de satén, pantalones anchos de pinzas, jerséis de lana o chaquetas de cuadros se superponían evocando la aparente espontaneidad del grunge, la gran tendencia–revival de este año. De hecho, los reyes del llamado “grunge de pasarela”, Marc Jacobs y Anna Sui, regresaron después de varias temporadas a la pasarela neoyorquina. El primero, con una colección fuera de calendario, el pasado 2 de febrero, con una colección homenaje a la recientemente fallecida Vivienne Westwood, una de sus mayores influencias; la segunda, rescatando literalmente del armario algunos de sus éxitos de los noventa, como sus gorros de crochet o los vestidos de corte infantil y colores pastel que durante tanto tiempo definieron la imagen de estrellas como Courtney Love.

El armario, literal y metafórico, fue el leit motiv de la propuesta de Palomo Spain en su regreso a Nueva York. Una magnífica colección titulada The Closet que reflexionaba sobre el acto emocional de las prendas, ese momento en que Alejandro Palomo, de niño, rebuscaba entre pañuelos de seda, toallas, mantas para vestirse en un mundo imaginario en el que las barreras indumentarias de género no existían.

Tres modelos con diseños de Palomo Spain en Nueva York, el 13 de febrero de 2023.
Tres modelos con diseños de Palomo Spain en Nueva York, el 13 de febrero de 2023.ANDREA RENAULT (AFP)

Su propuesta, mucho menos preciosista y más casual de lo habitual, tiene sin embargo una enorme potencia simbólica y conceptual; es, en definitiva, algo parecido al grado cero de la moda como motor expresivo, donde la espontaneidad y la propia biografía priman por encima de cualquier otro elemento. De una forma mucho más modesta pero con una misión similar, Batsheva Hay, la diseñadora que ha convertido en moderna la indumentaria ortodoxa, orquestó una presentación en el que distintas mujeres escogidas al azar se probaban sus diseños por primera vez y transmitían, para bien o para mal, lo que veían ante el espejo.

En el fondo es tan realista basar el discurso en combinaciones espontáneas y autobiográficas como diseñar básicos pensados para llevar a diario. Eso es lo que hizo precisamente el dúo Proenza Schouler justo cuando se cumplen 20 años de su primera colección, en un desfile que abría una de las primeras celebridades en apostar por ellos, Chloe Sevigny, que también ponía la voz a la banda sonora del show, una especie de monólogo interior escrito por Otessa Moshfegh. Esa fue, sin embargo, la única concesión literal a sus dos décadas de historia. Desde la pandemia, Proenza Schouler, que casi siempre ha sido sinónimo de prendas fáciles de usar, ha doblado su apuesta por la sastrería e incluso por el fondo de armario: trajes sastre, jerséis de cachemir, vestidos negros de cuero de cortes pensados al milímetro pero sin los juegos de color que encumbraron al dúo hace una década.

Chloë Sevigny abre el desfile de Proenza Schouler en Nueva York, el 11 de febrero de 2023.
Chloë Sevigny abre el desfile de Proenza Schouler en Nueva York, el 11 de febrero de 2023.Arturo Holmes (Getty Images for NYFW: The Shows)

Oscura y real son también las dos palabras que definen la propuesta de Khaité, la marca de básicos de lujo heredera del Celine de Phoebe Philo que ostenta el lugar de firma de culto desde hace tres años. Catherine Holstein, su creadora, decidió trasladar su desfile a su primera tienda, en pleno Soho, con una presentación discreta y reducida en la que demostró que su talento reside en crear piezas de patrones perfectos con materiales exclusivos para ese reducido público que se puede permitir consumir lujo discreto.

La emperatriz Sissi, es decir, algo en las antípodas de lo discreto, fue el punto de partida de Wes Gordon, director artístico de Carolina Herrera, que quiso reflexionar sobre qué significa hoy la opulencia. “Abrazar la belleza y el dramatismo sin culpa”, comenta el diseñador en las notas que precedieron al show. Opulencia en los volúmenes, los tejidos, los acabados y los atrevidos juegos cromáticos, pero también en prendas como una aparentemente sencilla camisa blanca (quizá la pieza más emblemática de la casa) o una chaqueta con capucha que han sido confeccionadas casi enteramente a mano tras largas horas de taller. Gordon no apela a la sutileza, pero sí de algún modo a la conexión emocional que se establece con ciertas prendas y, sobre todo, al optimismo que infunden en quien las lleva.

Varios diseños de Wes Gordon en Carolina Herrera, en Nueva York, el 13 de febrero de 2023.
Varios diseños de Wes Gordon en Carolina Herrera, en Nueva York, el 13 de febrero de 2023.Bebeto Matthews (AP)

Otra emoción muy distinta pero muy necesaria, la de la agresividad femenina, da sentido al trabajo de la diseñadora de Milwaukee Elena Velez, que acaba de ganar el premio del consejo de diseñadores norteamericanos (CFDA) a la mejor diseñadora emergente. El mismo premio que una de sus modelos llevaba casi como arma arrojadiza. Solo hace falta leer entre líneas. Sus prendas de punto deshilachado y algodón desteñidos, sus piezas inspiradas en los monos de trabajo antiguos, sus vestidos descuidadamente encorsetados... Todo en Velez está pensado para desconcertar, pero también para usar, lo que la convierte en una de las diseñadoras más interesantes del panorama.

Luar, la firma del dominicano Raúl López, quien fuera parte integrante del colectivo Hood by Air, cerrará sorprendentemente la semana de la moda mañana miércoles, un lugar que siempre se ha reservado a diseñadores consolidados: primero a Marc Jacobs, que se apeó del calendario oficial antes de la pandemia; y después a Tom Ford, que vendió hace unos meses su marca al gigante cosmético Estée Lauder. El hecho de que sea un diseñador de ascendencia latina el nuevo encargado de hacerlo y que, además, sea el creador de una firma con precios asequibles (su bolso Ana, que cuesta entre 200 y 300 euros, se ha convertido en la sensación viral del año) dice mucho de los nuevos derroteros que quiere tomar el Consejo de diseñadores americanos y Thom Browne, su nuevo presidente: recuperar los valores realistas y funcionales de la moda norteamericana pero hacerlo desde la realidad misma, es decir, desde la diversidad.


CH -

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