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Estée Lauder compra Tom Ford por 2.800 millones de dólares, la mayor operación del año en el sector del lujo

El acuerdo se produce cuando las marcas de alta gama buscan vías alternativas al mercado chino, paralizado por las interrupciones de la covid

María Antonia Sánchez-Vallejo
Estée Lauder Tom Ford
El diseñador y cineasta Tom Ford, en una gala en noviembre de 2021 en Nueva York.Evan Agostini (Invision)

Tom Ford, el exquisito diseñador estadounidense reconvertido en cineasta, tendrá a partir de ahora más tiempo y dinero para imaginar y producir historias. La firma Estée Lauder, buque insignia de la cosmética mundial, ha acordado la compra de la marca Tom Ford por 2.800 millones de dólares, en la mayor operación de su historia, que también consolida un acuerdo de licencia previo para las fragancias y el maquillaje del diseñador. Con la adquisición, Estée Lauder confirma la asociación que ha mantenido con las líneas de maquillaje y fragancias de Tom Ford desde 2005. Se trata de la operación más cara en el sector en lo que va de año.

Ajeno a turbulencias económicas, el sector del lujo global se reconfigura a golpe de grandes cifras. Estée Lauder, la segunda compañía de cosméticos y fragancias más importante del mundo tras la francesa L’Oreal, pagará unos 2.300 millones de dólares por la marca del diseñador y cineasta, financiados con efectivo, deuda y 300 millones en pagos diferidos, mientras que los 250 millones restantes procederán de la alemana Marcolin, también del sector del lujo. A su vez, Tom Ford ampliará su licencia a largo plazo para la moda masculina y femenina, así como para los accesorios y la ropa interior, a su actual socio Ermenegildo Zegna.

El ya milmillonario Ford, fundador homónimo de la marca y que a finales de la década de 2000 emprendió “el mayor desafío” de su vida al desembarcar en el cine como realizador, se desempeñará como supervisor creativo tras el cierre de la operación y hasta finales de 2023, mientras que el presidente Domenico De Sole, que en su día lo fuera de Gucci, permanecerá como consultor hasta entonces.

Los ejecutivos de Estée Lauder, fundada hace casi 80 años en Nueva York, han informado de que el actual acuerdo de licencia con Tom Ford genera cerca de 1.000 millones de dólares de ingresos para la compañía al año, y que expira en 2030. En ese momento, los términos de la relación tendrían que renegociarse, un riesgo para Estée Lauder dada la tendencia a la concentración del sector. El acuerdo se produce en un momento en el que las marcas de alta gama buscan nuevas vías de crecimiento, ya que el negocio en China -que antes era el motor de las marcas de lujo, con Rusia en segundo plano- se ha vuelto más difícil debido a las restricciones de la pandemia y, en el caso ruso, por las sanciones derivadas de la guerra de Ucrania.

El anuncio se produce después de que Bloomberg News informara en julio de que Tom Ford estaba explorando una posible venta. El poderoso grupo francés Kering, propietario de las principales marcas de lujo del mundo y que desde hace tiempo había manifestado su interés en realizar una operación de transformación, también ha mantenido conversaciones para adquirir Tom Ford, según fuentes familiarizadas con la negociación. Un representante de Kering, que pertenece al multimillonario François-Henri Pinault, declinó hacer comentarios.

Un sector en pocas manos

El heredero de Estée Lauder, Ronald Lauder, de 78 años e hijo de la fundadora, se ha convertido sorpresivamente en un factor clave de la vida política neoyorquina, al apoyar con 11 millones de dólares la carrera del candidato republicano a gobernador del Estado, Lee Zeldin, derrotado por escaso margen por la demócrata Kathy Hochul. La ciudad de Nueva York es también domicilio habitual de Pinault, que a través de Kering posee la prestigiosa casa de subastas Christie’s. La semana pasada, Christie’s vendió la colección de arte de Paul G. Allen, cofundador de Microsoft, por 1.600 millones de dólares, batiendo todos los récords del mercado del arte.

En Nueva York, y en las subastas, es habitual ver al también coleccionista Ford, un apreciable cineasta que ha sabido trasladar al celuloide la elegancia refinada de sus diseños, y no solo en la decoración o el vestuario de las cintas, como demuestran sus dos películas, Un hombre solo y Animales nocturnos. Ford ha ejercido como presidente del poderoso Consejo de Diseñadores de América y contribuye con sus diseños en ocasiones especiales, como una de las escenas que dieron forma a la última gran exposición anual de moda del Museo Metropolitano de Nueva York. Para cerrar el círculo del venturoso matrimonio de conveniencia entre glamur, economía y arte, Gucci, la firma italiana que protagonizó uno de los títulos de la pasada temporada cinematográfica, también pertenece al holding Kering de Pinault: el propio Ford fue una pieza clave en el juego de tronos entre los empresarios Bernard Arnault y François Pinault, los dos factótums del lujo global, por hacerse con el control de la casa italiana. Un mercado exclusivo concentrado en pocas manos, en el que Ford tendrá a partir de ahora las suyas libres para crear en el ámbito que desee.

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