Los mayores de 60 comienzan una nueva revolución sexual
La vida sexual no debería tener fecha de cierre aunque se vaya modificando por los cambios físicos y mentales. . Los nuevos mayores reivindican una manera distinta de envejecer, que comprenda una sexualidad mantenida a lo largo de toda la vida
Hay muchas revoluciones sexuales pendientes. Y una de ellas es la que ya apuntaba un artículo de la revista Social Science & Medicine, de 2022, titulado La sexualidad en el envejecimiento: ¿Ha llegado el momento de una nueva revolución sexual?. “Lo sexy podría redefinirse como alguien seguro de sí mismo, auténtico y satisfecho; y dejar de limitarse a ser joven, estar físicamente en forma o ser atractivo”, se argumentaba en el texto. “Aunque promover una actitud positiva hacia el sexo, centrada en el placer a lo largo de la vida, puede ir en contra de las normas culturales predominantes, el impacto positivo para las personas y la salud pública sugiere una conclusión audaz: es hora de una nueva revolución sexual”, añadía.
El cambio ya se está fraguando en silencio, en las alcobas de muchos mayores que continúan con su actividad sexual de manera discreta para no ser tachados con los adjetivos que se reservan a los que mantienen el interés en el sexo a pesar de los años: “viejo verde” o “vieja loca”. La sociedad, tan permisiva para ciertos asuntos, aún no ha dado permiso para estas licencias. Algo patente en la política de las residencias de ancianos o en el recelo de aquellos hijos y nietos que no ven con muy buenos ojos los ligues del abuelo/a.
El estudio sueco Cross-Sectional Study of Sexual Activity and Satisfaction Among Older Adult’s ≥ 60 Years of Age (Estudio transversal de la actividad y satisfacción sexual en adultos mayores de 60 años o más, en español), realizado en 2020, pone de relieve algunos datos interesantes —aunque relativos a ese país—. El 46% de los mayores de 60 años son sexualmente activos. Dentro de este porcentaje, los hombres mantienen más la actividad erótica (55%) que las mujeres (40%). Una de las teorías que maneja esta investigación es que hay más viudas que viudos, aunque también destaca que ellas se declaran más satisfechas con su vida sexual que ellos. Y dentro del grupo de mayores de 90 años, un 10% declara seguir practicando cierta actividad sexual. Otro estudio centrado en el mismo tema y llevado a cabo conjuntamente en Noruega, Dinamarca, Bélgica y Portugal (Envejecimiento exitoso y cambios en el interés y el disfrute sexual entre hombres y mujeres europeos mayores) subraya la relación entre mantener cierta actividad sexual en edades avanzadas y el nivel de salud física y mental de los individuos.
Sin embargo, a pesar de los estudios, casi ningún médico de cabecera interroga sobre la vida íntima a sus pacientes más mayores. Se da por hecho que no existe y, si la hubiera, entra en el ámbito de lo privado y secreto, a pesar de que ciertas disfunciones sexuales pueden ser indicadores de problemas graves de salud.
Pero las cosas empiezan a tomar otro rumbo. Tal y como apunta Santiago Frago, sexólogo y codirector del Instituto Amaltea de Sexología y Psicoterapia, en Zaragoza: “Cuando pusimos en marcha este consultorio, el 50% de los que venían eran parejas, luego hombres y las que menos acudían eran las mujeres”, subraya quien también coordina, desde 2007 y con la colaboración del Ayuntamiento, una consulta de sexología y temas de pareja para mayores de 60 años. “En 18 años las cosas han variado mucho. La gente mayor, en gran medida, goza de buena salud y se va de vacaciones. Ya no hipotecan el resto de su vida para dedicarse, exclusivamente, a cuidar a los nietos y se permiten tener deseo y relaciones sexuales”.
El sexólgo también señala los temas que más tratan en consulta: “Son, por este orden: conflictos de pareja, problemas de erección relacionados con la edad, enfermedades o toma de fármacos; desajustes en el deseo, dificultades sexuales en la mujer, problemas de eyaculación, miedos entorno al sexo (infartos y problemas de salud) y hombres (mujeres aquí hay muy pocas) con dudas acerca de su identidad de género u orientación sexual”.
Una nueva etapa entre la madurez y la vejez
Las jornadas sobre Madurez, Bienestar, Salud y Placer, que convocó la Federación Española de Sociedades de Sexología (FESS) el pasado noviembre, abordaron este asunto desde diferentes perspectivas, aunque todas coincidían en la idea de que la madurez debería ir robando años a la vejez.
Marina, de 63 años, con residencia en Madrid, reconoce en una conversación con EL PAÍS que está viviendo la mejor etapa sexual de su vida. “La década de los 50 fue muy tumultuosa para mí, me divorcié y viví una menopausia difícil. Una montaña rusa sin fecha de caducidad”, cuenta esta maestra prejubilada. “Con los 60 llegó una etapa más serena, como si mi cuerpo se calmara y, además, conocí a mi actual pareja. Cuando digo que estoy teniendo el mejor sexo de mi vida, pocas personas me creen”, confiesa antes de contar que las preguntas que más le hacen son: “¿Y la sequedad vaginal, los problemas de erección y la edad?”. A lo que ella tiene una respuesta clara: “El deseo lo cura todo. Y la mezcla del deseo, la experiencia y la serenidad de los años, es ya para nota. Claro que la actitud en la cama de una persona de 63 años no es la misma que una de 20, pero yo no volvería atrás, me quedo en este momento de mi vida”.
Sin embargo, ¿dónde está el límite entre la madurez y la vejez? Francisca Molero, ginecóloga, sexóloga, directora del Instituto Iberoamericano de Sexología, cree que “el inicio de la vejez podría situarse en torno a los 80 años. De cualquier modo, la generación de los que están ahora en la década de los 60 no se considera anciana. Es más, queremos reivindicar una nueva manera de envejecer, que todavía no existe y que tenemos que crear, donde la sexualidad tendrá un papel importante”. La también terapeuta de la clínica Máxima (Barcelona) y miembro de la Academia Internacional de Sexología Médica continúa: “Hay que tener en cuenta que los que hoy tienen 60 años formaron parte de una generación que vivió muchos cambios: el feminismo, la libertad sexual, la llegada de la píldora, el divorcio, los cambios políticos y culturales; la universidad, que empezó a estar poblada de mujeres. Esta generación se desarrolló en un ambiente revolucionario y ese afán reivindicativo es una de sus señas de identidad”, afirma la también presidenta de honor de la FESS. “De hecho, muchos de ellos se sienten trasgresores en torno al sexo (como indicaba un estudio), en el sentido que siguen manteniendo relaciones en una sociedad que las penaliza a una edad avanzada”, afirma Molero.
Aunque no siempre es fácil encontrar buena compañía en plena madurez, si el destino la brinda puede suponer un resurgir sexual. “Es probable que, a esas edades, la pareja haya entrado ya en una fase de empobrecimiento de los rituales sexuales”, comienza Antoni Bolinches, psicólogo, sexólogo y filósofo. “Pero la novedad de la aparición de un nuevo sujeto erótico aviva el deseo y crea una plasticidad que activa una nueva dinámica”, sostiene el también autor de numerosos libros sobre la sexualidad y la pareja, como Psicoterapia para el mal de amores (Urano, 2024).
Mujeres empoderadas, hombres vulnerables
Aunque cada caso es un mundo y depende de las circunstancias personales. “A nivel sexual y con la edad, la mujer gana en seguridad en sí misma; mientras el hombre la pierde. Esas mujeres mayores, que hace años no se atrevían a hablar de su intimidad, ahora no tienen pelos en la lengua para explicar sus problemas o preocupaciones eróticas. Son mujeres que han ganado en autonomía (económica, amorosa, erótica), que no quieren poner punto y final a su vida sexual y que exploran el erotismo individual; generalmente, con la ayuda de juguetes”, observa Frago en su consulta para mayores. A lo que el psicólogo añade: “El viejo dicho de que ‘ella accede al sexo para obtener el amor; mientras él accede al amor para obtener el sexo’ se va acabando y la mayoría de las señoras de más de 60, si encuentran pareja, prefieren la modalidad del living apart together [vivir separados pero estar juntos] porque el papel de ama de casa ya lo han probado”, cuenta Frago.
Dentro de las modalidades masculinas de envejecer, la menos exitosa es la que Molero denomina, de manera cariñosa y empática, “la vulnerabilidad del varón maduro”. La sexóloga la explica así: “Se habla mucho de la menopausia, especialmente en los últimos años, pero muy poco de los cambios que sufren los hombres con la edad en el ámbito sexual. Ellos no tienen servicios especializados, ni soluciones efectivas, ni se les aborda de una manera integral, son solo pene y próstata. Con la jubilación, el hombre sufre también un cambio de rol social: ya no es proveedor y tiene un papel indefinido. A muchos de ellos les baja la autoestima y se convierten en personas vulnerables, dependientes y muy susceptibles”. A esta explicación, añade: “Por otro lado, les cuesta mucho expresar sus sentimientos o hablarlos con alguien. Y, si tienen problemas sexuales, pues la situación se agrava aún más”.
Ni la búsqueda de pareja ni la primera cita sexual dejan de estar exentas de ciertos problemas relacionados con la edad, en un entorno no muy propicio a conceder segundas oportunidades. “A veces hay que darles una ayuda extra, en forma de viagra, a esos hombres que vienen asustados a la consulta diciendo que tienen su primer encuentro sexual y temen no estar a la altura. Aunque esto también les ocurre a los jóvenes”, comenta Frago. “Y las mujeres pueden tener el problema de la sequedad, sobre todo si han estado tiempo sin tener relaciones. Pero para eso hay tratamientos de hidratación vaginal y pautas a seguir. Aun así, en muchos casos, el deseo y la excitación que provoca el otro son la mejor terapia”.
La vida sexual no debería tener fecha de cierre aunque se vaya modificando en consonancia con los cambios físicos y mentales del sujeto. Para todos los que quieran ser transgresores y participar en esa revolución sexual, Frago aconseja lo siguiente: “Despertar los sentidos, someternos a estímulos como bailar, estar al aire libre, practicar actividades físicas, comer o reír. Jubilarse de toda obligación erótica”. A lo que añade: “Cuidar la relación de pareja, el contacto piel con piel, besarse, planificar los encuentros. Si no se tiene compañía, practicar el autoerotismo para evitar que el deseo se vaya”. Y termina: “El amor y el erotismo precisan también de cierta dedicación, a cualquier edad”.
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