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Marbella y la ‘jet set’ se rinden al Grupo Mosh: “Hay gente que se sube a un avión en Bruselas para pasar el día en nuestros locales e irse”

Con siete restaurantes, ‘beach club’ y discotecas donde el lujo y la exclusividad son marca de la casa, la compañía nacida en la Costa del Sol es la referencia del ocio marbellí, más aún tras su alianza con Dani García y Dolce & Gabbana. Sus cuatro socios ya piensan en expandirse a Madrid, Miami o Nueva York

Grupo Mosh Marbella
Momento, un club nocturno en plena Milla de Oro de Marbella gestionado por el Grupo Mosh.garcía-Santos

Cuatro mujeres se contonean, en bañador, junto a la pared de un restaurante. Sobre ellas cae una lámina de agua que va mojando lentamente su escasa ropa. Se mueven con sensualidad, invitando a soñar a quienes las miran mientras se salpican entre ellas. Suena música electrónica de fondo y apenas a un metro de sus cuerpos un chico graba la escena con su móvil sin pestañear. Cerca hay varios treintañeros con sus parejas, que saborean pulpo servido en una estridente vajilla diseñada por José Piñero. Y, un poco más allá, un grupo de veinteañeras fuma en cachimba. Las bailarinas acaban su actuación, empapadas. Y tras ellas se abren las puertas de una discoteca. Allí esperan tres chavales de Madrid que apenas superan los 20 años. Son Alex, Christian y Curro. “Este es el sitio en el que hay que estar”, dicen sonrientes antes de pedir una ronda de Red Bull con vodka para arrancar la noche.

La escena transcurre en Momento, un club nocturno en plena Milla de Oro de Marbella que juega con la decoración, el diseño, la gastronomía y una sorprendente arquitectura para ofrecer a la vez dos posibilidades que parecían incompatibles. A un lado, una terraza al aire libre para cenar o tomar copas. Al otro, tras el muro con la cascada, una sala que abre desde la medianoche hasta las tantas. El local pertenece al Grupo Mosh, la compañía nacida en 2016 en esta localidad malagueña que ha crecido a velocidad de vértigo para liderar el ocio más lujoso de la Costa del Sol a base de propuestas exclusivas y dress code. Cuentan con una plantilla que supera los 600 empleados y por sus siete locales pasan más de medio millón de personas al año. Ahora se han asociado con el Grupo Dani García —con quien tienen más planes a futuro— para gestionar uno de los rincones más elitistas de España, La Cabane. Se ubica dentro del hotel de cinco estrellas Los Monteros y su decoración corre a cargo de Dolce & Gabbana, marca que ha realizado una apuesta millonaria por este local de 7.500 metros cuadrados inaugurado a mediados de julio. Aquí se puede pedir una torre de mariscos con patatas fritas por 315 euros y acompañarla con una botella de Dom Pérignon de 17.000 euros o una de tequila Clase Azul Ultra por 7.000 euros.

Albert Beniflah (38 años), Carmen Navarrete (39), Roberto Santamaría (39) y Dom Pastoressa (36) son los socios del grupo. EL PAÍS comparte con ellos mesa mientras los empresarios degustan algunos de los platos que se sirven a pie de playa en uno de sus beach clubs más significativos, Nido, a las afueras de Estepona. Beniflah, nacido en Montreal (Canadá) pero residente en Marbella desde los cinco años, tiene ante sí la especialidad de la casa: bogavante con vermicelli, con emplatado pensado para Instagram y un precio de 76 euros. Una paella negra con sepia y puntillitas (25 euros por persona) espera al resto de los comensales después de varios entrantes. Aquí también hay música electrónica, además de piscina y, más allá, hamacas sobre la arena. Reservar una cama doble para almorzar alcanza los 900 euros. Incluye botella de Moët Chandon. “Ofrecemos experiencias caras porque hay mucho detrás y una plantilla grande. Jugamos con la exclusividad. No estamos al nivel de Ibiza, Mikonos o Saint Tropez, pero vamos en ese camino”, explica Beniflah.

Tras estudiar Derecho, él pasó nueve años —de los 20 a los 29— trabajando en la discoteca Olivia Valère, a escasos tres minutos de lo que hoy es Momento. Allí conoció a su pareja y socia, Carmen Navarrete. Uno de sus clientes era Dom Pastoressa, nacido en Bari (Italia) aunque lleva 18 años ya en la Costa del Sol y que, por aquel entonces, era propietario de varias peluquerías. Se hicieron amigos y durante una conversación, el italiano propuso montar juntos una discoteca. “Yo le respondí que de eso ya había y que, en todo caso, lo que podría funcionar era un restaurante que tuviera música después de la cena”, cuenta Beniflah. Lo hicieron realidad. En 2016 nació Mosh Fun Kitchen. “Era algo que habíamos visto fuera y que en Marbella no existía”, relata. Funcionó. Y apostaron por crecer. Pronto ampliaron su concepto a otros locales: Playa Padre (2017), Momento (2018) ―el club nocturno donde solo se puede cenar con invitación previa y los móviles están prohibidos―, Motel Particulier (2020), Nido Estepona (2021) —su primer local fuera de Marbella— y el restaurante asiático Nu Downtown (2022), dentro del Hard Rock Hotel. También colaboran en Beso Beach Club y desde este verano van a medias con el chef Dani García en La Cabane con el apoyo de Dolce & Gabbana —lujoso es un adjetivo que se queda corto para definir este establecimiento—.

Los locales donde todos quieren ser vistos

Siete años después de su primer restaurante, hoy los carteles publicitarios del Grupo Mosh se suceden en la autovía de la Costa del Sol y la autopista AP-7. Cuentan con una importante maquinaria de marketing, y sostienen que hay varios fondos de inversión llamando a su puerta. ¿Cuál ha sido la clave de este éxito? “Nosotros creamos experiencias. La decoración, las luces, el sonido, el personal, la gastronomía, todo es top. Aquí no vienes a un restaurante a comer y te vas. Ni te acercas a la discoteca a escuchar música y ya está. Entras en otra historia”, relata Pastoressa. El argentino Franco Franceschini ejerce de chef ejecutivo del grupo tras pasar por las cocinas de restaurantes con estrellas Michelin como Bocuse o San Daniele. Y sus locales cuentan con algunos de los mejores DJ internacionales.

Los propietarios del grupo Mosh, de izquierda a derecha: Dom Pastoressa, Carmen Navarrete, Albert Beniflah y Roberto Santamaría.
Los propietarios del grupo Mosh, de izquierda a derecha: Dom Pastoressa, Carmen Navarrete, Albert Beniflah y Roberto Santamaría.garcía-Santos

“Hay gente que nos dice que se sube a un avión en Bruselas para pasar el día en uno de nuestros locales e irse al día siguiente. Algo debemos estar haciendo bien”, insiste Santamaría. “Creo que Mosh ha cambiado a Marbella. Ahora viene más gente de fuera. Y todo lo que ha crecido a nuestro alrededor es ya referente”, subraya Beniflah, que pone de ejemplo a arquitectos e interioristas. También a Homies Marbella, marca impulsada por Itziar Fuentes y Juan Manuel Fernández, quienes arrancaron gestionando la imagen del grupo en redes sociales y, ahora, con tienda en Puerto Banús, son referentes entre las grandes fortunas. “El día que el Gobierno ponga espigones y mejore nuestras playas entraremos en las mejores ligas”, apuntan los empresarios. “Las playas se pueden hacer, como en Dubái, aunque supongo que eso costará mucho dinero”, comenta Roberto Santamaría.

En lugares como Playa Padre es fácil encontrarse con actores, actrices, cantantes y futbolistas. “No sabes nunca a quién, pero ese es el perfil, de categoría”, añade Santamaría, que destaca que el 80% de su clientela es internacional, “quizá porque tenga más capacidad adquisitiva” y encuentra tranquilidad en sus locales porque siempre hay “un potente filtro en la puerta” —al que se añade, claro, el de los precios—. Cuando su trabajo se lo permite, uno de los habituales en los locales del Grupo Mosh es el futbolista Erling Haaland. El noruego protagonizó en el verano de 2022 un vídeo viral cuando coincidió con Joaquín Sánchez, exjugador del Betis, en Playa Padre. Beniflah fue quien lo grabó. Luego viajó con él a Ibiza, pero el jugador del Manchester City prefiere Marbella. “Por algo será”, señala quien dice estar cansado de las referencias a su paso por Olivia Valère o de que les pongan la etiqueta de reyes de la noche marbellí. “No somos reyes de nada. Aquí no solo hay éxitos, también fracasos. Estamos en buen camino, pero no es fácil. Nuestro único secreto es trabajar mucho y ser humildes. Nos fijamos en Ibiza, en Miami. Queremos hacer feliz a nuestro público”, subraya Beniflah. “Aquí no se descansa. No hay otra manera de hacerlo”, sostiene Carmen Navarrete.

El 'beach club' Nido, del Grupo Mosh.
El 'beach club' Nido, del Grupo Mosh.garcía-Santos

La reapertura de La Cabane —mítico local abierto en 1965— es un claro ejemplo para consolidar la exclusividad que el Grupo Mosh quiere reivindicar como marca de la casa. La afinidad con el director ejecutivo de la compañía de Dani García, Javier Gutiérrez, ha sido básica para crear un espacio que se sale de lo común. Es lo que planean también en su próximo proyecto conjunto, que tendrá como sede el antiguo edificio Aresbank, también en la Milla de Oro marbellí, cuya inauguración se prevé para 2024. “Buscamos un turismo aún de mayor calidad”, explican los socios del grupo, que ya planean sus próximos pasos. Aseguran que el crecimiento natural es Madrid, donde trasladarían un concepto que se aleja de la playa por motivos obvios. Más allá vislumbran Miami o Nueva York, ciudades en las que creen que hay hueco para ellos. “A Ibiza no tendríamos nada que aportarle, es más bien al contrario, es nuestra inspiración”, sostiene Beniflah. Navarrete comenta después que el sueño sería dar el salto a gestionar un pequeño hotel con la misma filosofía del grupo o incluso crecer hacia al sector inmobiliario. No hay límites. Tampoco fechas.

Espectáculo nocturno en la discoteca Momento, del Grupo Mosh.
Espectáculo nocturno en la discoteca Momento, del Grupo Mosh.garcía-Santos

Este verano sus beach clubs se llenan cada día y fuera de temporada mantienen un aforo más que respetable gracias, también, a un clima que rara vez baja de los 20 grados a lo largo del año. Más de 30 marcaban los termómetros durante la madrugada de Marbella a finales de julio, con cerca del 80% de humedad. El calor invitaba a salir a la calle y el restaurante Momento rozaba el cartel de completo pasada la medianoche. La clientela hacía trabajar a la cocina mientras en la barra preparaban con mimo y agilidad cócteles a 15 euros. Calderilla para quienes luego iban a la discoteca, donde se sucedían las bandejas de Red Bull y las enormes botellas de vodka servidas con bengalas chispeantes. El DJ se animaba y dos gogós bailaban a su lado ante la atenta mirada de chavales con flequillo y camisas claras con tres botones abiertos. Escotes, silicona, cirugías y eterna juventud se mezclan con parejas extranjeras de vacaciones y ganas de marcha. Fuera, el aparcamiento parece un concesionario de las mejores marcas: Porsche, Ferrari, Bentley, Maserati. Todos quieren ser vistos en los locales del Grupo Mosh.

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