Por qué Milán sigue siendo la absoluta capital mundial del diseño
El Salone del Mobile.Milano, la feria más importante del sector del mobiliario, celebra esta semana una edición multitudinaria que se expande más allá de sus límites
La edición número 61 de Salone del Mobile.Milano, la feria de mobiliario más importante del mundo, cerró este domingo sus puertas con la sensación de haber recuperado ya el ritmo habitual que le robó la pandemia. En primer lugar, porque regresa a abril, su fecha habitual, tras la edición de 2022, que se retrasó a junio en un intento de mitigar las consecuencias de las restricciones sanitarias. Pero también por sus dimensiones y su aspiración de representar a toda una industria fundamental para Italia. “Lo que ofrece el Salone es la posibilidad de tener la imagen completa del sector”, comentaba la presidenta de la feria, María Porro, en un encuentro con la prensa celebrado el pasado 18 de abril, en la jornada de apertura.
Que a la inauguración acudieran los máximos representantes políticos —entre ellos el alcalde de Milán, Giuseppe Sala, y la primera ministra italiana, Giorgia Meloni— da muestra de la dimensión económica y social que ostenta este evento. Las cifras lo avalan: con 2.000 expositores de 37 países y un 34% de marcas extranjeras, es un punto de encuentro fundamental para los distintos actores que forman parte del sistema, de los proveedores o los diseñadores a los clientes finales. El aumento en la venta de entradas, de un 25% respecto a 2022, confirma también el regreso de asiáticos y estadounidenses, que previsiblemente elevarán las cifras de asistencia hasta las 300.000 personas. Y todo ello con el objetivo de descubrir, en los pabellones de la feria de congresos y exposiciones de Milán, las colecciones de mobiliario e iluminación para 2023 de las principales marcas del panorama.
Entre los expositores, concebidos como grandes tiendas o salas de muestras, la sensación es de sosiego creativo y bonanza económica. Las cosas van bien, tal y como afirmó en la inauguración Claudio Feltri, presidente de la agrupación sectorial FederlegnoArredo. La industria italiana del mueble lleva dos años creciendo a doble dígito, movida por el auge inmobiliario en Europa —especialmente de viviendas de lujo— y también porque las firmas históricas, especializadas en lujosos muebles de interior, han diversificado su actividad en dos sectores: los muebles de exterior —antes eran patrimonio exclusivo de las firmas especializadas— y el contract, es decir, la creación de mobiliario a medida para restaurantes, hoteles, oficinas y proyectos residenciales. De ahí que las colecciones comerciales, que son las que se exponen en el Salone, estén marcadas este año por un cierto clasicismo. Hay sofás de proporciones generosas, tonos neutros y materiales cada vez más mullidos, grandes mesas de materiales nobles —madera o piedra— y sistemas que permiten sofisticar los roperos o las zonas de almacenaje hasta el infinito. De momento, las declaraciones de intenciones y los golpes de efecto parecen haberse calmado tras las reediciones de diseños de los radicales años sesenta y setenta que revitalizaron el sector antes de 2020.
La feria se expande en los pabellones de Euroluce, dedicados a la iluminación, y de Salone Satellite, la plataforma dedicada a los nuevos diseñadores. Allí ha presentado una pequeña colección el español Miguel Leiro, dotado de un lenguaje geométrico próximo a la vanguardia. La actividad, sin embargo, se vuelve más diversa en el exterior de la feria, en las actividades y exposiciones paralelas que tienen lugar en distintos barrios de Milán y que forman parte de la Milan Design Week, la semana del diseño cuyo motor es el Salone. Algunas firmas han aprovechado para mostrar sus colecciones en enclaves históricos, como Poliform, en el emblemático claustro de la facultad de teología, o Armani Casa, en el palacio que alberga la sede de la empresa. En la tienda de Cassina, la española Patricia Urquiola, directora creativa de esta firma histórica, presentaba a los asistentes su nuevo sofá, que sustituye el relleno de espuma habitual en el sector desde los años sesenta por materiales más nobles, duraderos y flexibles.
La comodidad y la sostenibilidad son factores fundamentales en una industria que avanza con el viento a favor y que, al mismo tiempo, sigue necesitando un poco de riesgo para no dormirse en los laureles. Los diseñadores emergentes e independientes se agrupan en proyectos como Alcova, en el antiguo matadero de la ciudad, o en espacios efímeros. El catalán Guillermo Santomà, agitador habitual del nuevo diseño experimental, reinterpreta los rituales del bienestar desde la óptica de lo religioso en SPA, una inquietante instalación a medio camino entre un balneario y una capilla.
Otro español, Jorge Penadés, participa en Drop City, una muestra colectiva en los antiguos almacenes ferroviarios milaneses, con la muestra que resume y clausura Extraperlo, un proyecto que durante cinco años ha reunido y comercializado objetos únicos de grandes nombres del diseño creados ad hoc y vendidos por precios más asequibles. Las ediciones anteriores se celebraron en Madrid, pero en esta ocasión ha decidido poner el broche en Milán, la ciudad lombarda que, a la vista de la afluencia masiva a los eventos de esta semana, revalida un año más su título indiscutido de capital mundial del diseño.
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