Miguel Leiro, el santiagués que se inspiró en la antigua Roma para decorar París
El diseñador gallego participa en los Rising Talent Awards de Maison&Objet Paris con una reinvención del triclinio, el salón de banquetes privado de la antigua Roma donde se formuló el concepto de diseño cómodo para socializar (y presumir) en el hogar
El noble arte de permanecer recostado se remonta a tiempos inmemoriales, pero si hay un lugar donde se perfeccionó fue en la Antigua Roma, que creó escenarios perfectos para disfrutar de sus interminables banquetes. Las familias acomodadas disponían en sus casas de los triclinios, salones privados donde recibir y epatar a los invitados. Para garantizar su comodidad, disponían de una serie de lechos dispuestos en forma de U en torno a la mesa por donde desfilaban deliciosos manjares, abundante vino y todo tipo de entretenimientos, desde música a danzas.
Hoy, el diseñador Miguel Leiro (Santiago de Compostela, 1994) explora ese contexto espacial en su Colección Triclinio, que le ha valido estar entre los Rising Talent Awards de la feria Maison&Objet Paris, que se celebra desde mañana al 23 de enero en la capital francesa. Una serie de piezas de mobiliario y decoración que le sirven para reflexionar sobre ese punto de encuentro entre lo ceremonial y la cultura material, y que también se expondrá en Madrid durante el próximo Madrid Design Festival.
“Me interesaba articular las interacciones desde los objetos si traemos un triclinio a la contemporaneidad. Hoy sería algo más parecido a tener un bar de tapas donde te están sirviendo dentro de tu casa o a un servicio de catering acompañado de una escenografía, porque el triclinio es como una performance total donde se junta lo ritual con lo banal para comer, beber y socializar”, explica Leiro.
De igual manera, podríamos situarlo como el kilómetro cero para difundir las tendencias de diseño decorativo tal y como lo entendemos actualmente, reflexiona este diseñador. “Era donde la aristocracia fardaba de sus posesiones, ya fuera una silla traída de no sé qué parte del imperio o un tejido recién importado de Persia que integrara influencias asiáticas. Incluso la propia tipología del reclinatorio es muy posible que venga de Asia, de estas culturas indias y persas que en sus espacios sociales estaban acostadas en cojines. Se han encontrado objetos de gran valor que viajaron por todo el imperio. Por ejemplo, hubo un soplador de vidrio llamado Ennion que firmaba sus piezas y están dispersas desde Egipto hasta Alemania. Y eran estas élites sociales las que podían acceder a lo novedoso, a lo que hoy llamaríamos tendencias en diseño. El triclinio era el lugar donde exponerlo y compartirlo con un grupo social restringido”.
En su caso, la exploración de las funciones estéticas de esos objetos se materializa en una cama de día tapizada en punto de lana (el diseño textil lo ha desarrollado junto a Inés Quezada), un aparador contemporáneo a modo de relicario, unos jarrones de vidrio soplado realizados en la Real Fábrica de Cristales de La Granja (Segovia) y una lámpara decágono en colaboración con la firma Meddel.
Miguel es bisnieto y nieto de muebleros (su familia fundó Muebles Leiro, en Cambados) e hijo del escultor Francisco Leiro. De su padre ha heredado el interés por lo religioso, lo ritual, las culturas clásicas. También ha aprendido, dice, a imprimir una mirada crítica y a exprimir las cualidades de un material al máximo, siempre pensando en lo funcional. “Piensa que mi padre realizó sus primeras esculturas con mi bisabuelo, en un taller de ebanistería. Se inspiró mucho en el diseño de mobiliario como articulador de formas y materialidades. Si miro hacia atrás, pienso que no tiene nada de original lo que hago, porque vengo de esa tradición; aunque trato de llevar todo ese aprendizaje a un contexto tan específico como es el diseño de productos”.
Creció en Nueva York, rodeado de arte. “La pandilla de mi padre allí eran Juan Uslé, Vicky Civera, Txomin Badiola, Peio Irazu… De niños, mi hermana y yo asumíamos que todos los padres de nuestros amigos de cole también se dedicaban al arte; teníamos esa confusión porque era nuestro contexto natural”. Con Victoria Civera y Juan Uslé realizó sus primeras colaboraciones profesionales, asistiéndoles en temas de diseño gráfico y fotografía. Aunque de chaval le llamaba más la atención el surrealismo de algunos personajes del arte gallego del pueblo de su padre, como el pintor Lino Silva. Y en cuanto supo que no podría estudiar arquitectura (“nunca se me dieron bien las matemáticas”), se fijó en lo que habitaba los edificios. Los Eames y el Mid-century estadounidense se convirtieron en sus primeras referencias. Su atención pronto saltó a diseñadores de producto industriales contemporáneos como Konstantin Grcic o Jasper Morrison.
Entró al mercado laboral con Jaime Hayón, uno de los miembros destacados del jurado que le trae ahora a Maison&Objet Paris. “Le escribí cuando yo aún estaba estudiando diseño industrial en el Pratt Institute, en Nueva York, y quedamos. Al año siguiente, según terminé la carrera, fui directo a trabajar a su estudio en Valencia. Además de su personalidad y energía, lo que más me flipa de Jaime es su capacidad para convertir el dibujo en parte primordial de todo: desde organizar un esquema de trabajo hasta elaborar una propuesta muy desarrollada para enseñar a un cliente. Me dio mucha confianza, porque yo soy una patata con el AutoCAD o el 3D, pero se me da bien el dibujo a mano alzada”.
Consciente de las dificultades a las que se enfrentan muchos de sus compañeros para abrirse camino en la profesión, Miguel Leiro puso en marcha en 2020 la bienal de arquitectura y diseño Mayrit. Un reto personal que le da tantos quebraderos como satisfacciones. “Empezamos con una subvención del Injuve y hemos ido aprendiendo a medida de crecíamos. Para 2024 contaremos con un nuevo marco teórico, que está preparando la arquitecta Marina Otero Verzier, y plantearemos también exposiciones comisariadas más largas en instituciones junto con residencias cruzadas y conferencias fuera de la capital. Nuestro objetivo sigue siendo el mismo: convertirnos en la principal plataforma que dé voz y apoyo a esos nuevos creadores, siempre a través de propuestas experimentales, y hacer de Madrid un lugar donde la gente quiera venir para ver diseño joven. Que por fin se hable a nivel internacional del diseño español al margen de Jaime Hayón o Patricia Urquiola”.
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