Los bares y sus singulares clientes, estampas de calendario para la fotógrafa Alex Prager
La artista estadounidense firma el nuevo almanaque Lavazza con imágenes en las que exalta la necesidad de los locales de reunión como lugares de diversidad donde dar rienda suelta a la individualidad
A lo largo de su fructífera trayectoria, la fotógrafa Alex Prager (Los Ángeles, 42 años) ha dado forma a un distintivo sello artístico a través de imágenes meticulosamente escenificadas, compuestas, con frecuencia, por multitudes que transitan por lugares comunes. Gente corriente envuelta en una estética construida a través de sutiles anacronismos de estilo, repleta de estereotipos parodiados del medio cinematográfico, lo que invita al espectador a cruzar la frontera entre la realidad y la ficción para escarbar en sus propias emociones. Individuos que parecen no mezclarse con el gentío que los rodea.
Sin embargo, fruto del extraño y duro aislamiento experimentado por el mundo entero durante la pandemia ha tenido lugar un giro en la obra de esta artista. Un vuelco que se traduce en fragmentos narrativos donde se palpa la necesidad de comunicarse entre sus protagonistas. Instantes en los cuales los deseos se hacen más evidentes y llegan a traducirse en besos y en lágrimas.
Así, la capacidad desplegada por la fotógrafa estadounidense para reunir a una muchedumbre en una sola imagen y ser capaz de poner el foco tanto en lo colectivo como en lo individual ha resultado decisiva a la hora de ser elegida como autora del nuevo calendario Lavazza para 2023. Bajo el título Yes, We Are Open (Sí, estamos abiertos), el almanaque aborda esta última edición siguiendo las pautas de una nueva serie que quedó inaugurada hace tres años, e invita a imaginar una nueva humanidad en tiempos de incertidumbre y desasosiego. Una edición que tiene como protagonista el bar como lugar de reunión necesario donde expresar la diversidad y dar rienda suelta a singularidad de su clientela. Ya lo cantaba Gabinete Caligari hace más de tres décadas: no hay como el calor del amor en un bar.
“Cuando empezó la pandemia me di cuenta de que la forma en la que venía fotografiando a las multitudes había dejado de seducirme”, explica la artista a EL PAÍS en Milán, donde ha tenido lugar la presentación del calendario. “Necesitaba hablar de lo que estaba ocurriendo en ese preciso momento”. De ahí que Prager comenzara a trabajar en una nueva serie, Part One: The Mountain, en la que retomó la práctica del retrato clásico, del que había echado mano en los inicios de su carrera, con el fin de examinar al individuo y alcanzar una mejor comprensión mutua.
De esta suerte, cuando la marca de café la propuso desarrollar el calendario, la fotógrafa, lejos de centrar su mirada en destacar las diferencias y la desunión del individuo en medio de una multitud, se propuso apuntar a la conexión entre las personas: “A cómo estar juntos nos hace más fuertes”. Al mismo tiempo que celebraba “la diferencia como una forma de fortalecimiento”, según apunta.
Si algo se mantiene en la obra de Prager es la tensión y la ambigüedad que impregnan sus imágenes, donde a primera vista se diría que no pasa nada pero pasa demasiado. Una atmósfera extraña y enigmática que esconde más que revela. “Dentro de mi quehacer artístico nunca me he planteado ofrecer respuestas, sino lanzar preguntas”, asegura la autora, que abandonó los estudios a sus 14 años para recorrer Europa en tren mientras trabajaba vendiendo cuchillos en Suiza o lavando coches.
Fue a su regreso a su Estados Unidos de origen cuando una fotografía dio un giro a su existencia. Se trataba de una instantánea realizada por uno de los pioneros de la fotografía en color, William Eggleston, en 1972, Shoes Under Bed (Zapatos bajo la cama), la imagen de varios pares de zapatos viejos y desgastados arrumbados bajo una cama. “Fue el primer fotógrafo capaz de desencadenar en mí una respuesta emocional a través de su obra. Cambió mi vida”, asegura la artista, que, normalmente, suele hacer uso de colores saturados para intensificar sus obras.
Años más tarde descubrió que su visión de la fotografía era compatible con la sensibilidad de una cineasta, lo que la ha llevado a desarrollar ambas disciplinas de forma paralela. ”Mi primer amor es la fotografía, pero el cine es mi amante”, advierte Prager. “De modo que la fotografía se ha convertido en algo cada vez más importante a medida que me adentro más en el cine. Observo la fotografía como una sola imagen que cuenta muchas historias por sí misma, mientras que el cine cuenta una sola historia a través de muchas imágenes”.
Las 12 historias que componen el nuevo almanaque están protagonizadas por gentes de distintas razas. Tienen también como protagonista a Levante, la cantante italiana. Distintos rostros y actitudes que animan una representación estática de encuentros y despedidas que ahondan en la memoria y en los sueños del espectador reavivando su imaginación. Prager se ha movido siempre con soltura entre polaridades y antagonismos; entre el pasado y el presente; entre la realidad y el artificio, haciendo uso de la fantasía para adentrar al espectador en las paradojas y en el absurdo de la vida.
“¡No es cierto que la vida es pura contradicción!”, exclama. “Me gusta el artificio porque es una forma de ahondar en el mito. En lo que significa estar vivo”, destaca la fotógrafa. “Es como hablar al corazón en vez de a la cabeza. Algo mucho menos analítico y literal que ofrece un camino más ambiguo pero también es más universal. Es una forma de que la gente encuentre intuitivamente qué les motiva de forma emocional y psicológicamente, algo muy distinto a ofrecer una afirmación”.
El almanaque termina con una de las imágenes más plácidas del conjunto en las que su protagonista parece estar sumido en una serena ensoñación. ¿Se siente la fotógrafa optimista frente al futuro? “Sí, lo soy”, asegura Prager. ”El futuro es lo que cada uno imagina y la imaginación es mucho más poderosa que la realidad que está ahí para ser creada por nosotros. Pero la gente tiende a olvidarlo porque de forma continuada la sociedad nos recuerda aquello que está mal y apunta a aquello de lo que tenemos que sentirnos temerosos. El poder de la imaginación puede vencer muchas cosas y es muy necesario recordar que tenemos la capacidad de dar forma al futuro”.
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