Detenidas en Croacia las dos personas que robaron las 45 botellas del restaurante Atrio valoradas en 1,6 millones de euros

A finales de octubre de 2021, un robo digno de una novela de misterio llamó la atención de todo un país y de un sector, el de la gastronomía. El restaurante extremeño Atrio, dirigido por el chef Toño Pérez y su pareja, José Polo, fue allanado de madrugada y de su afamadísima bodega se sustrajeron lo que ellos mismos denominaron como “45 joyas”: casi medio centenar de las más de 40.000 botellas que almacenan en el sótano del establecimiento con dos estrellas Michelin. Ahora, nueve meses después, la Policía Nacional ha comunicado que ha detenido a los supuestos ladrones, que arramplaron con un botín valorado en 1.648.500 euros. De las botellas, eso sí, por el momento ni rastro.

El comunicado de la Policía explica que los detenidos son un hombre y una mujer —algo que ya se sabía cuando se produjo la sustracción— y que han sido localizados en Croacia, gracias a la coordinación con la policía fronteriza de aquel país, así como de la Europol y la Interpol, entre otros cuerpos de seguridad. Según dan a conocer en su nota, ambos contaban con “una gran profesionalidad, especialización y perfecta planificación del robo”; de hecho, visitaron Atrio hasta en tres ocasiones antes de cometerlo. Al parecer, la pareja abandonó España poco después del mismo y según la Policía “su alta movilidad e itinerancia ha impedido conocer su paradero exacto hasta que, finalmente, fueron localizados entrando en Croacia desde Montenegro por el puesto fronterizo de Karasovi Sutorina”.

José Polo, sumiller de Atrio, da cuenta en conversación telefónica de la enorme sorpresa que han sentido él y Pérez cuando han conocido la noticia. Y no ha sido la Policía quien se lo ha dicho: se han enterado por los medios. “No sabemos nada más”, reconoce, “lo único que nos han dicho es que mañana [por el miércoles] a las 12 hay una rueda de prensa [en la comisaría de Cáceres], pero no nos han comunicado nada”. Sin embargo, pese a que el futuro retorno de sus botellas —entre ellas y muy especialmente una de Chateau d’Yquem de 1806 valorada en más de 310.000 euros— no parece en absoluto asegurado, para Polo la noticia es una alegría. “Por supuesto. Al menos los han cogido, y la verdad es que nunca pensé que les pudieran atrapar, no eran españoles, y estaba todo tan bien hecho que nunca pensé que pudieran cogerlos. Ha sido un trabajo muy bien hecho”.

Toño Pérez explicaba a este diario el pasado octubre que estaba “fatal, muy triste”, porque no era una “cuestión de dinero”, sino que esos caldos formaban parte de su “historia” y su “vida”. También contaban ambos en una carta enviada a los medios que ese Chateau d’Yquem del siglo XIX era, más allá de su precio, un objeto tremendamente apreciado por él: “Esa botella era parte de mi historia personal, casi parte de mí, de la historia de Atrio, pero también de Cáceres, de sus ciudadanos, de todos los amantes del mundo del vino; ella es la botella, imposible de sustituir por lo que de esfuerzo, sacrificio y amor a una profesión y al vino ha conllevado. 215 años de historia de España, de guerras, de tiempos de paz y de la construcción de una Europa unida”. Polo y Pérez —tándem profesional y sentimental desde hace cuatro décadas— compraron la botella en el año 2000; en 2001 y tras un accidente se rompió, pero su contenido pudo recuperarse. No era la única con solera: otras seis más eran del XIX. Destacaban también las 38 botellas robadas de Romanée Conti: “Solo hay 3.500 botellas por año; no hay más. Es una tarea ardua conseguir tenerlas”, explicó Polo. El precio medio de cada una de ellas en la carta de Atrio es de 12.000 euros.

Lo ocurrido fue digno de película. La noche del 27 de octubre una pareja formada por un hombre y una mujer acudió a Atrio —que además de restaurante es un hotel de la cadena Relais & Châteaux— tras hacer una reserva. “Hablaban inglés”, recordaba Polo el pasado otoño. Tras la cena, visitaron la bodega, algo habitual, y se marcharon a su habitación, aunque solo la mujer, que era quien había reservado, estaba registrada. Pasada la una de la madrugada llamaron al servicio de habitaciones y pidieron algo de comer; se les avisó de que la cocina estaba cerrada pero que si lo deseaban les llevarían una ensalada. “Pensamos que en ese momento bajaron, abrieron dos puertas con cerraduras electrónicas, con las luces apagadas y se llevaron 45 joyas”, explicaba Polo entonces. “A las cinco de la mañana, la misma pareja bajó con bolsas, pagaron y se fue por la puerta”.

El pasado marzo, Polo y Pérez alcanzaron un acuerdo con su compañía aseguradora, cuya cantidad final no trascendió porque firmaron una cláusula de confidencialidad por la que no pueden desvelar ni la cantidad obtenida ni qué cobrarán ni cuál es la compañía con la que tenían contratada la póliza. Más misterio para la novela.